Los nuevos despidos en Twitter y la crisis de las empresas tecnológicas a nivel mundial

Elon Musk, el dueño de la empresa, despidió a 200 empleados.

Twitter.

Twitter, la compañía liderada por el magnate Elon Musk, despidió este último fin de semana a más de 200 empleados, incluso a algunos altos ejecutivos. Musk está aplicando un ajuste; desde que asumió la conducción de Twitter, la empresa pasó de tener alrededor de 7.500 empleados a aproximadamente 2.000.

Los despidos afectaron al 10% de la fuerza laboral de Twitter. Este último suceso tomó una relevancia particular por el hecho de que en el grupo de cesanteados se encuentra Esther Crawford, una ejecutiva que se viralizó por dormir en una oficina para “lograr una mayor productividad”.

El magnate está desarrollando un plan de despidos para recomponer la tasa de beneficio empresarial. En 2020, Twitter sufrió una caída interanual del 40% en sus ingresos. Asimismo, debe saldar una deuda que asciende a casi US$13.000 millones. El diario británico Financial Times aseguró, en enero pasado, que Musk piensa vender acciones de Tesla para afrontar el pago de ese pasivo, o declarar a Twitter en bancarrota.

Las grandes firmas tecnológicas se embarcaron en un ataque contra sus trabajadores. Facebook, Amazon y Alphabet (empresa matriz de Google) son otras de las compañías que siguieron el mismo camino que Elon Musk. Los pulpos del rubro se beneficiaron durante la pandemia a través de la concentración de negocios y con el crecimiento del comercio electrónico.

Estas empresas fueron copando mercados (comprando firmas más pequeñas, por ejemplo), apalancándose en préstamos a tasas de interés muy bajas. Sin embargo, ahora se encuentran frente a un escenario complejo, caracterizado por la suba de las tasas de interés, la retracción de sus ventas y una competencia feroz entre enormes conglomerados empresarios. A esto se le suma el hecho de que están fuertemente endeudadas.

Amazon anunció el mes pasado el despido de 18.000 empleados. La compañía de Jeff Bezos creció, en 2022, tan solo un 9%; en 2021, lo hizo en un 22%. La contracción del consumo en Estados Unidos ha contribuido a la crisis de la empresa. En los últimos cuatro trimestres, “Amazon perdió US$26.000 millones de flujo libre de caja, el dinero que generan las empresas después de restar las inversiones de capital” (La Nación, 11/2).

Por otro lado, Disney busca avanzar en una reestructuración de la empresa, que podría implicar el despido de 7.000 trabajadores. Aquí, el beneficio capitalista entra en juego nuevamente. Disney ya aplicó en diciembre pasado un aumento de precios para su plataforma de streaming Disney+, la cual compite con otros servicios de ese tipo, como los que pertenecen a Apple o Amazon. La empresa estadounidense posee una deuda de aproximadamente US$40.000 millones.

En este cuadro, además, las empresas intentan conseguir nuevos nichos en los cuales obtener ganancias. El campo de la Inteligencia Artificial (IA) es uno de ellos. La aparición del ChatGPT, creado por la startup OpenAi, generó un cimbronazo en el mundo tecnológico; este se convirtió en la aplicación con el crecimiento más rápido de la historia.

El buscador de Google, que es la principal fuente de ingresos del grupo Alphabet, podría ser reemplazado por uno de estos nuevos competidores, los chatbots con IA, que facilitan de manera sorprendente la obtención de información. Alphabet y Microsoft quieren incursionar en este terreno. Microsoft ha invertido más de US$11.000 millones en OpenAi; a su vez, una nueva versión de Bing, su motor de búsqueda, incorporaría al ChatGPT. Google, por su parte, anunció el lanzamiento de Bard, su propio chatbot, el cual sería un anexo de su motor de búsqueda.

Detrás de esta carrera se esconde, asimismo, el gigantesco negocio de la publicidad, que catapultó a Alphabet en su momento, pero que actualmente afronta cambios importantes debido a la evolución de las nuevas tecnologías y a las modificaciones normativas que se vienen implementando.

Los capitalistas quieren descargar el peso de la crisis que ellos mismos han generado sobre las espaldas de la población laboriosa. Los trabajadores de las tecnológicas deben organizarse en defensa de sus puestos de trabajo.

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