La ministra de Educación porteña Soledad Acuña y el dirigente social del MTE Juan Grabois protagonizaron un debate con la temática de la Educación, con algunos cruces pero un gran ausente: el ajuste del FMI y su incidencia en el deterioro educativo y los recortes presupuestarios.

El evento fue convocado por la organización Argentinos por la Educación y buscaba suscitar una polémica respecto a la temática educativa, enfrentando dos posiciones divergentes al respecto, con alineamientos políticos antagónicos entre los principales bloques políticos patronales: Juntos por el Cambio y el Frente de Todos.

Ambos exponentes convergieron respecto al punto de la existencia de una crisis educativa y de una “lenta degradación” del sistema, aunque divergieron en las razones. Mientras para Acuña el problema reside en un supuesto “populismo educativo” que baja la vara, en la “crisis de valores” y en la falta de adaptación de la escuela al mercado –convenios con el capital privado; para Grabois se trata solo de un problema de gestión, independientemente del ajuste en marcha.

El “ellos” y el “nosotros”

En uno de los cruces de Grabois contra Acuña, el moderador, Mario Pergolini, interrogó al dirigente social respecto a si consideraba la existencia de un “ellos y un nosotros”: una alusión a la “grieta” entre oficialistas y opositores, y, para quien quisiera, una oportunidad de diferenciar socialmente las responsabilidades del descalabro educativo.

La respuesta de Grabois fue por la negativa, considerando que solo se trata de “posiciones distintas y todas son respetables” y que “hay un montón de cosas en las que nos podemos poner de acuerdo”.

Se trata de una definición de fondo sobre los problemas educativos: presupuestos subproyectados, docentes mal pagos, crisis de infraestructura, desinversión en insumos y medios tecnológicos, baja calidad de los alimentos, mitad de la población infantil y los niños en la pobreza, etc.

Grabois reduce el problema a la actitud de las gestiones, sin considerar la orientación política que estas desenvuelven, que se expresa en la aprobación del Presupuesto 2023 de ajuste, en el pacto con el FMI y en el vaciamiento educativo.

De allí que su propuesta es convertir a las 400 escuelas que se encuentran en las villas y barrios populares del país (más de 5.000) en las mejores y más equipadas. Se trata de una bomba de humo: Grabois sostiene al gobierno que siquiera urbaniza las villas que dice privilegiar.

Gobiernos del ajuste

Lo que sí reconoció Grabois es que “la educación está como está por los gobiernos”, e involucró a todo el mundo en la bolsa, a propios y ajenos. Aunque no señaló ningún curso de acción, para quien viene de amagar con una ruptura y terminó con los pies dentro el plato.

Acuña responsabilizó a los sindicatos de incorporar supuestos intereses “corporativos” en el manejo de la educación, lo que evitaría avanzar en reformas más profundas. Sin embargo, las direcciones sindicales burocratizadas, que responden al oficialismo, han sido garantes del proceso de vaciamiento educativo y son el canal donde pasa la ampliación de jornada laboral con la 5° hora y otras reformas.

Tal es el compromiso de los Yasky y Baradel con el ajuste que vienen de posar junto al embajador de los Estados Unidos en la Argentina, en una clara señal de apoyo a la agenda del FMI en el país.

Es la docencia combativa de los Sutebas Multicolor y el activismo, junto con estudiantes y trabajadores estatales, los que desenvuelven la lucha contra esta política, lo que se expresa por ejemplo en el paro de la docencia combativa de este jueves 17.

La política educativa en el país es dictada por los lineamientos del capital financiero internacional. Todos los gobiernos capitalistas, uno tras otro, defienden la Ley de Educación Nacional, con la que se avanzó en la descentralización del financiamiento y las decisiones educativas, profundizando el vaciamiento y la penetración del capital privado en el sector.

No solo se trata de “no echarle la culpa a los chicos y a los papás que se movilizan por causas justas” sino justamente de desenvolver ese movimiento de lucha en todo el país, para fortalecer la pelea contra el FMI y los gobiernos, nacional y provinciales, que aplican las recetas de ajuste. En esto no hay nada que esperar de Acuña, y de Grabois tampoco.

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