Tragedia en vuelo India-Londres: alarma global y reforma laboral en la aviación

Las miradas sobre Boeing y una advertencia a la política flexibilizadora de Milei.

Hasta el momento habrían mueto 290 personas.

Este jueves, un avión de la aerolínea Air India, modelo Boeing 787-8 Dreamliner que volaba de India a Londres, se estrelló causando conmoción mundial. Hasta el momento confirman que murieron 290 personas. Aún se desconocen las causas exactas, pero el accidente volvió a poner sobre la mesa la situación de la industria de la aviación civil y la falta de seguridad.

Boeing, la compañía yanqui que es el mayor fabricante de aeronaves, arrastra un historial de siniestros y controversias por fallas técnicas, como los dos accidentes mortales de su modelo 737 MAX en 2018 y 2019, que dejaron más de 300 muertos. Estos hechos derivaron en la suspensión global del 737 MAX y en procesos judiciales que obligaron a la compañía a pagar multas multimillonarias para evitar sanciones penales. En enero de 2024, un nuevo accidente de una aeronave de Boeing —en este caso, la explosión en pleno vuelo de una puerta del modelo 737 MAX 9 operado por Alaska Airlines— evidenció que la empresa había infringido los acuerdos de control y supervisión en función de obtener una mayor producción.

La trama detrás de estos siniestros quedo plasmada en el documental "Descenso: el caso contra Boeing", este hecho es el resultado de una orientación capitalista que busca sostener la rentabilidad empresaria a cualquier costo. La empresa, que fue fuertemente golpeada por los aranceles y la guerra comercial impulsada por Estados Unidos, trasladó esa presión económica al conjunto de sus operaciones globales, tercerizando procesos, presionando a los ingenieros para acelerar certificaciones, eliminando controles de calidad, acelerando despidos, recortes y precarización laboral, todo en función de reducir los costos en detrimento de la seguridad.

Esta misma lógica atraviesa hoy al conjunto de la industria aeronáutica, donde las reformas impulsadas por los gobiernos —como la que se busca imponer en Argentina— replican esa receta: bajar los “costos” laborales, flexibilizar condiciones y desregular servicios esenciales, aún a riesgo de la seguridad aérea. El pasado martes los pilotos argentinos realizaron un paro en rechazo a la reforma del código aeronáutico que, entre otras medidas, reduce sus semanas de vacaciones, aumenta la cantidad de vuelos mensuales y amplía la sobrecarga laboral, lo que incrementa la probabilidad de errores humanos y fallas operativas que pueden desencadenar accidentes.

Además, la proliferación de aerolíneas low cost y la desregulación de aeropuertos privatizados han llevado a una reducción de los estándares mínimos de seguridad, con infraestructuras insuficientes y protocolos laxos, como ya se evidenció en incidentes anteriores. En conjunto, estas medidas representan un riesgo directo para la integridad de los vuelos y la vida de pasajeros y trabajadores.

Esto ya está trayendo problemas en Argentina. En diciembre pasado, un accidente ocurrido en el Aeropuerto Internacional de San Fernando dejó en evidencia las falencias estructurales del lugar. En declaraciones a medios locales, un piloto explicó que las condiciones del aeropuerto son “insuficientes para la operación de las aeronaves que allí funcionan”, y resaltó la falta de infraestructura adecuada para el tipo y la cantidad de vuelos, agravada por la ubicación del aeropuerto en una zona residencial preexistente. San Fernando es administrado por Aeropuertos Argentina 2000, empresa vinculada al grupo Eurnekian, amigo del oficialismo, que se ha visto enormemente beneficiado por la desregulación de los vuelos pero que no ha invertido un solo peso en garantizar condiciones de seguridad.

Otra tragedia emblemática fue la ocurrida en Aeroparque en 1999, cuando el avión de la empresa Líneas Aéreas Privadas Argentinas (LAPA) se estrelló causando 65 muertos. Se constató que la compañía incumplía normas básicas de seguridad y no capacitaba correctamente a sus pilotos. La supervisión estatal a cargo de la Fuerza Aérea Argentina también fue cuestionada por su falta de control efectivo y efectivos imputados por incumplimiento de deberes de funcionario público. Sin embargo, empresarios y responsables políticos quedaron completamente impunes.

La tragedia reciente y la avanzada sobre los derechos laborales en la aviación no son hechos aislados: son el resultado directo de un programa de gobierno al servicio del capital, que recorta costos a costa de la vida y la seguridad de trabajadores y usuarios.

La reforma aeronáutica es parte de una ofensiva más amplia contra todas las conquistas obreras, que apunta a flexibilizar, privatizar y desregular en beneficio de los grandes grupos empresarios. Frente a este panorama, la única salida es la organización independiente de los trabajadores para enfrentar este programa antiobrero y anti-popular, con paros, movilizaciones y un plan de lucha que unifique a todos los sectores en defensa de sus condiciones de trabajo, pero también de la seguridad y la vida misma.

La defensa de cada puesto de trabajo y de cada derecho conquistado es inseparable de la pelea por un cambio de rumbo, por una reorganización integral de la aviación bajo control de sus trabajadores.

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