Internacionales
18/12/2024
Zelensky no es Chang Kai Shek
Respuesta al MST
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Debate con el MST
El MST ha tomado en sus manos la tarea de responder a la crítica que desde el Partido Obrero hicimos a las posiciones políticas del “Reagrupamiento” recientemente formado entre la LIS, (Liga Internacional Socialista), la L5I (Liga por la Quinta Internacional) y la OTI (Oposición Trotskista Internacional). En primer lugar, hay que destacar que en su respuesta hay una aceptación, que nos complace, de una consideración metodológica que expusimos en nuestro análisis. Y es que el texto de su “Reagrupamiento” se puede caracterizar en su totalidad por lo que opinan sobre la guerra de Ucrania. Lo evidencia el hecho de que ahora, en la respuesta del MST, dicho conflicto es el tema casi exclusivo. Entonces, para considerar la respuesta del MST, conviene regresar a la caracterización central del “Reagrupamiento” sobre ese tema; dice la LIS, L5I, OTI: “coincidimos en la política revolucionaria hacia Ucrania, donde vemos la combinación de dos procesos: la invasión de un país por parte de la potencia imperialista que lo dominó históricamente; y el conflicto interimperialista global que se dirime también en las trincheras ucranianas. En la medida que no hay una confrontación directa entre la Otan y Rusia, identificamos que el proceso predominante es la resistencia del pueblo ucraniano a la invasión del imperialismo ruso. Por lo tanto, la política revolucionaria implica apoyar a la resistencia para que gane y defender el derecho a la autodeterminación del pueblo ucraniano, como así también del Donbass, y a la vez enfrentar las políticas antiobreras de Zelensky y luchar por la disolución de la Otan”.
Vamos por partes. De los “dos procesos” combinados -dicen ellos– queda solo uno: “la resistencia del pueblo ucraniano a la invasión del imperio ruso”. Y de allí, que “la política revolucionaria implica apoyar la resistencia para que gane”. La frase de circunstancia sobre las políticas de Zelensky y la disolución de la Otan quedan descalificadas por la propia opinión del MST que afirma en su texto que el apoyo al bando ucraniano es independiente de quien dirija la lucha y quien provea las armas. Y lo de la “disolución de la Otan” también, minimizada por la opinión del “Reagrupamiento” de que “no hay una confrontación directa” con la Otan.
Nosotros opinamos que la realidad es exactamente la contraria, el proceso existente sí es una confrontación de la Otan -Estados Unidos y demás potencias aliadas- contra Rusia, sus países afines y, a su turno, China que es el objetivo estratégico del imperialismo.
Es de un reduccionismo insostenible el planteo de que en Ucrania se libra una guerra regional o circunscripta a dos países, consecuencia de la opresión de uno por el otro. La única manera de entender el conflicto de Europa Oriental es la comprensión de que se trata del foco hoy más caliente de un estado de evolución creciente hacia una guerra mundial, consecuencia de una crisis capitalista histórica, que no halla salida dentro de los límites nacionales, ni con los métodos económicos, políticos y diplomáticos tradicionales. Baste observar los vasos comunicantes de la guerra en Europa con el conflicto en Medio Oriente –el genocidio sionista en Palestina, el ataque al Líbano, el rediseño del mapa de Oriente Medio a la luz del golpe en Siria– o las tensiones militares en el Mar de la China y los conflictos armados en África. O ver, por ejemplo, cómo el desgaste militar de Rusia en Ucrania y de Hezbollah en el Líbano han sido un factor importante en la caída vertiginosa del régimen de Assad en Siria. Visto en esa escala, el choque Ucrania–Rusia nada tiene que ver con una lucha colonial contra el “imperialismo ruso”. Sí, en cambio, con la expansión de la Otan. No solo hacia los países del antiguo bloque del Pacto de Varsovia, como Polonia y Hungría; también hacia los antiguos territorios integrantes de la Unión Soviética, como Lituania, Letonia y Estonia. En este sentido, técnicamente la Otan no puede llegar más cerca de Rusia, pues su frontera ya está a menos de 200 kilómetros de San Petersburgo. El bando de Zelensky no pelea por una causa nacional y mucho menos de autodeterminación libertadora. Es, orgánicamente, el brazo armado del imperialismo yanqui y la Otan, con el objetivo de extender el dominio de la Alianza del Atlántico Norte a los países del ex bloque soviético y así cercar a Rusia y ponerse a tiro de su gran objetivo estratégico que es China.
La llamada “resistencia” de Zelensky depende totalmente de la provisión de millones de dólares por parte de Estados Unidos y los imperialistas europeos. Y de armamento de todo tipo, aéreo y terrestre de los arsenales de la Otan. Parte de él, de tan avanzada tecnología que su manejo sería imposible sin militares y técnicos de la Otan que los operen. Agréguese que varios gobiernos europeos, con Macron a la cabeza, alistan tropas para sostener al desgastado Zelensky. Putin, por su lado, persigue el dominio y la reconquista de los territorios de la ex Gran Rusia, en beneficio de la oligarquía burocrática/burguesa y mantener el control de la restauración capitalista de ese bloque, sin la injerencia dominante del imperialismo occidental.
Objetivos antiobreros y antisocialistas de los dos bandos. Nada que apoyar. A la luz de este análisis plantear que la de Ucrania es una guerra anticolonial y por su autodeterminación es una falacia. Y menos hacerlo apelando, como hace el MST, a modelos de dudosa aplicación como la guerra chino–japonesa de 1932. Ojo con las comparaciones silvestres; los análisis deben ser concretos. Cuando Trotsky apoya a China contra el imperio japonés, caracteriza que el gigante asiático vive un despertar histórico y que Chiang Kai-shek, que a pesar de su carácter de asesino de los comunistas se encontraba a la cabeza de un gran movimiento nacionalista burgués como el Kuomintang, se ve obligado a enfrentar la invasión japonesa, por lo que hay que combatir en ese campo. Sumado a que la incursión invasora había penetrado mucho y costaría sostenerla, se daban las condiciones de un estallido obrero revolucionario. Nada de esto es aplicable a la actualidad bélica de Europa Oriental. Ucrania no es la China del 32; Zelensky no es Chiang Kai-shek.
Pero dejemos las citas bibliográficas. Las posiciones del MST y del “Reagrupamiento” no son producto de una mala interpretación de Trotsky, sino de la enorme presión internacional de la propaganda imperialista, que ha llevado a que gran parte de la izquierda mundial se coloque en el campo de la Otan en nombre de la “democracia”, llegando a hacer campañas por “armas y fondos para Ucrania” y aprobando los presupuestos de guerra de sus gobiernos y hasta -es inevitable- el envío de tropas a la carnicería imperialista. En el Partido Obrero no queremos estar del lado de Biden, Trump, Macron, Milei, cuando Zelensky visita a sus gobiernos para recaudar fondos para la guerra.
Finalmente, ¿por qué quienes se alinean con la Otan en Europa, denuncian a la Otan en Medio Oriente? Es una contradicción que deben explicar ellos. Es una evidencia más de su carácter centrista, no socialista revolucionario.
Guerra a la guerra; derrotismo revolucionario; el enemigo es Zelensky, Putin y sus regímenes; confraternización de trabajadores rusos y ucranianos, por gobiernos obreros.