Políticas

24/6/2022

Cae la tasa de empleo, crece la porción de precarizados

Más explotación y menos trabajo.

Empleo informal

Un informe del Indec sobre el mercado de trabajo refuta de lleno los ataques de Cristina Fernández de Kirchner a los beneficiarios de programas sociales. Hace unos días la vicepresidenta sostuvo en sus declaraciones que “con esta desocupación debería haber menos planes”, y calificó de “insólita” la cantidad de los mismos. Con esto, la exmandataria se suma a los que piden un recorte en los planes sociales, y lo hizo con la excusa de que en la Argentina regiría un índice de desempleo “normal”, del 7%. En realidad el concepto de “empleo” que se usa para las mediciones oficiales incluye hasta los 1,2 millones que perciben el plan Potenciar Trabajo, además de trabajadores temporarios informales o personas que trabajaron una hora en la última semana. Investigaciones sostienen que, por ejemplo, “si se restan los beneficiarios de planes sociales del empleo, la desocupación en el cuarto trimestre de 2021 pasaría del 7% al 12,6%” (La Nación, 22/6).

Cristina se monta en el ataque al movimiento piquetero -junto con el resto del gobierno, los medios de comunicación y la derecha-, como si quienes cobran planes no trabajaran ya en negro o haciendo changas, con ingresos que no alcanzan la línea de indigencia. Esta ofensiva está en línea con las metas fondomonetaristas de recorte del gasto público y con las exigencias de los empresarios para que los programas no compitan con los salarios de miseria que ofrecen ramas enteras de la economía. Esto, luego del fracaso rotundo en hacer que aquellos que perciben planes sociales trabajen para empresas, convirtiendo la asistencia en un subsidio indirecto a las patronales que se ahorraría parte del salario.

De hecho, la cantidad de asalariados es la misma que en el informe del trimestre anterior, pero con 200.000 trabajadores menos con descuento jubilatorio, lo que manifiesta un crecimiento del empleo informal, el cual integra el 36% de los asalariados. A su vez, la tasa de actividad y de empleo cayó levemente desde el trimestre anterior y se encuentra por debajo de los niveles de prepandemia, incluso contra un crecimiento de 0.9% de la actividad económica en el mismo período, según el Indec. Ambas cosas se inscriben en la presión por una reforma laboral flexibilizadora que patee las condiciones laborales y los derechos conquistados por los trabajadores, y que ya da cuenta que no trae aparejado un mayor crecimiento del empleo sino al contrario, una intensificación de la explotación a costa de menos puestos de trabajo y a pesar de la leve reactivación económica.

Además, según el último informe del Indec, “la tasa de subocupación resultó ser el 10,0% de la Población Económicamente Activa, mientras que los ocupados demandantes y los ocupados no demandantes disponibles alcanzaron, en conjunto, el 11,5% del mismo espectro. Consecuentemente, la presión sobre el mercado laboral, conformada por el universo de desocupados, subocupados, ocupados demandantes y ocupados no demandantes disponibles, alcanzó el 28,5% de la Población Económicamente Activa” (Indec, Informe sobre Mercado de Trabajo del primer trimestre de 2022).

El organismo afirma que “la tasa de desocupación fue de 8,3% para las mujeres, y de 5,9% para los varones”, lo que marca la brecha de género que se extiende al mercado laboral, por ser las trabajadoras de este país las primeras en ser despedidas, las últimas en ser contratadas y las más precarizadas. Mientras se escriben estas líneas, las mujeres piqueteras están llevando adelante una olla popular en el obelisco contestándole a CFK, quien ha atacado a las mujeres desocupadas, montándose al barco de Bullrich y Milei, alegando que son “arriadas” por las organizaciones populares y desconociendo totalmente la situación a la que se ven sometidas.

De esta manera, queda claro que el “crecimiento” del empleo, del que se jacta el gobierno, se encuentra cimentado sobre la base de una mayor precarización, particularmente con el crecimiento del registro de trabajadores monotributistas y un total desconocimiento del desempleo para evitar presión a la suba de los salarios, en beneficio de las patronales. En definitiva, el oficialismo y la oposición patronal desdeñan las demandas de las mujeres y de la población trabajadora en su conjunto para cumplir con los mandamientos del FMI y la clase capitalista. Tenemos que ser quienes vivimos de nuestro trabajo los que dirijamos un programa de transformación social que se abra camino con un salario mínimo acorde a la canasta básica familiar, el reparto de las horas sin afectar el salario y el reconocimiento de cada una de las conquistas obreras que están en la mira de los capitalistas.

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