Políticas

16/5/2022

A luchar por un paro nacional y plan de lucha

Desarrollemos una campaña desde abajo en todo el país.

Una movilización de una fracción enorme de la clase obrera.

A través de los voceros del Polo Obrero y el Partido Obrero, la Marcha Federal colocó en todos los medios la cuestión del paro nacional y el plan de lucha. Eduardo Belliboni llamó desde la Plaza de Mayo a “arrancarlo desde abajo”.

Pero es mucho más que eso. Objetivamente una movilización de 150 mil personas en la Plaza de Mayo y de otro tanto en cada uno de los puntos de partida y actos intermedios en todo el país coloca el tema. Se trata de una fracción enorme de la clase obrera, la desocupada, precarizada y en negro que puso en la agenda nacional la cuestión del trabajo, el salario, el hambre y la pobreza, como significaron de manera potente sus consignas centrales.

A eso debemos sumarle el apoyo de sindicatos, seccionales, cuerpos de delegados combativos y sectores en lucha que apoyaron la movida. Desde el Plenario del Sindicalismo Combativo y más allá de sus límites también. Nadie pudo mirar para otro lado excepto, claro, la burocracia sindical.

Sin embargo el tema fue ampliamente debatido en la intimidad de las direcciones sindicales de todo el país. No resulta casual que la CTA Autónoma lance un paro, el primero bajo el gobierno del Frente de Todos, para el 24 de mayo. Es cierto que está concebido como un paro de presión a un gobierno que no dejan de reivindicar y aún de integrar, y que ATE avala paritarias a la baja, pero también lo es que Conadu Histórica -federación docente universitaria que integra sus filas- fue al paro nacional el 13 de mayo. No pudieron evitar enfrentar el propio gobierno que ha deteriorado severamente el salario universitario, robando aún la cláusula gatillo que arrancaran luchando contra el gobierno de Macri. Solo atinaron a que ese paro no coincidiera con la culminación de la formidable Marcha Federal el día 12, como mocionó AGD UBA.

Pero el debate sobre el cuadro de deterioro del movimiento obrero ante la brutal espiralización inflacionaria y la caldera que expresó la Marcha Federal ha llegado a la cúpula de la CGT. Gerardo Martínez, el verdadero número dos de Daer, deslizó ante Infobae que “estudian realizar una movilización contra la inflación”. Infogremiales lo refleja en estos términos: “Los gordos sobreactúan albertismo, sin embargo filtraron que analizan alguna protesta ‘contra la inflación’ como paraguas para que el malhumor con la política no se los lleve puestos con un nuevo “Que se vayan todos”.

En otros ámbitos, más académicos y empresariales, el exviceministro de Economía de Cristina Kirchner –hoy alejado de la tropa K- Emanuel Álvarez Agis, “recordó esta semana en declaraciones radiales que, en un contexto de alta inflación, la carrera sin freno de precios y salarios suele terminar en un choque con efectos graves para todos (o casi todos)” (La Nación, 16/5).

El eje de la cuestión es la inflación y su impacto demoledor sobre los ingresos de la población trabajadora en su conjunto, lo que se combina con la falta de trabajo para millones de trabajadoras y trabajadores y la precarización e informalidad que contribuyen a la enorme pobreza que se extiende cada mes. Ya está claro que con la línea de pobreza en no menos de $95.000 en abril después de la publicación del 6% -más del 30% en alimentos en el primer cuatrimestre del año- son millones de trabajadores con trabajo y conveniados los que caen en el cuadro.

Pero está mal hablar solo de la pobreza. La caída del poder adquisitivo con una marcha inflacionaria del 70/80% (si anualizamos el primer cuatrimestre) impacta sobre toda la clase trabajadora. No solo se ha devorado paritarias del 45% en cuotas como la de la UOM, también deja al desnudo la miseria de la sonada paritaria de Comercio, con importes en negro hasta el año que viene aunque al final de las cómodas cuotas alcance casi un 60%; o la escala textil, que a partir de mayo marca $248 la hora para la categoría inicial, un salario en la mitad de la pobreza, como lo denuncian las obreras de Textilana.

Los paros realizados por algunos gremios como bancarios, televisión, docentes en varias provincias, por seccionales de UTA, el Sipreba, la UOM de Río Grande en Tierra del Fuego y ni hablar del Sutna, han sido de cumplimiento total. En otros casos como Foetra, hubo movilizaciones en las puertas de algunas empresas porque el sindicato no convocó al paro. Pero la bronca obrera contra el estado de cosas es enorme, creciente.

Y es evidente que se acumulan nuevos factores. Los tarifazos que acaban de aprobarse en audiencias públicas, el traslado de la inflación internacional ante un gobierno completamente paralizado para divorciar los precios internos aunque se trate de un negocio descomunal de los exportadores, la tensión cambiaria, los aumentos de la tasa de interés que considerada de manera efectiva ya supera el 70%. Es el plan del FMI en acción, porque semejante transferencia de ingresos de los trabajadores al capital y al Estado vía recaudación es funcional al repago de la deuda.

El kirchnerismo también ha tomado nota. Maniobra con proyectos como el “ingreso universal”, la nueva moratoria o el blanqueo para pagarle al Fondo, pero sus sindicalistas son parte esencial del freno a la clase obrera, como Abel Furlán de la UOM, o Baradel capaz de apelar al fraude en Suteba para seguir apoyando a Kicillof.

El gobierno por toda respuesta largó los bonos para trabajadores informales y para jubilados aunque millones no logran acceder y más recientemente un adelanto de las cuotas del salario mínimo, vital y móvil. Aquello de los precios por asensor y los salarios por escalera vuelve de manera circular a la explosividad argentina.

No hay tiempo que perder. Las maniobras para evitar un “choque”, como pronostica Alvarez Agis, u otro “que se vayan todos”, son solo eso… maniobras. La cuestión de fondo es poner en pie a la clase obrera para enfrentar de conjunto al plan del FMI pactado por el gobierno y apoyado por toda la clase capitalista y sus partidos. Un acción capaz de derrotar el ajuste en curso. Y eso es un paro nacional y un plan de lucha. Con un programa: $100 mil de mínimo, vital y móvil, por convenios equivalente a la verdadera canasta familiar de $180 mil. Por cláusulas gatillo de garantía frente a la inflación, cualquiera sea su nivel. Por el 82% móvil.

Los sindicatos son de los trabajadores. Impulsemos un congreso de delegados electos, con mandato de asambleas de todos los sindicatos y organizaciones sociales, de unidad de ocupados y desocupados. Organicemos un plenario de ocupados y desocupados para impulsarlo en todo el movimiento obrero.

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