Políticas
27/3/2025
Caputo, los 20.000 millones del FMI y el fracaso económico de Milei
La corrida cambiaria pone al ministro de Economía en la cuerda floja.

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Nadie cree al "mago" que no habrá devaluación.
Acorralado por la corrida cambiaria, Luis Caputo se apuró a anunciar en conferencia de prensa el monto del préstamo que negocia con el Fondo Monetario Internacional: unos 20.000 millones de dólares. Quiso echar algo de agua al incendio que está consumiendo las reservas del Banco Central. A nadie se le escapa, sin embargo, que comunicar por cuarta vez un crédito para cuya aprobación faltaría un mes es propio de una situación de desesperación. Por eso en lugar de silenciar los “ruidos” termina por amplificarlos.
Después de la vergonzosa sesión de Diputados que habilitó el nuevo endeudamiento con el Fondo, el 19 de marzo, el gobierno no tuvo mucho que festejar. No solo porque en las calles fue derrotado el protocolo de Bullrich, sino porque no despertó ningún entusiasmo del mercado. Desde entonces tuvieron que rifar unos 1.400 millones de dólares para aminorar el salto de los dólares financieros. Predomina la desconfianza sobre lo que pase con el dólar, no solo porque todos ya conocen al “mago de las finanzas” sino porque el mismo hecho de tener que mendigar otro megacrédito al FMI es la confesión del fracaso económico de Milei.
¿Por qué decimos que el esquema ya fracasó? En sencillo. Cuando todavía hablaba de dolarizar la economía argentina, el ahora presidente explicó de forma muy clara su plan económico: ajuste drástico para tener superávit fiscal, ofensiva contra los trabajadores y beneficios al gran capital, para con eso mejorar la imagen ante los mercados internacionales y habilitar un nuevo ciclo de endeudamiento que permita cumplir con los vencimientos de deuda externa.
Pero a pesar de la motosierra, el Rigi y todos los discursos “anarcocapitalistas”, no pudo conseguir plata ni de fondos de inversión, ni de fondos soberanos, ni el prometido Repo, ni siquiera los dólares de las ansiadas inversiones de multinacionales. Pasó más de un año sin déficit fiscal y cerró 2024 con un superávit comercial de casi 19.000 millones de dólares, pero las reservas del Banco Central siguen con el mismo rojo que tenían en diciembre de 2023. Así las cosas, tuvieron que salir volando a Washington a pedir un salvavidas para no caer en default.
Sin los dólares para pagar, la única opción era una renegociación. Aún si finalmente el board del FMI accede al nuevo préstamo, se trata simplemente de un reconocimiento de que el deudor no tiene con qué devolver la plata. El acuerdo sería el quinto en siete años, y otra vez es un intento por evitar el default a cambio de extender la tutela sobre la economía argentina. En números, en este tiempo llevamos pagados 12.600 millones de dólares en intereses, costeados con tarifazos y ajuste a los jubilados, la salud, la educación, y los trabajadores estatales. Al final del camino debemos cada vez más, con menores condiciones para repagar.
De hecho, todo parece indicar que dos tercios de esos 20.000 millones que anuncia Caputo serían para refinanciar los vencimientos de capital con el propio Fondo Monetario en los próximos tres años. Mientras tanto, habrá que seguir gatillando intereses usurarios. En febrero, le pagaron en intereses el equivalente a 2,2 millones de jubilaciones mínimas.
Es justamente que la única salida que orienta a la burguesía argentina sea zafar de la deuda impagable vía un acceso a los mercado internacionales de crédito lo que explica que sigamos viendo a los sucesivos gobiernos y sus “planes económicos” en vilo por el tipo de cambio y el riesgo país, incluso a pesar de aferrarse al cepo cambiario. Por más “déficit cero” que impongan con ataques a las condiciones de vida del pueblo, el fantasma del default sigue sobrevolando. El problema no es el gasto público en sí, sino el que se va por la ventanilla de los vencimientos de una hipoteca fraudulenta.
Captuo apuesta a que la magnitud del monto prestado sirva para bajar la ansiedad del mercado. Pero entre los “detalles” que falta definir se incluyen los plazos del cronograma de desembolsos y las condiciones que fije el organismo, sobre todo en cuanto al valor del dólar. A priori, podemos suponer que deberán modificar la política cambiaria para que esos 20.000 millones no se los “fume” el ministro de Economía en un abrir y cerrar de ojos, como hizo con el crédito anterior financiando la salida de los especuladores del carry trade.
¿Y si efectivamente le largan 20.000 millones de dólares? ¿Alcanza para evitar la devaluación? En lo que va del año ya rifaron 6.500 millones en contener la brecha cambiaria. De los depósitos que entraron por el blanqueo ya sacaron casi 5.000 millones en cinco meses. Eso se suma a los 15.000 milllones del “dólar blend” de los sojeros, que el BCRA resignó el año pasado para inyectar a los circuitos financieros con la mira en las cotizaciones paralelas. No estamos contando ni siquiera los vencimientos de deuda, sino solamente lo que usaron para que no pierda atractivo la bicicleta financiera. Es lógico que los traders desconfíen de Caputo y hayan empezado a cubrirse desarmando sus posiciones en pesos.
Lo peor de todo es que, además de incrementar el endeudamiento externo, el programa del FMI va a reforzar el saqueo de la Argentina. Las primeras en la fila de cobros del Banco Central son las multinacionales, que reclaman las divisas para girar al exterior sus dividendos “acumulados” a fuerza de cepo cambiario. Las versiones dicen que les ofrendarían un Bopreal, que podría ser por hasta 10.000 millones de dólares. Como sea, es la confesión de que los capitalistas se desviven por sacar la plata del país, y que las tan reclamadas “reformas estructurales” no van a revertir el ciclo de salida de capitales. La cola es para salir, no para entrar.
Tampoco es cierto que los “fondos frescos” sirvan para despejar toda presión de la corrida cambiaria. Caputo dice que esos dólares van a permitir hacer frente a la demanda de dólares de aquellos que quieran deshacerse de pesos, pero se “olvida” de contar que apenas alcanzarían para cumplir con el seguro que tienen las letras del Tesoro en poder de los bancos, que obliga al Banco Central a comprarlas si estos quieren venderlas -como sucedería en caso de avizorar un salto devaluatorio.
No hay forma de que no seamos los trabajadores los que paguemos las consecuencias de este nuevo acuerdo que traman con el FMI. A los estafadores de Milei y Caputo hay que echarlos con la movilización popular.

