El Ministerio Público Fiscal informó que los exámenes de ADN realizados sobre muestras de sangre tomadas en el domicilio de Santiago Campos Matos (37), imputado y detenido en la investigación por la desaparición de la docente Anahí Bulnes (36), en Córdoba, “arrojaron resultados comparativos positivos con la rama femenina de la familia de la desaparecida”. El hombre está acusado de homicidio y se espera que la causa se agrave.

Las huellas de sangre fueron localizadas en el piso, durante el allanamiento realizado a fines de diciembre. Esas manchas habían sido limpiadas. Hay registros de cámaras de seguridad policiales que muestran a Anahí Bulnes y Santiago Campos Matos entrando al edificio. Ella no salió más, mientras que a él se lo vió saliendo luego, con al menos una bolsa de consorcio.

El acusado faltó a su trabajo durante los cinco días posteriores a la fecha de desaparición de la docente. Tenía lesiones defensivas en sus brazos, que justificó mediante diferentes versiones a sus allegados. Durante esos días también se deshizo del colchón donde dormía y buscó uno nuevo. En su departamento se encontraron cuchillos, una sierra y otras herramientas de mano. Campos Matos es cocinero y aprendió de su padre la habilidad con los cuchillos, ya que era carnicero.

Cabe recordar que este hombre tenía un aberrante antecedente: a fines de noviembre de 2021 fue denunciado por violar a una nena de 10 años. Esta causa nunca avanzó. Según el relato de la madre de la menor -quien efectuó la denuncia-, el abuso ocurrió durante una “pijamada” de la que también participaban las hijas del acusado. Como respuesta, se ordenó una restricción de acercamiento y comunicación entre el denunciado y las víctimas por tres meses, que consta en una resolución del Juzgado de Niñez, Adolescencia, Violencia Familiar y de Género de Quinta Nominación.

Evidentemente, el perfil del hombre no llamó la atención de la Justicia en 2021, aunque bastaba ver sus redes sociales para advertir que se trataba de una persona sádica y morbosa. En este sentido, en los allanamientos al domicilio le secuestraron varios libros sobre crímenes y rituales macabros, que incluyen el descuartizamiento de cuerpos y el canibalismo.

La familia de Anahí denunció la desaparición inmediatamente, pero el Estado no actuó en los mismos términos, pasando por alto un protocolo de búsqueda que se consiguió en Córdoba con sangre, sudor y lágrimas. De hecho, por “falta de recursos” para la investigación, se cambió de fiscalía. Y la causa solo avanzó cuando los familiares pusieron una abogada y salieron junto a las organizaciones sociales a reclamar por la docente. Un mes después, seguían suplicando en las calles que se multipliquen los recursos para encontrarla.

A los treinta y seis días se confirmó que la sangre que había en el departamento de Campos Matos era de Anahí. Él todavía no declaró, probablemente sea indagado esta semana. Ella sigue sin aparecer, en una provincia donde, en el último año, hubo un incremento de los femicidios. Estos crecieron a la par de otros hechos de violencia contra las mujeres que en muchos casos involucran a funcionarios del gobierno y a la policía.

El caso de Anahí muestra la responsabilidad del Estado en el agravamiento de la violencia y el sometimiento contra las mujeres, en un cuadro de descomposición social. Bajo esta comprensión, el Plenario de Trabajadoras plantea la creación de un Consejo Autónomo de Mujeres y Diversidades, y también de un fuero especializado en violencia, con jueces y fiscales electos y revocables por el voto popular, para que esté en nuestras manos el rumbo de las políticas de género y la administración del presupuesto destinado a las mismas.

Queremos saber dónde está Anahí Bulnes, maestra, madre de tres niñas, sostén de familia, desaparecida el 5 de diciembre de 2022. La experiencia indica que no hay que sacar los pies de la calle. Solo la movilización de los familiares y las organizaciones sociales es capaz de llegar a la verdad. Basta de violencia, ajuste y femicidios.