Internacionales
21/11/2024
La reunión del G20, puras exhortaciones mientras el mundo se cae a pedazos
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La cumbre se realizó en Río de Janeiro
El gobierno brasileño, que este año ejerció la presidencia pro-témpore del G20, recibió muchos elogios en la prensa internacional por haber gestado un documento que fue aprobado por unanimidad en la cumbre de Río de Janeiro que finalizó este martes 19, incluyendo a Estados tan disímiles como Estados Unidos, China, Japón, India, Reino Unido, Francia, Italia, Alemania, Arabia Saudita o la propia Argentina de Javier Milei, que firmó a regañadientes, debido a una serie de exhortaciones a la lucha contra el cambio climático (que él directamente niega), a una tributación más adecuada de los “súper-ricos” y a enfrentar la violencia contra las mujeres.
La “agenda” que tanto desvela a Milei, sin embargo, no pasa de un montón de declaraciones de buenas intenciones y bastante hipócritas, por cierto, viniendo de los principales responsables de los destinos del mundo. Cuando se trata de salir del terreno de las palabras, el documento final no tiene otra alternativa que reconocer los fracasos de la llamada agenda 2030, un conjunto de pautas adoptadas en 2015 por Naciones Unidas – los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS)- como el “fin de la pobreza”, el “hambre cero”, la “salud y bienestar”, la “educación de calidad”, la “igualdad de género”, la “acción por el clima” y la “reducción de las desigualdades”. En el punto 3 del texto definitivo, se alude a los escasos avances en las metas, e incluso a un estancamiento y retroceso en la mayoría de sus ítems (nada menos que el 83% de los mismos). ¿Por qué de ahora en adelante sería distinto? Lo mismo cabe decir del calentamiento global. El texto reconoce “la urgencia y gravedad del cambio climático” (punto 36) y ratifica el compromiso con las metas del Acuerdo de París, pero esas mismas metas han sido pisoteadas recurrentemente por los firmantes.
Ucrania y Palestina
Al margen de estas cuestiones, la unanimidad en Río solo se logró a costa de esquivar cualquier definición seria sobre las tendencias a la guerra en el plano internacional. Con respecto al conflicto en Ucrania, todo lo que se dice es que “saludamos todas las iniciativas relevantes y constructivas que apoyan una paz total, justa y duradera” (punto 9). Bajo esta formulación, caben los planes opuestos tanto de Zelensky como de Putin. Es cierto que un foro compartido por Estados Unidos y China no podía avanzar mucho más en la materia. Por el mismo motivo, no hay ninguna referencia a la guerra comercial y a las hostilidades entre la Casa Blanca y el gigante asiático en el Pacífico. Y, en cualquier caso, mientras Biden firmaba con una mano este compromiso con la paz, con la otra habilitaba a Kiev a atacar con misiles Atacms de largo alcance dentro de territorio ruso, en una nueva escalada del conflicto. Del dicho al hecho hay un largo trecho.
En el caso de Palestina, las definiciones sí son un poco más precisas. Hay una referencia a la “situación humanitaria catastrófica” en la Franja de Gaza, a la “escalada” en Líbano y a la “necesidad urgente de expandir el flujo de asistencia humanitaria”, pero no hay ni un señalamiento sobre el genocidio en curso contra el pueblo palestino ni una condena del accionar de Israel, que incluso ha merecido el reproche de otros foros diplomáticos. Y, si bien el texto alude al derecho del pueblo palestino a su autodeterminación, lo hace en la línea de la llamada “solución de dos Estados”, que reserva para los palestinos no más que un micro-Estado, completamente cercado por Israel.
Brics + US
La naturaleza del G20, es decir, la línea de un compromiso de acción y cooperación entre las principales potencias capitalistas del mundo (el G7) y algunas de las principales naciones “en desarrollo”, le resta valor a la idea de los Brics como un bloque independiente y alternativo a la hegemonía global de la Casa Blanca. Por eso, no es de extrañar que en el documento se pondere un “FMI fuerte (…) en el centro de la red de seguridad financiera global” (punto 72) y la centralidad de la OMC en materia comercial. Y, mientras se propone reducir las desigualdades entre los países centrales y periféricos, no hay ningún anuncio concreto referido a la deuda externa, uno de los principales mecanismos de sojuzgamiento de las naciones oprimidas. Apenas se habla de “abordar las vulnerabilidades de la deuda en países de renta media y baja de manera eficaz” (punto 74), y se propone que los países que puedan, transfieran sus Derechos Especiales de Giro (DEG) a los bancos multilaterales de desarrollo (punto 73).
Una alianza global con muchos gobiernos “hambreadores”
El mandatario brasileño, Lula da Silva, celebró la incorporación en el documento de una referencia sobre un impuesto a los hombres más ricos del mundo, pero, más allá de los límites de este planteo en sí mismo, lo que hace el texto, solamente, es abrir la discusión, que deberá seguir procesándose en múltiples foros e instancias de cabildeo.
En el caso de la Alianza Global contra la Pobreza y el Hambre, cuyo lanzamiento se anuncia en el punto 15, no se entiende cómo es que los gobiernos responsables de estas calamidades saldrían ahora a enfrentarlas. Que un gobierno como el de Milei haya suscripto ese compromiso es ya un llamado a la desconfianza.
La reunión del G20, en definitiva, hizo un saludo a la bandera en relación al problema de la guerra, para evitar un naufragio de la cumbre, y se contentó con una serie de exhortaciones “mientras el mundo se cae a pedazos”, como dice una canción de Fito Páez.
Frente a los gobiernos capitalistas e imperialistas que sumergen el mundo en la guerra, la pobreza y la catástrofe ambiental, es preciso desarrollar la unidad de los explotados del mundo, en lucha contra el capital y por gobiernos de los trabajadores.