La crisis del gobierno laborista y el surgimiento de un nuevo partido de izquierda en el Reino Unido

Intervenir en el proceso constitutivo

Zarah Sultana y Jeremy Corbyn anunciaron un nuevo partido

El 24 de julio la diputada Zarah Sultana, que viene de romper con el Partido Laborista y el diputado de Independent Alliance y antiguo líder del Partido Laborista Jeremy Corbyn, anunciaron la conformación de un nuevo partido de izquierda en el Reino Unido. El flamante partido, que temporariamente se llama Your Party y que las encuestas arrojan que tendría entre 10 y 18% de intención de voto, aún no fue constituido y no tiene un programa definido. Se espera que su lanzamiento sea durante el mes de septiembre.

La ruptura

Zarah Sultana, junto a un grupo de diputados laboristas, votaron en contra de leyes impulsadas por el gobierno de Starmer del Partido Laborista, que atacaban condiciones de vida de los discapacitados y conquistas populares, así como el mantenimiento del apoyo político, económico y militar al genocidio que lleva adelante el Estado sionista y la represión a quienes se oponen al mismo en Gran Bretaña.

Por esta oposición a las órdenes de votación del gobierno, fueron suspendidos un grupo de diputados. La mayoría de ellos volvieron al seno del Partido Laborista, pero Zarah Sultana, no. Anunció su ruptura y llamó, en el acto de hacer pública su renuncia, a constituir un nuevo Partido de Izquierda, anunciando un acuerdo en tal sentido con Jeremy Corbyn. Sin embargo, la reacción inicial de este fue de “sorpresa” por el anuncio de Sultana. Solo después de un par de días –y vista la reacción popular de apoyo a la declaración de Sultana- aceptó la idea y comenzó a trabajar públicamente en ella. Desde que Corbyn fue destituido como secretario general del Partido Laborista (2020) en muchas oportunidades se le planteó la necesidad de constituir este partido, pero se negaba a responder. Ahora estaría dando ese paso.

Necesidad

En sus declaraciones, tanto Sultana como Corbyn, apuntan a cuestionar que el Partido Laborista pasó a ser bancado por multimillonarios, critican el apoyo activo del gobierno laborista al genocidio en Palestina con el envío efectivo de armamento, la represión a la población LGTBI+ y el recorte a todo tipo de ayuda social. Corbyn apunta a una “redistribución masiva de la riqueza y del poder", mientras que Sultana ha llegado a decir que la elección 2029 se dirimirá entre “socialismo o barbarie” y que por eso es necesario un partido de trabajadores. Sus organizadores han impulsado una campaña de firmas para quienes quieran ser parte de él y se han registrado hasta el momento más de 600 mil adherentes en los primeros 5 días de campaña. Un vuelco de esta magnitud expresa, sin dudas, que el llamado a un nuevo partido ha canalizado una enorme bronca con el gobierno laborista y al mismo tiempo, la necesidad de un canal político que pueda enfrentar a la ultraderecha del Reform UK que encabeza las encuestas electorales.

Desde que asumió Starmer como Primer Ministro renunciaron o fueron expulsados del Partido Laborista 7 diputados, algunos por oponerse a los recortes a los beneficios sociales y otros, por oponerse a la política sobre el genocidio en Gaza. A nivel local renunciaron al menos 26 concejales de distintas zonas. Se ha denunciado que Starmer está llevando adelante una verdadera “purga” dentro del Partido.

Pero, además, están empezando a haber desplazamientos de sectores de la base de los sindicatos, con desafiliaciones individuales al Partido Laborista. Si bien estas desafiliaciones no son colectivas, excepto por el sindicato Bakers, Food and Allied Workers' Union (BFAWU) (alimentación y panadería, que cuenta con entre 15mil y 20mil afiliados) que rompió con el laborismo en 2021, muchos de los sindicatos que históricamente aportaron al Partido Laborista económicamente han dejado de hacerlo. En efecto, Unite, uno de los sindicatos más grandes de Reino Unido que contiene más de 1.2 millones de trabajadores agrupados en manufactura pesada, transporte, construcción, salud, comercio, telecomunicaciones, dejó de entregar donaciones y no aportó para la campaña 2024 de Starmer. Su secretaria general, Sharon Graham amenazó con desafiliarse individualmente para 2027. Pero los sindicatos más poderosos como Unison (de trabajadores del Estado, docentes, con 1.3 millones de afiliados) o GMB, que agrupa a más de 600 mil trabajadores privados, aún se mantienen en el Partido Laborista.

En 2023, del total de £21,5 millones recaudados por el laborismo en 2024, solo £5,9 millones provinieron de sindicatos, mientras que £14,5 millones provinieron de individuos y empresas, lo que refleja un desplazamiento significativo de financiamiento tradicional hacia actores corporativos o privados.

El armado de este nuevo partido de izquierda ya ha reunido a importantes dirigentes sindicales, del movimiento por Palestina, los parlamentarios electos por fuera del laborismo o que rompieron con él y gran parte de los grupos de izquierda locales, que también habían apoyado a Corbyn en su época al frente del laborismo.

El resquebrajamiento del Partido Laborista

Es importante tener en cuenta que el Partido Laborista se funda en los inicios del siglo XX con el objetivo de “representar a los trabajadores en el Parlamento”. Constituido mayoritariamente por obreros, fue rápidamente copado por dirigentes oportunistas proburgueses. Bajo el gobierno laborista se constituyó lo que se llamó el “Estado de Bienestar” después de la segunda Guerra mundial y fue también bajo gobiernos laboristas que se desarrollaron políticas de ajuste contra el movimiento obrero. Históricamente ha sido integrado por los sindicatos más grandes de la clase obrera del Reino Unido que integran como sindicatos el Partido: Unite the Union, Unison, GMB, Usdaw, CWU (sindicato postal). Una clase obrera poderosa, como la del Reino Unido, integrada a un Partido Laborista, que a través de este subordina sus sindicatos a un Estado imperialista.

Este es un dato de enorme relevancia porque el Partido Laborista ha sido a lo largo de la historia el organizador, dentro de la clase obrera, de la política imperialista de Reino Unido.  Sólo para ilustrar este rol, quizás ayude recordar que durante la histórica huelga de los mineros del carbón en 1984 y 1985, bajo el gobierno de Margaret Thatcher, el Partido Laborista tuvo una posición ambigua y no apoyó oficialmente la aguerrida lucha contra el cierre de las minas que dejaron a más de 200 mil mineros desempleados. Un par de años antes, durante la Guerra de Malvinas el Partido Laborista apoyó la política militar imperialista del Partido Conservador contra un país oprimido como Argentina, y no hubo un solo sindicato que se pronunciara oficialmente en apoyo al legítimo reclamo de soberanía anticolonialista argentina. Estos son solo dos ejemplos (podríamos ahondar en decenas más) que sirven para dar cuenta del rol histórico que ha jugado el Partido Laborista en contener a la clase obrera de Reino Unido dentro de una política imperialista, alejada de cualquier tipo de lazos solidarios de clase con los oprimidos del mundo. 

El Partido Laborista históricamente apoyó las políticas imperialistas de opresión a distintos países como con la guerra de Irak, el asedio sionista sobre el pueblo de Palestina, su participación en la intervención de la Otan y su responsabilidad en el genocidio de Kosovo bajo la presidencia del laborista Blair en 1998/9.  Y ahora apoya a la Otan en la guerra de Ucrania.

El desplazamiento por izquierda de estos sectores tiene la importante particularidad histórica de darse en el contexto de una profunda crisis del capitalismo mundial que se dirige hacia una escalada guerrerista. Es una expresión, por lo menos potencial o de carácter político limitado, de una crisis en la cooptación de la clase obrera inglesa a ese aparato de guerra imperialista.

La crisis del régimen político

La crisis por la que está atravesando el Partido Laborista es de una envergadura histórica monumental. Starmer asume en julio de 2024 como primer ministro, luego de 14 años de gobierno del Partido Conservador, y viene llevando adelante un brutal ajuste antiobrero, sumado a una política de feroz represión y persecución a las masivas manifestaciones y todo tipo de expresiones en contra del genocidio en Palestina. Además de garantizar el envío de armas al Estado genocida de Israel, impulsa una política de proscripción a organizaciones que organizan su solidaridad. Junto con esto, el gobierno británico lleva adelante políticas de severos recortes para jubilados, discapacidad, mientras que aumenta el gasto militar. El esfuerzo guerrerista que viene desarrollando Reino Unido para la política expansionista de la Otan contra Rusia en detrimento de las condiciones de vida de la población de Reino Unido es otro gran ejemplo. El Partido Laborista entonces, es el conducto por el que pasa la política del imperialismo inglés en momentos en que la crisis capitalista está conduciendo a una tercera guerra mundial. 

Este conjunto de medidas aumenta un malestar que ya estaba presente en la población de Reino Unido. Las elecciones que llevan a Starmer a 10 Downing Street es la más baja desde 2001. Solo el 59.7% del padrón electoral votó en las mismas. Artículos de The Guardian y distintas encuestadoras como IPSOS-MORI (Institute for public policy research) y Yougov, indican que las zonas donde menor participación hubo, son aquellas donde hay mucha presencia de jóvenes, gente que alquila, minorías étnicas, y las zonas más pobres. 

La baja participación electoral da cuenta de un proceso de descomposición profundo del régimen político inglés que hoy tiene su expresión en la crisis del Partido Laborista. Pero recordemos que el Partido Conservador, que estuvo 14 años en el poder, gana las elecciones de 2010 desplazando a un Partido Laborista profundamente golpeado por el sacudón económico de la crisis de 2008. Reino Unido entró en una recesión económica en el último trimestre de 2008, el PBI cayó un 6,3 % entre principios de 2008 y mediados de 2009 (el descenso más fuerte desde la Segunda Guerra Mundial), el desempleo alcanzó el 8% en 2009 y, entre la juventud, superó un 20%, además de que aumentó notablemente la precarización laboral.

Parte de las expresiones de esta crisis fue la presión por el llamado al referéndum por el Brexit impulsado por el conservador David Cameron en 2016. Aunque el propio primer ministro llamó a votar por permanecer en la Unión Europea, la elección fue de un 51,9% por “salir” de la Unión Europea contra un 48,1% por “permanecer”. Cameron tuvo que renunciar luego del referéndum, y asumió Theresa May, que buscó negociar una salida “light” de la Unión Europea, buscando mantener los acuerdos clave, pero también tuvo que renunciar a su cargo. Asume luego Boris Johnson en 2019 con la consigna “Get Brexit Done” (terminar con el Brexit) y la salida se concreta a principios de 2020. Los escándalos del “partygate” bajo la pandemia, que involucraban al propio primer ministro y mostraban el desprecio a la población por parte de una “casta” política “enfiestada”, mientras la gente sufría los efectos del confinamiento por el COVID-19 y todos los efectos económicos que trajo la pandemia.

Por una salida de los trabajadores

Este enorme nivel de descomposición del régimen político de Reino Unido, que teatraliza la debacle de la economía capitalista mundial, dio impulso a un fuerte ascenso del grupo de ultra derecha Reform UK, dirigido Nigel Farage, que organiza grupos de choque para atacar inmigrantes y defiende una política profundamente reaccionaria. Farage fue el principal impulsor del Brexit, y se ha popularizado asociando el retroceso de las condiciones de vida de la clase obrera británica a la migración y las políticas de la Unión Europea. Pretende presentarse como una especie de Milei, criticando a los conservadores por no haber actuado con energía para desarmar el déficit fiscal y atacar a los inmigrantes ‘planeros’ que viven a costa del Estado y la población británica. Los inmigrantes y las diversidades sexuales son usados como ‘chivos emisarios’ de la crisis y retroceso del régimen imperialista británico. Las encuestas de Ipsos Political Monitor de junio de 2025 arrojan que este grupo tiene un 34% de intención de voto. Es interesante mencionar que la intención de voto de este sector se distribuye mayoritariamente entre población masculina mayor de 50 años y particularmente en regiones donde la votación por salir del Brexit fue mayoritaria como en Norte y West Midlands, además de que Reform UK está absorbiendo a la mayoría de la base militante del Partido Conservador. El actual gobierno laborista de Starmer pretende imponer el ajuste que no lograron los conservadores.

El aún no fundado partido de Corbyn y Sultana está entusiasmando a cientos de miles que hoy buscan una salida real frente a la inminente amenaza del ascenso de la ultra derecha. Y empalma con una tendencia en el mundo donde en distintos países estamos viendo a una juventud que se levanta contra sus propios gobiernos y las políticas imperialistas, y de ataque a los derechos de los trabajadores. Una expresión de esto es el triunfo del autodenominado socialista Zohran Mamdani en Nueva York, que pertenece a la “izquierda” dentro del Partido Demócrata de los EEUU, imperialista, de los Biden y Kamala Harris. Pero, a diferencia de este caso y de otros similares, la constitución de este nuevo Partido aparece formalmente como una ruptura por izquierda del partido burgués gobernante.

El debate sobre el programa de un partido de trabajadores debe ser profundamente democrático para los cientos de miles que hoy están en la calle luchando contra el genocidio en Palestina y el apoyo activo del gobierno al mismo, democrático para los miles que se enfrentan cuerpo a cuerpo con los fascistas de Reform UK para defender a los inmigrantes. Este proceso de debate, debería realizarse a través de un Congreso de Bases de los sindicatos, en primer lugar, de las agrupaciones barriales, de lucha del pueblo explotado y los agrupamientos políticos que quieran adherirse, eligiendo delegados en forma representativa y mandatando propuestas programáticas. Una amplia revolución política/programática con la intervención protagónica de las bases.

No se puede enfrentar a la derecha con medias tintas. Corbyn ha tenido posiciones ambiguas respecto de la política imperialista de Reino Unido, denunciando por un lado la política expansionista de la Otan respecto de la guerra en Ucrania, pero a la vez, apoyando los acuerdos previos de Minsk que establecen una imposición imperialista de las potencias occidentales para controlar el Este europeo. Cuando era el líder el Partido Laborista, defendió, por un lado, la eliminación de los submarinos nucleares Trident (sistema de armas nucleares del Reino Unido) pero más adelante planteó que no los utilizaría, y finalmente que la decisión de utilizarlos tendría que ser una “decisión colectiva”. Esta decisión colectiva a la que hace referencia está expresada en el Manifiesto electoral de 2017 del Partido Laborista donde se incluye el compromiso de mantener el Trident. Corbyn nunca denunció el rol del Partido Laborista en su histórico carácter de defensor de los intereses de un Estado imperialista como el británico.

Este tema es fundamental porque está directamente relacionado con el posicionamiento frente la guerra. La única posición obrera y socialista es luchar para terminar con los gobiernos capitalistas responsables de la guerra y de la consecuente masacre de los pueblos, instrumentada con la finalidad de la rapiña imperialista por el dominio de territorios y recursos. En el caso de la guerra de Ucrania la posición de los trabajadores debe ser atacar a los gobiernos de Zelensky y de Putin hasta su derrota. Fuera la Otan. Fuera Zelensky. Fuera Putin. Guerra a la guerra. El enemigo está adentro. Los trabajadores rusos y ucranianos deben confraternizar bajo la bandera unitaria de una salida obrera y socialista. Corresponde estar contra la guerra, pero también contra la “paz” imperialista que -como se demostró en los acuerdos de Minsk- sirve para el rearme de las facciones imperialistas tras el telón de fraudulentos alto el fuego y, a su turno, para el reparto de Ucrania y la negación de las aspiraciones nacionales de su pueblo. 

En este sentido, si bien Corbyn, ha sido un defensor de la causa palestina (esto fue usado por el establishment laborista para purgar a él y sus seguidores del partido con la instrumentalización de la acusación de “antisemitismo”) y un crítico del genocidio, no realiza ninguna crítica profunda del rol imperialista del Reino Unido y las potencias occidentales, sino que se trata de presentar como defensor de la “paz y la justicia”, como principios abstractos. Defiende la política de dos Estados (que ha sido un engendro a la sombra del cual creció el intervencionismo colonialista sionista/imperialista) y es crítico de la resistencia palestina de Gaza. No podrá haber un real Partido de Trabajadores que no rompa con la posición imperialista y trabaje abiertamente por la confraternización con los trabajadores y explotados de Europa.

En el pasado reciente, su planteo frente al Brexit fue la permanencia en la UE, como lo expresó en un discurso en Londres de cara a la votación: “Nosotros, el Partido Laborista, estamos mayoritariamente a favor de quedarnos, porque creemos que la Unión Europea ha traído inversiones, empleos y protección para los trabajadores, los consumidores y el medio ambiente”. Se trató de un planteo pro-imperialista, que incluso lo llevó a la pérdida de centros tradicionales de apoyo laborista frente a la ultra-derecha y los conservadores, al desastre electoral y el debilitamiento que permitió su purga del laborismo. Su planteo es de reforma social del imperialismo, algo imposible de reformar porque éste es la reacción en toda línea. Es necesario plantear una alternativa de unidad con los trabajadores europeos para parar la guerra acabando con los regímenes imperialistas que la promueven, por la unidad socialista de Europa desde el Mar del Norte y el Atlántico hasta Rusia, inclusive. La indefinición al respecto, y peor, el apoyo a una Unión Europea dirigida por los gobiernos imperialistas, ata de manos a la clase obrera del Reino Unido frente a la demagogia nacionalista derechista y facilita el ascenso de la ultra derecha.

Una oportunidad histórica

Se ha insistido en la necesidad de preparar una alternativa electoral para las próximas elecciones locales del 2026. Esto tiene gran importancia, pero el problema fundamental es intervenir sobre el movimiento sindical oponiéndose a la burocracia sindical instalada hace décadas y representativa de sectores de la ‘aristocracia obrera’ unida en el apoyo al gobierno laborista antiobrero. La burocracia de los sindicatos es el principal bloqueo a una acción de conjunto de los trabajadores contra el ajuste y la guerra. Hace un par de años, una gran ola de huelgas estuvo a punto de detonar una huelga general, la primera después de un siglo, y fue bloqueada y desarticulada por esta burocracia sindical y la dirección laborista burguesa que ahora vuelve al ajuste sin misericordia. Un real Partido de Trabajadores debiera concentrar su energía en promover que asambleas y congresos levanten sus programas reivindicativos, organicen la lucha por los mismos y planteen la ruptura con el gobierno imperialista laborista y la organización política independiente.

Es fundamental que la constitución de un Partido de Trabajadores hunda sus raíces en los movimientos de lucha actual, en la clase obrera, en la juventud y los inmigrantes. Un debate abierto entre todos los sectores que luchan para avanzar en la constitución de un partido que realmente pueda ser una alternativa de los trabajadores. Esto no puede repetir la receta de montar estructuras electorales para disputar un lugar dentro del Estado capitalista. Los desastres de Syriza y Podemos, del Partido Laborista bajo Corbyn y el rol desmovilizador de los Sanders y Ocasio-Cortez no son accidentes, ni sorpresas. Son el resultado de la integración al Estado (¡en países imperialistas!) de una izquierda ‘reformista’, que termina tratando de que se apliquen ‘ajustes” con menos dolor, sin una estrategia propia de poder. Los partidos “amplios”, las estructuras de “paraguas”, son usadas para integrar a la izquierda y los movimientos sociales detrás de las estructuras profesionales de candidatos, que no están sometidas a la disciplina de una organización de clase. La ruptura masiva con el laborismo es una oportunidad para plantear la construcción de un partido real de la clase obrera, militante y de combate, no una sumatoria de pequeños grupos bajo estrategias contradictorias que se unifiquen detrás de candidatos profesionales.

Por supuesto que los revolucionarios deben intervenir con energía en este proceso, pero deben hacerlo, sin bajar sus banderas, manteniendo su programa y organización independiente, pujando para que el nuevo partido de la izquierda, sea un partido revolucionario de los trabajadores.

Los revolucionarios tenemos la obligación de aportar a los miles de trabajadores y jóvenes en ruptura con este régimen político un planteo superador: por la independencia política de la clase obrera, contra la opresión imperialista y capitalista y por un gobierno de trabajadores. Una nueva experiencia pseudo-reformista llevará a una nueva frustración y a la desmoralización de una generación de luchadores. La ruptura radical con el régimen político imperialista, por el contrario, podría modificar el escenario político local e internacional de la clase obrera.

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