Opinión
15/10/2022
Acerca de la película de Darín “Argentina, 1985”
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Ricardo Darín interpreta al fiscal Julio Strassera
Asistí a la primera función el día de estreno de la película "Argentina, 1985". Luego esperé hasta que esta semana llegó la crítica de Prensa Obrera, y vengo a presentar algunos aspectos para sumar al debate.
Ricardo Darín en su juventud puso a consideración de la población su capacidad actoral en “Esa mujer” episodio del ciclo de ATC “Cuentos para ver”, dirigido por Inda Ledesma. Pasaron los años y el artista fue hacia adelante en su crecimiento artístico y en la consideración popular. Y hoy pone en juego su historia, su fama, e incluso sus finanzas (forma parte de la producción) en una película que trae un tema que atañe al interés del conjunto de la población del país, y del mundo. Reconocida por el público en Italia, generó también debates en la población española acerca de su propia dictadura.
Bertolt Brecht, escritor, director de teatro alemán e incipiente director de cine, señaló en el debate de su tiempo que la masividad del interés del fútbol como espectáculo radicaba en que el público asistía conociendo qué iba a ver. Entonces nuestro interés de público radica en cómo se jugará el juego cada día. En “Argentina, 1985”, como en el fútbol, el público sabe qué partido se jugará, conoce en profundidad el tema y nuestra adhesión total se produce por el juego que se ha creado. Y la juventud tendrá su primera vez, o ahondarán en lo estudiado, pero cerca de mayores que fueron testigos.
El guión y la dirección dan el puntapié inicial en el “clima de época”. El movimiento de los personajes en las calles, en el tono y el volumen de sus conversaciones, cristalizan en el momento en que el protagónico y su hijo entran a un estacionamiento, están por subir a su auto, pero deciden no hacerlo. La fotografía, el encuadre de la cámara y sus movimientos, nos recuerda el miedo constante, la amenaza presente, el miedo de vivir bajo aquella dictadura. Y la acción del personaje nos señala las precauciones que había que tener para sortear la parálisis que podía generar aquel miedo. El humor para reír, como en las tragedias griegas, aparece también en cada escena para que podamos seguir atendiendo lo trágico de la historia. La rigurosidad en la creación de este mundo por sus realizadores, son lo que está haciendo vislumbrar a la película como un nuevo clásico del cine argentino.
El arte que acompaña la idea de la película se despliega en la excelencia de los jugadores en cada uno de sus rubros. Mónica Toschi vuelve a reafirmar su maestría en vestuario, Ángela Caracija juega una tesis de contrates en maquillajes, y así quienes se ocuparon de fotografía, iluminación, música. Armaron un equipo “técnico” grande además en número, ya que se completa con un elenco poderoso.
Ricardo Darín está en la madurez de su historia artística. Cuando en la sencillez al actuar lo complejo de su personaje pone en juego la síntesis del pensamiento del actor en escena. Sus silencios son acción en línea con ese pensamiento, totalmente al servicio de la historia.
Del otro protagónico, Peter Lanzani, se rumorea en los pasillos de los teatros, que sería considerado para el mejor actor de reparto en los premios Oscar (la película fue votada para participar en representación de Argentina). Pero más allá de si este rumor se concreta, sirve para considerar la felicitación que el público de su pueblo está dando al actor. Ellos dos protagonizan la película y el elenco, mas allá de la excelencia que esperamos de elles antes de entrar a la sala, porque los vimos en películas o teatros, pareciera que aquí hubiese asumido la actuación mas allá de lo artístico, desde una consideración histórica, desde su propia posición respecto al tema. Nombraré apenas algunes empezando por Alejandra Flechner, que con extrema delicadeza y convicción, haciendo la esposa del fiscal Julio Strassera, juega con maestría. Como ella, Héctor Díaz, Claudio Da Passano. Paula Ransenberg, la nueva secretaria del fiscal, convierte en un cuento propio a su “pequeño” personaje, desde su presentación hasta que se retira cuando la tropilla de fiscales, en su ajetreo investigativo le ha expropiado la oficina.
Norman Briski reafirma su carácter de arquetipo de actuación en la argentina. Los “arcos” de las historias de cada personaje son llevados por el guión a través de cada una de las escenas o en cada microsecuencia, por toda la película, que estalla en una sinfonía coral cuando promedia el relato. Carlos Portaluppi hace de juez, y su actuación tiene claridad sobre el poder de todos los jueces que vimos en la historia del cine. José Luis “Pepe” Arias crea un Bernardo Neustadt formidable partiendo desde una cita del que conocíamos hasta hacer uno propio. Así, de cada una de las actuaciones se podría conversar mucho tiempo, lo que es muy saludable. Fernando Contigiani, que hace uno de los testigos, sintetiza con belleza de nueva actuación una tremenda historia de amor de aquellos tiempos de miedo. Y es placentero señalar que el guión incluyó como soporte de los protagónicos, al grupo de fiscales jóvenes (popularmente ya se los llama “fiscalitos”) que los acompañó en la investigación para el juicio. El guionista y el director felizmente se tomaron la libertad de presentarlos en grupo, a modo de duendes o hadas en una obra de Shakespeare, aunque en este caso son espíritus con intelecto. Un grupo de jóvenes abogados dispuesto a participar, que brilla como grupo ficcional, cada une en su diferencia, desde Félix Santamaría a quien le tocó el abogado militante. Manuel Caponi con gracia de duende. Hasta el joven Brian Sichel que aporta raciocinio, ternura y emociones a los colores de la película.
Leí en varios medios acerca de lo que se escribe en torno a la película, en general la saludan con beneplácito, a veces exigiéndole que fuera un documental. Pero claramente es una película de ficción, basada en un tema que conocemos todes, lo sabemos antes de entrar al cine. Y como tales conocedores tendremos la posibilidad de analizarla luego. Personalmente me entregué plenamente a la película en su momento de mayor tensión política. Fue el instante cuando, a modo de Bergman en “El huevo de la serpiente”, guión y dirección trajeron a la pantalla la presencia de Italo Luder. Arrinconado por la defensa de los dictadores, devela su autoría del decreto de “aniquilamiento” de la” subversión” siendo presidente del gobierno peronista del período anterior. Presidente “a cargo” pero presidente al fin. Orden “civil” que usaron luego los militares para justificar la dictadura. Y en ese momento pude recordar que el peronismo, décadas mas tarde, para ampliar su credibilidad, usó en otro gobierno suyo el acto de descolgar el cuadro del dictador Videla de la Casa Rosada, pero jamás se atrevió a descolgar el cuadro de Luder del panteón de próceres de su partido.
Y este recuerdo llega en momentos en que otro gobierno más del peronismo entrega los restos de nuestra economía al FMI. Y el futuro de la Ley de humedales al arbitrio de los gobernadores provinciales, Luderes provincianos muchos de ellos, amantes de la minería a cielo abierto y el fracking. Destructores concientes de la ecología nacional y otras cuestiones que están significando horrores para la humanidad, en pos de sus negocios capitalistas y el de las multinacionales. Todo esto en días en que gobiernos provinciales y nacional reprimen a los mapuche. Y practican y preparan tropelías contra les trabajadores.
Por razones laborales mis horarios libres los tengo a la mañana, me preparé para asistir a la primera función, pero en los cines ya no hay funciones a esa hora. Asistí entonces a la primera de la tarde. Y aunque fui a sala en un shopping, no hay empleades suficientes, se hace la misma cola para comprar entradas (no funcionaba para comprar por internet, misma cola para los que puedan comprar pochoclos -como si la sala de cine fuera un patio de comidas donde los comensales molestan con sus ruidos a quienes ven cine), y una sola empleada no sólo para vender, sino para hacer el pochoclo. Otra empleada que corta los tickets y alguien más como proyectorista. Tres empleades para atender a cientos de personas. Los dueños de los cines deberían colaborar en este tiempo, porque esta película vino para quedarse y abrir el debate.
PD: Cuando estaba por enviar esta carta publicaron nueva nota con el análisis de Julián Morcillo y Alejandro Rath, que recomiendo fervientemente leer.
https://prensaobrera.com/cultura/romina-del-pla-presento-un-proyecto-de-ley-de-promocion-de-la-danza