Políticas

27/9/2024

A pesar del Rigi y la reforma laboral, hay desinversión en Argentina

Desde que asumió Milei, se fueron ocho multinacionales del país.

Cerraron 12 mil empresas desde que empezó el año.

A contramano de la promesa del gobierno, estamos asistiendo a un proceso de desinversión capitalista en Argentina que pone en peligro nuevas fuentes laborales. El Rigi y el retroceso de las condiciones de trabajo no redundan en nuevas inversiones, solo se traducen en más saqueo nacional y precarización para los trabajadores.

Desde que asumió Milei, lejos de arribar inversiones extranjeras, ya son ocho las empresas multinacionales que se fueron del país: HSBC, Xerox, Clorox, Prudential, Nutrien, ENAP, Fresenius Medical Care y Procter & Gamble. Si a esto le sumamos la reticencia de la malaya Petronas a instalar la planta de GNL en suelo local, podemos afirmar que la sanción del Rigi no ha servido como señuelo para atraer capitales foráneos. Sucede que estos, antes que nada, exigen como condición para invertir que se levante el cepo cambiario; una garantía de “seguridad jurídica” que el oficialismo no está pudiendo concederles como resultado de la crisis de reservas. Algunos, incluso, son partidarios de una nueva devaluación, que el gobierno se resiste a ejecutar debido sus consecuencias inflacionarias.

En total, desde que comenzó el año cerraron 12 mil empresas según los datos recabados por Fundar. Según la consultora Orlando Ferreres, en julio la tasa de inversión cayó 11,2% interanual y 20,6% en los primeros siete meses del año. Por su parte, un informe de Cifra arroja que la inversión retrocedió 30,3% entre el tercer trimestre 2023 y el segundo trimestre 2024. Difícilmente despunte la formación de capital en un contexto de tanta recesión, donde la industria está funcionando al 59,7% de su capacidad instalada (medida en julio 2024).

La publicación de Cifra citada anteriormente también ilustra la magnitud de la recesión económica. Entre noviembre 2023 y junio 2024, la industria manufacturera cayó 12,2%, mientras que la construcción se desplomó 30,9% en los primeros siete meses del año. Un escenario propiciado por las políticas gubernamentales de parálisis de la obra pública, apertura importadora y golpe a los ingresos populares que repercute en el consumo. Que este último no repunta lo demuestran los últimos datos del Indec, donde se ve que en julio las ventas en supermercados se redujeron en un 12,3% interanual a precios constates, y, en autoservicios mayoristas, mermaron un 17,1% en el mismo período.

El anuncio del gobierno de que va a subsidiar a aquellas patronales que reduzcan energía durante el verano recrudecerá el panorama recesivo, el cual, como viene ocurriendo, será facturado a la cuenta de los trabajadores por medio de despidos y suspensiones.

Como vemos, el argumento oficial de que había que otorgar más beneficios impositivos a las patronales y flexibilizar el trabajo para destrabar inversiones se ve desmentido por la realidad. El Rigi y la reforma antiobrera aprobados en la Ley de Bases solo garantizan más entrega nacional y pauperización de las condiciones de vida de la población trabajadora, no así, la llegada de inversores al país. Prima el parasitismo de una clase social renuente a invertir en el sector productivo, en un contexto de crisis de sobreproducción capitalista; solo busca recomponer su tasa de ganancia aumentando los ritmos de explotación de la fuerza de trabajo.

El poco entusiasmo del capital internacional a afincarse en el país debe ser leído como un nuevo fracaso del gobierno, cuya suerte, además, está atada a las divisas que puedan ingresar a través del Rigi y el blanqueo de capitales; en un cuadro donde los préstamos internacionales no llegan, el agro continúa reteniendo parte de su cosecha a la espera de una devaluación y vencen en 2025 nada menos que U$S 17.522 millones en concepto de deuda externa pública.

A todo esto, Milei descargó un ajuste feroz sobre las mayorías populares, llevando la pobreza al 52,9%, bajo el argumento de que con superávit fiscal se solucionarían los problemas económicos del país. Ahora bien, eso no ocurrió, sin embargo, promueve redoblar el plan motosierra que ya ha fracasado. Sucede que el empantanamiento descripto hunde sus raíces en la bancarrota del Estado, fruto de la incesante fuga de capitales que perpetúa este gobierno y quienes lo precedieron en el cargo.

No podemos permitir que Milei nos siga hundiendo, hay que echarlo con la movilización popular e imponer una salida política que dé lugar a un ciclo de inversiones a partir de preservar el ahorro nacional, repudiando la deuda externa usuraria y nacionalizando bajo control obrero el sistema financiero y el comercio exterior.

El gobierno reglamentó la reforma laboral con un fondo de despidos a la carta
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