¿Se viene la paz mundial de Trump, Putin y Netanyahu?

Trump y Putin conversaron telefónicamente sobre la guerra en Ucrania

Donald Trump se presenta como un hacedor de la paz mundial. Habría logrado -en el escaso mes desde que asumió- un “alto del fuego” en la guerra genocida de Israel contra el pueblo palestino de Gaza. Y ahora, avanzaría decididamente para imponer también un cese de las hostilidades en la guerra entre la Otan y Rusia en Ucrania. Ya hemos analizado en otras notas el carácter del acuerdo impuesto en Gaza, que no termina de ninguna manera con la represión sionista –tendiente a la limpieza étnica contra el pueblo palestino- no solo en Gaza, sino también en Cisjordania (Jenin, etc.).

La mayoría de la “opinión pública” mundial desconfía de la propaganda pacifista con que se auto enaltece al gobierno de Trump. Y tiene razón. No solo se contradice con las declaraciones agresivas del presidente yanqui amenazando apropiarse de Groenlandia, Panamá (y hasta Canadá y –recientemente- Gaza), sino con la estrategia general del trumpismo que anuncia su propósito de “hacer grande” nuevamente al imperialismo norteamericano.

Como dice la declaración emitida el 25 de enero último en un plenario realizado entre organizaciones de 16 países:  “Combatimos toda ilusión de que Donald Trump venga a imponer una política de paz, contra las guerras. No estamos frente a una tendencia aislacionista y pacifista del imperialismo, sino a una política expansionista y agresiva”.

El idilio entre Trump y Putin

Sobre las negociaciones iniciadas entre Trump y Putin, invitamos a ver la nota de Facundo Miño publicada en Prensa Obrera el 18 de febrero. La larga conversación telefónica de más de hora y media entre Trump y Putin, realizada el sábado, habría sentado las bases para marchar a un acuerdo de alto del fuego y el inicio de tratativas de “paz”. Conversación que sería retomada en forma presencial, en Riad, capital de Arabia Saudita. Estas negociaciones se están haciendo al margen del gobierno ucraniano de Volodomir Zelensky  (a quién Trump informó a posteriori) y de la Unión Europea (UE).

No está demás señalar que esta es una nueva evidencia sobre el carácter real de la guerra, interimperialista, en curso en Ucrania entre la Otan, dirigida por los EEUU, y Rusia, donde el pueblo ucraniano sirve de “carne de cañón” de los planes imperialistas occidentales. Ante el pataleo pseudo soberanista de Zelensky por su exclusión de las negociaciones, Trump lo basureó de arriba a abajo, llamándolo “dictador sin elecciones” y “corrupto”. ¡Es el destino de los cipayos que son usados y descartados, de acuerdo a las circunstancias, por el imperialismo!

El objetivo declarado por Biden era producir un cambio de régimen en Rusia, destituyendo a Putin, y continuar con el avance de la colonización restauracionista imperialista del este de Europa, ahora directamente sobre Rusia, Bielorrusia y otros países donde había sido expropiado el capitalismo, desplazando a las burguesías oligárquicas apuntaladas por las burocracias stalinistas.

Después de tres años de guerra, el imperialismo occidental no ha logrado este objetivo. Aunque la guerra ha desgastado económicamente al gobierno de Putin -quien pretenderá hacer pagar su costo a las masas rusas-, no lo ha derrotado. El que Putin aparezca como el “ganador” no deja de lado que es tributario de la intervención de Trump, a quien ha invitado a promover que los capitalistas yanquis inviertan (en condiciones ventajosas) en Rusia. Putin tampoco ha logrado capturar toda la zona del Donbas, donde varias capitales continúan aún en manos ucranianas, ni ha terminado de recuperar la zona rusa de  Kursk que fue ocupada por un avance ucraniano.

Según versiones, el “alto del fuego” que están negociando Trump y Putin reconocería los avances rusos en Ucrania sobre Crimea y con la creación de los territorios del Donbas que se han constituido como independientes y solicitado su integración a la Federación Rusa. En las negociaciones para firmar una paz definitiva, Rusia estaría exigiendo la entrega de algunas capitales de estos territorios del Donbas y el retiro de las fuerzas militares ucranianas que ocupan parte de Kursk. Putin también habría reclamado un cambio de régimen de gobierno en Ucrania y una reforma constitucional que oficialice, entre otras cosas, que Ucrania no se integrará a la Otan. Putin quiere también que se levanten las sanciones económicas que le fueron aplicadas por la Otan y el imperialismo yanqui. Y que se le devuelvan los cuantiosos fondos rusos que han sido embargados.

Muchos de estos reclamos no serán aceptados, pero… Rusia debería “garantizar”, una vez cerrado el acuerdo, la “seguridad” territorial de Ucrania y demás países de la UE. Y Trump le estaría ofreciendo a Putin nuevos acuerdos políticos y económicos. Por ejemplo, en materia energética/petrolera: no olvidemos que Rusia es parte de la Opep+, ente que integra con Arabia Saudita y otros, que regula la cantidad de hidrocarburos que se van a extraer para imponer altos precios oligopólicos. 

La UE en crisis

Los países que integran la UE tampoco, al igual que Ucrania, participan en las negociaciones establecidas entre Trump y Putin. Trump ha tomado este rumbo en forma adrede. Ha anunciado que su objetivo es cortar el apoyo que EEUU viene dando en dinero, armamento y “asesores” al ejército ucraniano. Si bien los integrantes de la UE en la Otan también han venido sosteniendo la guerra de Ucrania, el peso yanqui es decisivo. Su retiro aceleraría, de inmediato, el colapso de las fuerzas militares ucranianas y del gobierno de Zelensky. Trump pide que los presupuestos militares de los países europeos se dupliquen y tripliquen (comprando –de paso- armas también a la industria yanqui). También ha reclamado a Zelensky el pago de la deuda que este sostiene con los EEUU: pidió la entrega de las llamadas “tierras raras” -europio, praseodimio, neodimio, lantano, terbio, holmio, cerio, itrio, prometio, samario, gadolinio, disprosio, tulio, holmio, erbio, iterbio y otros- minerales que abundan en suelo ucraniano, muy necesarios estratégicamente para la industria norteamericana  de los chips y la electrónica. Pero, según señala la nota de Facundo Miño ya citada, gran parte de los yacimientos de estos minerales están ocupados por el ejército ruso (“casualmente” en Groenlandia, uno de los territorios ambicionados por Trump, también abundarían estos minerales escasos).

Una de las variantes de la “garantía de seguridad” que pide el imperialismo sería la presencia de tropas en territorio ucraniano. Zelensky reclamó públicamente, ya aceptando parte de los acuerdos, que se envíen 200 mil soldados a una “franja de seguridad”. Cosa que, seguramente, rechazará Rusia. Porque se trataría de un ejército entero, que se instalaría en territorio ucraniano, para reiniciar la guerra -con cualquier excusa o provocación- contra Rusia, en el momento conveniente. Se habla de que podría ser una fuerza no de la Otan, sino integrada por diversos países, incluyendo algunos europeos.

Ante la situación que la UE ha sido marginada por Trump (con el beneplácito ruso) de las “negociaciones de paz”, el presidente francés, Emmanuel Macron, ha convocado una reunión de emergencia “informal” de presidentes y primeros ministros de los países más importantes de la UE, para fijar una posición común. Asistieron los premiers de Gran Bretaña, Alemania, Italia, España, Bélgica, Países Bajos, Polonia, Francia, el secretario de la UE, etc. Pero no pudieron ponerse de acuerdo: se evidenciaron diferencias importantes sobre el envío de tropas a Ucrania (con el costo financiero que implica) y sobre otros temas (incluyendo el tipo de relación con Rusia). Gran Bretaña anunció su compromiso a mandar tropas; Países Bajos, Bélgica y otros también. El alemán Olaf Scholz, a una semana de las elecciones, evitó pronunciarse. Polonia se opuso. Pero… todos coincidieron en que es necesario elevar los presupuestos militares para tener mayor capacidad de intervención y eventual ayuda a Ucrania.

Lo que se debatió “informalmente” es si se va a hacer frente a la ofensiva económica, política (y militar) de Trump contra la UE. El quid de la cuestión es el avance que el imperialismo yanqui viene haciendo hace tiempo contra las potencias imperialistas de la UE, en particular contra Alemania. La guerra económica que venía amagando el imperialismo yanqui desde hace tiempo contra los “aliados” imperialistas europeos ha sido declarada ya abiertamente con la implantación de aranceles “recíprocos” para frenar las importaciones desde Alemania y otros. Lo que sería un fuerte golpe a la economía alemana. Este no es un proceso nuevo: es una “política de Estado” norteamericana. Fue bajo el gobierno del “demócrata” Joe Biden que fueron volados -seis meses después de la invasión rusa a Ucrania en 2022- los gasoductos que pasaban por el mar Báltico llevando energía barata desde Rusia a Alemania y otros países de la UE, dándole un golpe de gracia a los costos de la industria europea para las manufacturas de exportación y al bolsillo de los trabajadores europeos. Trump quiere frenar la exportación de coches alemanes a EEUU y obligar a estos a abrir sus mercados a los productos yanquis.

La competencia imperialista, en condiciones del desarrollo de la crisis capitalista, se ha vuelto más intensa.  La competencia entre monopolios e interimperialista está en la naturaleza del sistema capitalista/imperialista. La crisis en que ha entrado el imperialismo a nivel mundial ha vuelto a relanzar (nunca desapareció) la competencia entre ellos. Lenin decía que cuando se licite la compra de soga para colgar a los capitalistas, ellos se van a pelear por venderla.

La burguesía imperialista europea está dividida entre subordinarse  al imperialismo yanqui (como ha venido haciendo en gran medida hasta ahora) o desarrollar un curso independiente de los diktats de Trump. En la cumbre “informal” que convocó Macron, el presidente de España, Pedro Sánchez, declaro: “Europa es un proyecto político fuerte, que representa el primer bloque comercial del mundo, y juntos representamos la primera economía del mundo. Podemos continuar agrandando y ensanchando este gran proyecto”. ¿Podrán? Macron, que tomó la iniciativa de convocar a la cumbre, no sabe cuánto tiempo estará en el cargo: Francia viene perdiendo hegemonía en sus dominios africanos (patio trasero del imperialismo galo) y en Francia está en minoría, jaqueado por crecientes crisis políticas y amenazas potenciales de intervención activa de las masas trabajadoras.

El objetivo es China

Se está atravesando  una época de intensas luchas interimperialistas por la dominación mundial, que están pavimentando el camino  hacia una guerra mundial. No se debe, de ninguna manera, tomar cada guerra “parcial” (Ucrania, Gaza, Congo, etc.) en sí misma, sino como parte de una  tendencia general. La crisis capitalista internacional, que tuvo un salto en el 2008, con su epicentro en los EEUU, acelera este proceso. No se trata solo de un nuevo reparto del mundo entre  las potencias imperialistas, sino de quién pretende dominarlo.

La crisis capitalista ha golpeado fuerte al régimen imperialista yanqui, que viene retrocediendo en su rol hegemónico mundial. En el centro de las contiendas los yanquis deben enfrentar al coloso de China, transformado en gran potencia capitalista. Y la “política de Estado” desde hace casi dos décadas de la burguesía norteamericana es marchar a un ajuste de cuentas con China. Las amenazas de guerra mundial, más importantes, giran en torno al enfrentamiento entre EEUU y China.

Es necesario seguir con atención qué realienamientos se van a ir produciendo. Para que la UE se plegara casi plenamente a la guerra de la Otan contra Rusia, Biden hizo volar (en forma clandestina y terrorista) los gasoductos del Báltico y ejerció todo tipo de presión política y económica sobre sus integrantes. Ahora Trump, pretende concentrar todos los esfuerzos en aislar a China y sumar aliados contra ella. La guerra comercial de aranceles en marcha se inscribe en este propósito. Con sus amenazas contra Alemania y la UE, pretende que esta se discipline a un frente antichino (parte importante de las inversiones alemanas están en China, etc.). La “paz” con Putin también tiene como objetivo alejar a Rusia de la alianza que viene manteniendo con China en el curso de la guerra Ucrania. Putin también está preocupado por el “abrazo del oso” que le está dando China con su “apoyo”. El “imperio celeste” avanza, constantemente, también sobre los países de la periferia asiática de Rusia bajo su dominio político/económico.

China interviene en el debate que se está desarrollando en el seno de los imperialismos de la UE: rechaza rivalizar con ellos y llamó a asociarse para crear una realidad internacional de poder multipolar (contra la orientación totalitaria de Trump). China apoya la participación de la UE en las negociaciones sobre la paz de Ucrania junto a EEUU y Rusia, defiende la vigencia de la ONU, etc.

Los choques interimperialistas se desarrollan bajo el redoblar de los tambores de guerra mundial y la creciente derechización, represión y fascistización de los regímenes políticos burgueses contra las masas trabajadoras y los luchadores por las libertades democráticas, buscando imponer la “unidad nacional” en cada país. Sin esa “unidad” es difícil, imposible, llevar adelante una guerra.

Es necesario que las fuerzas que se reclaman revolucionarias y el movimiento obrero combativo adopten una posición de independencia política y no se dejen arrastrar detrás de las “oposiciones” pseudo democráticas de los frentes de colaboración de clases, ni de las aventuras guerreristas hechas también en nombre de la “civilización” y contra los “totalitarismos”. Organizarse y movilizarse contra la guerra imperialista y contra los planes hambreadores de “ajuste” contra los pueblos. ¡Abajo los gobiernos capitalistas del hambre y la guerra!

Los eventuales “acuerdos de paz” entre Trump y Putin no traerán la paz. La política exterior de Trump se inscribe en un objetivo estratégico del imperialismo que apunta a un rediseño geopolítico del planeta en función de sus intereses y recuperar el liderazgo que se ha venido debilitando en las décadas recientes. Serán, en caso de consumarse, solo un interregno hasta la próxima y más sangrienta guerra de los monopolios. El reordenamiento del mapa político mundial para recuperar la hegemonía plena del imperialismo yanqui, que pretende ejecutar Trump, no será posible sin grandes crisis políticas y guerras. El enemigo de los trabajadores está dentro de sus fronteras nacionales, es su clase capitalista dominante.

La lucha por la paz es la lucha contra la guerra imperialista, es la lucha contra el imperialismo, por la revolución socialista mundial.

Apoyamos activamente el llamamiento a organizar una conferencia de organizaciones internacionalistas contra la guerra imperialista que se desarrollará en junio próximo en Italia. Proletarios del mundo: ¡uníos!

Convocatoria a una conferencia internacionalista y un plan de acción
Discutida y votada en la reunión del 25 de enero -
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