Políticas

17/7/2020

Apertura de la cuarentena: Alberto Fernández le da la espalda a la realidad

La flexibilización no responde a ningún pronóstico sanitario sino a la presión capitalista.

La conferencia de prensa brindada por el presidente Alberto Fernández, el gobernador bonaerense Axel Kicillof y el jefe de Gobierno de CABA, Horacio Rodríguez Larreta, con la asistencia virtual  de los gobernadores Arabela Carreras (Río Negro), Jorge Capitanich (Chaco) y Gerardo Morales (Jujuy) –los principales mandatarios de las regiones más comprometidas por el coronavirus- sirvió para tratar de justificar un retorno a la situación previa al primero de julio, con una mayor apertura de la cuarentena hasta el 2 de agosto. Esta medida contraindica todas las observaciones sanitarias y epidemiológicas, en medio de un crecimiento de los contagios y frente a una probable saturación del sistema sanitario. Alberto Fernández escogió darle la espalda a la realidad para mirar de frente hacia las aspiraciones de la clase capitalista, que quiere emprender a fondo el curso hacia la “nueva normalidad”.

Como alertamos desde Prensa Obrera, la supuesta fase 1 nunca resultó ser tal cosa, sino que por diversos medios se habilitó el funcionamiento de gran parte de la actividad económica, impulsando a que se replique la misma actitud “aperturista” en casi todos los estratos industriales y comerciales. Solo de allí se desprende que los casos de contagios ascendieran a casi 115.000 afectados, de los cuales un 89% pertenece al Área Metropolitana de Buenos Aires (Amba). El propio Fernández manifestó que el promedio de contagios se encuentra en el umbral de los 37 años de edad: se trata de la población económicamente activa que fue obligada a concurrir a los lugares de trabajo, en medio de un salto en el pico de contagios.

El gobierno también hace un uso discrecional de las estadísticas cuando sugiere que la tasa de mortalidad habría descendido como resultado de la inversión en la ampliación de las Unidades de Terapia Intensiva (UTI). El dato no guarda relación alguna ya que, aunque pronto a llegar, aun no se ha alcanzado la cifra crítica que ha puesto a deliberar a los organismos de ética respecto a al momento de la “última cama”.  La saturación del sistema sanitario avanza vertiginosamente, cuando las camas UTI ocupadas en CABA superan el 73% . Tomado el Amba de conjunto se promedia casi el 64% de ocupación. Fernández sí advirtió lo que pasará si se supera la capacidad sanitaria instalada: la mortalidad pasaría a duplicarse o triplicarse, como resultado del colapso. La estadística solo deja al descubierto que la tasa de mortalidad, en relación a los contagios, expresa un salto en los testeos y una mayor cantidad de casos de Covid-19.

 

 

 

Con estos datos a la mano, y manifestando que América Latina se encuentra en el centro de la crisis de la pandemia, no se explica cómo el gobierno pasa a una mayor apertura de la cuarentena, sin miramiento alguno. La idea de abrir y ver qué pasa más bien expresa que a falta de fundamento sanitario el gobierno ha decidido dar luz verde y pisar a fondo hacia la apertura económica que demandan los empresarios. ¿Están con la estrategia de la “inmunidad por rebaño” y se lo ocultan al pueblo argentino?

Llueve sobre mojado

Esta apertura de una cuarentena, ya bastante abierta, también cuestiona todos los indicadores de movilidad de la población, particularmente en el Amba. El estudio de la circulación de los teléfonos móviles con posterioridad al “restablecimiento de la fase 1” arroja una diferencia de tan solo 6 puntos en la circulación, con alguna diferenciación entre CABA y el Gran Buenos Aires signada por la mayor pobreza, informalidad laboral y precarización que impera en este último (Clarín, 17/7).

Sobre esta alta circulación, impulsada por el funcionamiento de todo tipo de actividades, ahora Larreta y Kicillof procederán a un aumento progresivo de la actividad económica, empezando por todas las actividades que hayan presentado los correspondientes protocolos sanitarios, los que, ya sabemos, no se cumplen en ningún lado. Tratar de frenar la circulación que esto implica manteniendo el transporte público habilitado solo para el personal esencial es querer tapar el sol con las manos: la apertura es incontrolable.

Otro punto clave fueron las declaraciones de Larreta en torno a ir pensando en un regreso progresivo a las clases presenciales. Si bien no puso fecha cierta, estas manifestaciones se inscriben en el protocolo para el regreso a clases presenciales del ministro de Educación nacional, Nicolás Trotta. Se trata de un lobby que viene ejerciendo el propio gobierno para obligar a docentes y estudiantes a la vuelta a los establecimientos educativos sin ninguna garantía sanitaria y mucho menos edilicia.

La culpa la tiene el pueblo

El tono de la conferencia lo dieron las declaraciones de los gobernadores, quienes aportaron en la misma línea que Alberto Fernández, con sus propias estadísticas y menjunje de datos. Pero si fue emblemática la intervención del gobernador jujeño, Gerardo Morales, quien expresó de cuerpo completo el carácter de la conferencia, responsabilizando a los trabajadores y a la juventud de la propagación del virus. Incluso no faltó la advertencia final del presidente contra eventuales reuniones por el Día del Amigo, apoyándose en el decreto prohibitivo sancionado por Morales: toda una cortina de humo. Por caso en Chaco, Capitanich se valió de las mismas estadísticas para proceder a la judicialización de las víctimas de la pandemia, como es la situación de los “pacientes cero” y el vaciamiento del Hospital Perrando, principal centro de atención de la provincia.

Morales también señaló que los contagios eran responsabilidad de comerciantes aislados que viajaban para abastecerse de mercadería e incluso volvió sobre la tesis del virus importado, responsabilizando a los trabajadores campesinos que pasan a Bolivia a comprar coca para mascar. La gobernadora rionegrina, Arabela Carreras, al menos fue más honesta al admitir que en su provincia la mayor parte de la actividad económica se encuentra restablecida, cuestión que aumenta la propagación del virus, aunque su confianza respecto a la ocupación de camas UTI (44%) podría jugarle una mala pasada, ante el agravamiento de la crisis.

Por su parte, Kicillof no se guardó de emitir una declaración más que despreciable, cuando mencionó que en la provincia de Buenos Aires “no había un efectivo policial” obligando a cada ciudadano a realizar la cuarentena. El comentario podría pasar desapercibido si no fuera porque su policía, la bonaerense, viene en un raid de crímenes, agresiones y asesinatos contra la juventud pobre y trabajadora, tal como es el caso de la desaparición de Facundo Castro que está poniendo en pie un movimiento por la destitución de su ministro de Seguridad, Sergio Berni.

La conferencia no sirvió para anunciar ningún plan concreto para la masa de desocupados, trabajadores informales, monotributistas, autónomos e independientes que han visto cortados sus ingresos. Tampoco para los trabajadores que cobran salarios reducidos o que han sido despedidos en el cuadro de la pandemia. No se volvió a hablar del IFE, ni de ninguna política pública: solo las trasmisión de un video propagandístico de lo que “han hecho”. Sobre el final Fernández solo mencionó que están “discutiendo” la pospandemia con salidas adaptadas a cada “región”: nada en concreto. La agenda del gobierno está fijada en la clase capitalista y en el acuerdo con los bonistas privados.

Esta nueva apertura de la cuarentena deja expresados cuales son los intereses de la clase política que nos gobierna. El más valioso instrumento de combate al virus, con el que contamos, es despojado de toda efectividad a cambio de sostener la rentabilidad capitalista y retomar la “normalidad económica”. Más que nunca necesitamos un control obrero y popular de la cuarentena, un impuesto a las grandes fortunas para financiar la inversión sanitaria, los $30.000 para desocupados y autónomos, el retiro de las fuerzas represivas de los barrios y una salida propia de los trabajadores.