El gobierno terminó la auditoría a la distribuidora Edesur, concluyendo que la empresa no realizó la inversiones correspondientes en el servicio para tener las instalaciones en condiciones mínimas aceptables. Sobre este punto especificó que el equipamiento de la red es obsoleto, que los cables y las subestaciones están peligrosamente sobrecargados y que falta personal en las cuadrillas. Esto equivale a confesar que durante décadas subvencionaron a privatizadas parasitarias.

Los subsidios millonarios que Edesur recibió todos estos años por parte del Estado, a libro cerrado, no fueron destinados a mejorar el servicio, ni a conectar nuevas zonas al tendido eléctrico, sino que fueron directo a nutrir las ganancias de la empresa, a costa de miles de usuarios. Recordemos que los hogares del AMBA, en plena ola de calor, fueron víctimas de persistentes de cortes de suministro que motivaron cortes en toda la ciudad.

Las distribuidoras se benefician de los subsidios estatales a Cammesa (la mayorista eléctrica), comprando energía a precio subvencionado; de los tarifazos del 5.500% aplicados durante el macrismo en la boleta de la luz; y de la reciente condonación por parte del gobierno de un porcentaje de la deuda millonaria que las distribuidoras tienen con Cammesa.

Según el informe, la red necesita tiempos de adecuación estructural incompatibles con soluciones en el corto plazo, por lo que los técnicos advierten que en el próximo verano se podrían repetir los múltiples cortes de luz en la Ciudad de Buenos Aires y el sur y el oeste del conurbano, casi inevitablemente. En paralelo, la empresa alega que los tarifazos autorizados por el Estado para recortar los subsidios, y que perforan permanentemente el bolsillo de los trabajadores, no son suficientes para llevar adelante las obras, y presionan por nuevos aumentos. Ahora que Massa negocia con el FMI un nuevo acuerdo para que le adelante dólares es seguro que el organismo exigirá nuevos tarifazos, y ni hablar de las presiones por una devaluación que incitaría nuevos aumentos.

Milei, en plena crisis del servicio de luz durante la ola de calor, salió en defensa de la distribuidora argumentando que “durante 20 años se les pisó las tarifas a las empresas; y las empresas qué hacen, defienden el flujo de costos, dejan de invertir y pasan esas cosas; ya pasó en el 89, cuando se fue Alfonsín”. Paso seguido, abogó por el regreso al esquema energético de los 90′, atribuyéndole una eficiencia que nunca tuvo. Elogia el sistema de privatizaciones del menemismo, que no redundó en una mejora del servicio porque siguió primando la desinversión, mientras absuelve a los empresarios y le carga la factura a los trabajadores, ya que propone como salida aplicar mayores tarifazos sobre los usuarios.

De todas maneras, estamos pagando boletas más caras por servicios cada vez peores, mientras los capitalistas vaciadores se han llenado los bolsillos, de la mano de quienes nos vienen gobernando los últimos 40 años. Es necesaria la apertura de los libros la cadena energética, en función de verificar el destino de los subsidios millonarios y las ganancias percibidas y de conocer fehacientemente cuáles son los costos reales para poder fijar tarifas acordes a las necesidades mayoritarias. Esto solo puede ser llevado adelante por la izquierda y los trabajadores.

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