Los datos preliminares del censo que se llevó a cabo el miércoles arrojaron los números de lo que sería una primera aproximación para poder establecer la cantidad total de habitantes dentro del país. Las cifras muestran un incremento del 18%, en tanto se han contabilizado 40.091.359 habitantes para el censo 2010 y 47.327.407 para el de este año. Contrastemos estos datos con la situación del empleo y la generación de riqueza nacional.

Mientras la cantidad de habitantes ha crecido un 18%, la cantidad de trabajadores en relación de dependencia que aportan al sistema previsional apenas lo hizo un 3%: según datos del Ministerio de Trabajo, en diciembre de 2010 aportaban 6.731.496 de empleados, lo que representaba un 16% del total de la población, y para diciembre de 2021 la cifra llegaba a 6.938.242, un 14% del total de habitantes. Una muestra de la ausencia de generación de trabajo genuino y la consecuente desvalorización la fuerza de trabajo que promueve la miseria salarial y la precarización laboral.

Esto también se traduce en términos del PBI per cápita, cuyo nivel apenas supera hoy los niveles de la crisis del 2002: en 2010 el PBI per cápita equivalía a 13.551 dólares, y en la actualidad a 11.344 dólares, según el Banco Mundial. La fuga de capitales y el proceso de huelga de inversiones desenvuelto por los capitalistas explica este declive, en un proceso recesivo que promete perpetuarse al calor de las consecuencias del acuerdo con el Fondo.

Esto nos remite a otra comparación posible respecto a la deuda pública. Según las estadísticas oficiales del Ministerio de Economía, la deuda era de 181.621 millones de dólares en 2010 y llegó a 374.260 millones de dólares en abril de este año, por lo que aproximadamente el endeudamiento pasó de ser equivalente a 4.530 dólares por persona en 2010, hasta ser de 7.907 dólares hoy en día.

Cuando se miran estas comparaciones, es un hecho que todos los que nos gobernaron han fracasado en desarrollar al país y han descargado la crisis sobre los trabajadores. El conjunto del régimen político reconoce la deuda usuraria, la cual ya representa un 80% del PBI, mientras persiste la fuga de capitales que evapora las riquezas del país, a la par que cae el empleo en blanco y la economía nacional.