Internacionales
16/12/2025
Trump quiere imponer por medio del fraude y las amenazas al nuevo gobierno de Honduras

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Trump busca imponer a Nasry Asfura como presidente
Dos semanas después de las elecciones presidenciales hondureñas, en las que el jefe de la Casa Blanca, Donald Trump, intervino llamando abiertamente a votar al conservador Nasry Asfura, aún no hay un ganador claro y dos de los tres principales candidatos denuncian un fraude.
Trump había salido a defenestrar –setenta y dos horas antes de la apertura de las urnas- a la candidata del oficialismo, Roxi Moncada (de Libre, el partido de la presidenta saliente, Xiomara Castro) y a Salvador Nasralla (un presentador de televisión que se volcó a la política, fue vice de Castro y en estas elecciones competía por el Partido Liberal), y se había pronunciado por la candidatura de Asfura, del Partido Nacional, un partido tradicional de la derecha. Además, ese mismo día, indultó al expresidente hondureño Juan Orlando Hernández, del mismo mismo partido, condenado en Estados Unidos por narcotráfico.
“La democracia está en tela de juicio en las próximas elecciones en el hermoso país de Honduras el 30 de noviembre. ¿Maduro y sus narcoterroristas tomarán el control de otro país como lo hicieron con Cuba, Nicaragua y Venezuela? Quien defiende la democracia y lucha contra Maduro es Tito Asfura, candidato presidencial del Partido Nacional (…) Su principal oponente es Rixi Moncada, quien dice que su ídolo es Fidel Castro. Normalmente, la gente inteligente de Honduras la rechazaría y elegiría a Tito Asfura, pero los comunistas intentan engañar al pueblo presentando a un tercer candidato, Salvador Nasralla” (citado por Infobae, 30/11), sostuvo el magnate en sus redes sociales. Asfura, hasta ese momento, estaba tercero en las encuestas.
Los primeros reportes posteriores a la votación mostraron una paridad entre los dos candidatos derechistas, Asfura y Nasralla, ubicando en primera posición ora a uno, ora al otro. En su último informe, el Consejo Nacional Electoral (CNE) asignó al candidato respaldado por Trump un 40,5% de los votos, y un 39,2% a Nasralla. Más lejos, con el 19%, se ubicaba Moncada, la candidata de Libre.
En medio de la incertidumbre posterior a la elección, Trump volvió a intervenir para marcar la cancha: advirtió contra cualquier intento de “cambiar los resultados”, y asestó: “Si lo hacen, ¡será un infierno!”. La misma amenaza que el magnate formuló repetidamente contra el pueblo de la Franja de Gaza.
La misión de la OEA, alineada con Trump, asegura que los comicios fueron limpios y quiere apurar la proclamación del vencedor, para la que el CNE dispone como fecha límite el 30 de diciembre.
Sin embargo, hay al menos 2.800 actas electorales que presentan inconsistencias, más de 14% del total, y graves denuncias de opacidad en la transmisión de los datos. Las actas controvertidas equivalen a más de medio millón de votos que son determinantes entre el primer y segundo puesto. Otras fuentes denuncian que la cantidad de actas con irregularidades es aún mucho mayor.
El CNE busca apresurar la revisión de las 2.800 actas controvertidas para evitar que escale la crisis, aunque ni siquiera está claro que las revise a todas, ya que podría limitarse a una muestra de las mismas. Libre reclama la anulación de los comicios. Nasralla exige un conteo “voto por voto”.
En medio de este clima político, la titular de la CNE, Ana Paola Hall, convocó al ejército a cubrir las instalaciones de su organismo. Y militantes de Libre fueron desalojados por la fuerza de un campamento que habían establecido para reclamar transparencia en el recuento de las elecciones de la capital, que arrojan un resultado muy parejo entre Libre y el conservador Juan Diego Zelaya.
Honduras ya vivió un golpe de Estado en 2009, que depuso ese año a José Manuel Zelaya (esposo de Xiomara Castro y dirigente de Libre), y un fraude escandaloso con el que Juan Orlando Hernández, ahora indultado por Trump, logró su reelección en 2017. Las protestas contra ese fraude fueron ahogadas en sangre, con decenas de muertos como saldo.
Cuando vemos esta amalgama de golpes, fraudes, represión y narcotráfico, con el aval del imperialismo yanqui, se aprecia en todo su esplendor la hipocresía de la campaña contra Venezuela, que se hace en nombre de la defensa de la democracia y el combate a las drogas. El imperialismo, simplemente, apela a cualquier pretexto para justificar su dominación en la región.
El gobierno de Xiomara Castro
El candidato de Trump prometió un alineamiento total con la Casa Blanca, incluyendo su cruzada contra Venezuela. “Nuestro mayor socio comercial son los Estados Unidos, y yo buscaré hacer que esas relaciones sean más fuertes y más grandes cada día”, le dijo a Infobae (ídem). En este marco, aspira a desandar algunas decisiones de Castro, que en 2023 rompió relaciones con Taiwán y estableció acuerdos comerciales con China.
La política que sigue Trump para Honduras encuadra con la recientemente conocida Estrategia de Seguridad Nacional, que coloca a América Latina entre sus prioridades y busca contrarrestar los avances chinos en la zona. Nasralla también ofrecía una plataforma afín al trumpismo, pero cargaba con el peso de sus acuerdos con Castro, con la que rompió un año antes de estos comicios.
Castro ganó con más del 50% de los votos las elecciones presidenciales de 2021, frente a un Partido Nacional totalmente desacreditado por la corrupción, el narcotráfico, el crecimiento de la pobreza y del crimen organizado. Pero su gobierno no llevó a cabo un programa de ruptura con el imperialismo y de reorganización social de Honduras. Apenas encaró algunas tímidas políticas de asistencia social y subsidios del servicio eléctrico a sectores pobres. Tampoco avanzó en la legalización parcial del aborto, pese a sus promesas de campaña.
Mientras tanto, algunos de los peores aspectos de la realidad hondureña, como la precarización laboral (alrededor del 70% de informalidad), el desalojo de las comunidades campesinas e indígenas para el desarrollo de proyectos empresarios, y el asesinato de activistas ambientales, siguieron su curso.
En materia de seguridad, Castro felicitó al presidente salvadoreño Nayib Bukele por sus políticas represivas y las copió, dictando el estado de excepción en varias regiones. Y sumó como vicepresidente, como ya se apuntó, a un derechista como Nasralla. Otra experiencia que vuelve a mostrar los límites del nacionalismo burgués.
Fuera Trump de Honduras y América Latina
El fraude electoral y la injerencia estadounidense plantean la movilización del pueblo hondureño, como parte de una movilización continental contra la ofensiva imperialista. Para llevar a la victoria este proceso, es necesario el desarrollo de una estrategia de independencia de clase. Luchemos por la unidad socialista de América Latina.



