Huelga portuaria en Canadá

Desde Canadá

Huelga de estibadores

El sábado 1° la Unión Internacional de Estibadores (ILWA) en la Columbia Británica de Canadá se declaró en huelga luego de meses de negociaciones infructuosas acerca de sueldos y condiciones de trabajo. La medida de fuerza había sido anticipada 72 horas antes a la Asociación de Empleadores Marítimos de la Columbia Británica (BCMEA), luego de que los 7.400 trabajadores portuarios miembros de la ILWA votaran por un apabullante 99.24% a favor de la declaración de la huelga. La huelga lleva 4 días afectando el funcionamiento de decenas de puertos de la costa oeste, en especial el puerto de Vancouver, el segundo puerto comercial de América del Norte. Los puntos claves del pliego de los portuarios son el reclamo de aumentos salariales acordes a la inflación y el costo de vida, y el de un control sobre la creciente automatización de los puertos que viene provocando despidos mediante el cese de los contratos.

Los portuarios canadienses trabajan extensas jornadas sometidos a los ritmos de la demanda comercial, y además fueron declarados trabajadores esenciales durante la pandemia. Mientras los sueldos del sector no logran siquiera equipar las pérdidas por la inflación, las empresas han incrementado sus ingresos en márgenes enormes. Sólo las exportaciones con origen en la Columbia Británica fueron de U$S 50 mil millones en 2022, batiendo récords. Las 49 empresas privadas que nuclea la BCMEA controlan un volumen de casi U$S 270 mil millones de comercio marítimo al año, con una enorme afluencia de materias primas (minerales, granos, madera, fertilizantes) y containers que se distribuyen por o provienen de todas partes del país y de Estados Unidos.

La mesa de diálogo que se ha establecido a raíz de la huelga no parece producir avances. Luego de una jornada de negociaciones que habría durado 33 horas durante el fin de semana, la patronal continúa negándose a realizar concesiones. Sin embargo, el reloj corre para las patronales, quienes ya han emprendido una ofensiva en los medios para difamar la protesta culpando a los portuarios de las consecuencias inflacionarias que el conflicto generaría. Pero es el sector empresarial el que ha construido una cadena frágil de distribución para abaratar costos sin usar hangares, para acumular de esta manera mercancías y asegurar su posterior distribución evitando cualquier interrupción, y que podrían ocasionar escasez inmediata y aumentos de precios.

Lo que ocurre es que pese al descalabro económico que pudiera producirse de extenderse la medida de fuerza, la patronal juega con la posibilidad de que el gobierno federal llame a conciliación obligatoria, medida que fogonea todo el establishment económico a través de las cámaras patronales. El ministro de trabajo del gobierno liberal que encabeza Justin Trudeau, Seamus O’Regan, ha declarado públicamente que “el acuerdo más justo y balanceado debe salir de la mesa de negociación entre las partes. Allí están puestos todos los esfuerzos y allí deben mantenerse”, con mediadores del gobierno nacional presentes. Por su parte, el líder de la ILWA, Rob Ashton, en conferencia de prensa advirtió que “el gobierno federal debe mantenerse afuera de este asunto. No habrá paz hasta tanto no se logre un acuerdo en la mesa de negociación”. El sindicato viene negociando desde marzo, cuando venció el convenio colectivo anterior.

Las negociaciones paritarias en Canadá se efectúan en base a acuerdos escalonados no de meses, como conocemos en la Argentina, sino de años, a raíz de la larga estabilidad económica que el país había logrado mantener. Actualmente, la inflación ha impactado sobre alimentos, alquileres y se ha producido una suba de las tasas de interés, que afecta a millones de personas con préstamos inmobiliarios. La crisis se hace evidente, y la reacción de la clase trabajadora se ha expresado en los últimos años en numerosos conflictos laborales que reclaman lo que se conoce como COLA (cost of living adjustment: nuestra cláusula gatillo), en varios casos mandatando a las conducciones sindicales para ir a la huelga, al igual que en el caso de los estibadores, con apoyos de más del 90% de sus bases. Así, podemos citar la huelga de Empleados Estatales de Columbia Británica a comienzos de año, y la de los Empleados Federales de distintas provincias que durante el año en curso paralizaron entidades del gobierno federal.

El caso más emblemático ha sido el de la docencia de Ontario, que se plantó en una huelga general el año pasado con altísimo acatamiento y apoyo de sus pares de la provincia de Quebec. La huelga desafió la rápida maniobra de conciliación obligatoria impuesta por el primer ministro de Ontario Douglas Ford, quien tuvo que dar marcha atrás y acceder a los reclamos de ajuste de sueldo de los trabajadores de la educación. En este último caso, la cantidad de apoyos cosechados por los docentes llegó al punto de que una huelga general nacional de solidaridad no parecía estar tan lejos si Ford no cedía. Pero en la mayoría de estos conflictos, aunque las bases reaccionan con espíritu de lucha, sus conducciones predominantemente burocráticas diluyen las negociaciones en arreglos a la baja que, como en el caso de los Estatales de la Columbia Británica, fueron aceptados por apenas poco más del 50% de la base.

La inflación y la inestabilidad económica no son compatibles con acuerdos de 4 o 6 años, y las negociaciones se tornan engorrosas y complejas para la mayoría de los trabajadores que eventualmente aceptan el reflujo de la lucha con tal de volver a la normalidad del trabajo. Pero la clase trabajadora canadiense tiene tradición de lucha y organización, y sobre todo una destacable solidaridad con quienes enfrentan a las patronales con justos reclamos. La ILWA es reconocida además por haber sido solidaria en el pasado reciente apoyando otras luchas en la Columbia británica. La huelga portuaria ha cosechado también ya numerosos apoyos internacionales de otras asociaciones de estibadores y trabajadores de transporte del mundo. Sus pares de Estados Unidos han declarado que no recibirían mercaderías desviadas del puerto de Vancouver, y han llegado mensajes de solidaridad de la Federación de Trabajadores del Transporte de Inglaterra y su par de la Unión Europea, así como de asociaciones obreras portuarias de Nueva Zelanda, Costa de Marfil, Uruguay y Chile, entre otros.

Por eso, esta huelga portuaria parece tomar un rumbo firme y contar con todas las condiciones para lograr su objetivo. Con el antecedente del reciente desacato exitoso de la conciliación obligatoria de la docencia de Ontario, y en el marco de un año de conflictos salariales que se extienden, los portuarios parecen tener un panorama favorable para llevar sus reclamos a la victoria y, de extenderse el conflicto, ya se puede sentir un olorcito a huelga general en la costa del Pacífico en apoyo a la lucha de los estibadores.