Mujer

3/3/2022

La hipocresía de la ministra Gómez Alcorta sobre la violencia hacia las mujeres

Sobre las declaraciones acerca de la violación grupal en Palermo.

Imagen: La Voz.

La violación grupal a una chica de 20 años en el concurrido barrio de Palermo por parte de seis hombres, a plena luz del día, generó una enorme conmoción. Al día siguiente existieron manifestaciones de docentes y estudiantes en Munro, Vicente López, el barrio en que viven dos de los violadores. Fue tal el revuelo generado, que la ministra de Mujeres, Elizabeth Gómez Alcorta, tuvo que dar declaraciones al respecto.

Fue mediante un hilo de tuits que la ministra dijo: “Es tu hermano, tu vecino, tu papá, tu hijo, tu amigo, tu compañero de trabajo. No es una bestia, no es un animal, no es una manada ni sus instintos son irrefrenables. Ninguno de los hechos que nos horrorizan son aislados. Todos y cada uno responden a la misma matriz cultural. Estamos convencidas de que otra realidad es posible. Las mujeres y LGBTI+ lo sabemos porque hemos desarrollado estrategias para sobrevivir en un entorno que siempre nos fue hostil. Tejemos redes, porque aprendimos que si tocan a una nos tocan a todas”. Frente a estas declaraciones, un sector de la derecha, encabezado por Patricia Bullrich y característico por ser contrario a los derechos de las mujeres, intentó impugnar estas declaraciones y pidieron la renuncia de Gómez Alcorta. Pero el nudo del debate no se encuentra allí.

Más allá del análisis que pueda hacer la ministra (que es patrimonio de investigadoras y de un ala del feminismo que desarrolla estas teorías), su respuesta frente a la cruda realidad que sufrimos mujeres y diversidades, no pasa de los comentarios de Twitter. Luego de 2 años de ser funcionaria de un Ministerio de Mujeres, Diversidades y Género que surgió como fruto de la deliberación que existe en el movimiento de mujeres sobre estas problemáticas, no existió política de este gobierno para enfrentar esta realidad. A pesar de los anuncios y de las palabras, que superaron ampliamente a la acción, ni una medida tomada puede ser catalogada realmente como una política sólida para cambiar las condiciones de base que llevan a que en Argentina no ceda la escalofriante cifra de un femicidio diario (Prensa Obrera, 9/12/21).

La Educación sexual integral no fue siquiera parte del discurso por parte del Ministerio. La presentación de los últimos presupuestos contó con la celebración, por parte de las feministas oficialistas o en el gobierno, de un “presupuesto con perspectiva de género” que esconde que el supuesto carácter progresivo del etiquetado PPG es decir, partidas consideradas “con perspectiva de género”, se encuentra distorsionado. El crecimiento de estas etiquetas no significa un aumento de las políticas destinadas a eliminar la discriminación laboral de las mujeres, ni a prevenir la violencia o fomentar la formación en ESI, sino que se asignaron estas etiquetas a políticas o asignaciones presupuestarias que ya existían y que ahora son “resignificadas” como un aporte a resolver cuestiones de género, como por ejemplo en los planes sociales.

La ministra no critica que la ESI tenga una subejecución presupuestaria dentro de la cartera de Educación. Porque la motivación gubernamental no es solventar todo lo que se necesita para aplicarla: más postítulos gratuitos, formación docente en servicio, formación en los estudios de grado, y la designación de más especialistas para tratar las problemáticas. Hoy mismo, en la mayoría de las escuelas son inexistentes los contenidos acerca del uso de los métodos anticonceptivos y únicamente se habla de reproducción de forma biológica. Todavía perdura la discriminación a las diversidades sexuales y la falta de contenidos por fuera de la heteronorma. La necesidad de su aplicación es urgente, y la discusión de sus contenidos entre docentes, estudiantes, profesionales y organizaciones de mujeres y LGBTI+ es vital para lograr la ESI que necesitamos.

La razón de fondo de esta situación es que el dictado de educación sexual integral, científica, laica, con perspectiva de género, respetuosa de la diversidad y libre de prejuicios, es incompatible no solo con la jerarquía jurídica y política con la que cuenta la Iglesia Católica, sino con la naturaleza de clase del Estado, resorte último y principal para preservar un orden social basado en la explotación, la opresión, la violencia y la discriminación. De eso tampoco habla la ministra.

Al no hablar ni de la ESI ni de la iglesia, lo que la ministra no puede dar cuenta es de haber iniciado ni una política efectiva en este terreno, fruto del profundo arraigo de ideología de Estado que representa el catolicismo, sentando sus bases en la discriminación, los prejuicios y la educación en el sometimiento.

La lucha por la educación sexual, laica y científica, para acabar con todas las violencias y por la separación de la Iglesia del Estado vendrá de la mano de la movilización independiente de las mujeres y diversidades, sin ataduras a los gobiernos y el clero. Con esa perspectiva, vamos a la movilización independiente el 8M en Plaza de Mayo y en todo el país.