Políticas

30/12/2024

Cromañón 20 años

La herida progresista y el ascenso macrista.

Cromañón.

El 30 de diciembre de 2004 la masacre del boliche Cromañón fue precedida por un evento que concitó la atención a nivel mundial. El 26 de diciembre se produjo el tsunami que arrasó con la costa de varios países asiáticos y que terminó, se calcula, con la vida de más de 250.000 personas, y desde entonces todos los diarios y medios centraban su atención en ese episodio de alcance mundial. Cerca de nuestro país en el mes de agosto se había incendiado un shopping en Paraguay, Yqua Bolaños, donde habilitaciones truchas, falta de mantenimiento adecuado, órdenes de cierre de las salidas para que la gente no saliera sin pagar y otras expresiones de la avaricia capitalista terminaron con la vida de al menos 327 personas. El 2004 fue el año del secuestro de Axel Blumberg que llevó al gobierno de entonces a aprobar un paquete de leyes punitivistas reclamadas por el padre del joven secuestrado y asesinado. Néstor Kirchner gobernaba con la prórroga de la emergencia económica por parte del Congreso y con un fuerte crecimiento económico apalancado por un escenario internacional favorable.

El 30 de diciembre de 2004 se produjo la masacre de Cromañón cuando la banda Callejeros acababa de salir al escenario, poco antes de las 23 hs. El boliche tenía unas 4.000 personas cuando estaba habilitado para algo más de 1.000. Las salidas de emergencia estaban cerradas. El techo cubierto con una media sombra. Los principios de incendio que se habían producido en jornadas anteriores está vez no pudieron ser detenidos. Luego se conocerían los pormenores de un sistema de control urbano totalmente corrompido.

Hacía apenas unos meses Ibarra había modificado todo el sistema de control comunal para las habilitaciones de locales y boliches. Había echado a 300 personas y colocado en su lugar a 50 de su palo. Con 300.000 establecimientos para controlar está claro que el objetivo del gobierno no era el control si no el manejo de la caja de la corruptela.

Este esquema debutó con la habilitación ni más ni menos que del Estadio de Argentinos Juniors. Aunque del propio riñón del Estado se había advertido que aún no podía inaugurarse, Alberto Fernández era un hombre poderoso del club y obtuvo su corte de cinta junto al jefe de Gobierno.

En Cromañón murieron 194 personas. Miles sobrevivieron con enormes secuelas físicas y psicológicas. 18 pibes se suicidaron desde entonces y más de 50 familiares murieron prematuramente de cáncer y otras enfermedades que se intensificaron como fruto del dolor. A 20 años, familiares, sobrevivientes y amigos siguen luchando. Acaban de conquistar el subsidio de parte del gobierno de CABA y hace dos años lograron la expropiación del boliche aunque desde el Ejecutivo y desde el Poder Judicial no hicieron nada durante este tiempo para que se concretara el espacio para la memoria que quieren organizar en el ex boliche.

Cuando fue esta masacre Aníbal Ibarra transitaba su segundo mandato como integrante del Frente Grande, en una alianza con peronistas, radicales y con el ARI de Lilita Carrió. En 2003 había competido en ballotage con Macri a quien le había ganado por 10 puntos. Su vice era Telerman, peronista duhaldista y dueño del boliche “La Trastienda”. Durante el proceso político de reforma del aparato de Control Municipal la funcionaria del área era la radical Silvana Giudice, hoy diputada del PRO.

La masacre de Cromañón ocurrió cuando el gobierno nacional estaba a cargo de Néstor Kirchner y Daniel Scioli y como jefe de Gabinete estaba Alberto Fernández, por entonces esposo de Vilma Ibarra, hermana del jefe de Gobierno porteño. El dato político fue que el presidente permaneció en silencio durante días, mientras su jefe de Gabinete operaba en varios frentes para salvar las responsabilidades de Ibarra. Se trataba del político más representativo de la progresía, proveniente del PC y fundador del Frente Grande y un hombre que provenía de una carrera en el Poder Judicial como fiscal.

El miedo a que un aliado perdiera el control del aparato del Estado llevó al kirchnerismo de entonces -incipiente y con aliados que luego del 2008 y la crisis del campo se borrarían, como ocurriera con parte de Barrios de Pie- a operar fuertemente contra los familiares que pedían justicia e incluían a Ibarra entre los responsables. Incluso contra aquellos que eran aliados, ya que fueron víctimas de esta masacre pibes familiares de representantes políticos de ese espacio (por ejemplo el sobrino de Milcíades Peña, por entonces legislador de la ciudad).

El apoyo político se expresó de muchas maneras. Una de ellas fue que para detener al movimiento que marchaba periódicamente Ibarra llevó a la Secretaría de Seguridad de la ciudad ni más ni menos que a Juan José Álvarez, uno de los responsables de las muertes de otros pibes, Darío y Maxi, luchadores asesinado en el puente Pueyrredón dos años antes, hecho que llevó al poder con elecciones anticipadas a Néstor Kirchner. De su mano la progresía reprimía e infiltraba a mansalva las movilizaciones y armaban operetas contra las y los familiares.

Desde la Plaza Once, lugar que durante años fue un hervidero de debates, operaciones, familiares haciendo el duelo, sobrevivientes rotos luchando, intervención de servicios y mitómanos, la recientemente fundada agrupación La Cámpora y la juventud de aquel Barrios de Pie integrado por Victoria Donda, Daniel Menendez y por Cevallos y compañía, fraguaban “mariposas” de bandas juveniles seguidoras del rock vernáculo para direccionar las manifestaciones y desviarlas del poder político. Proliferaban los libelos seudo inocentes, firmados por “los piojosos” y otros grupos que se identificaban con el rock y que llamaban a quedarse en Once y a no marchar hacia jefatura de Gobierno.

El discurso público de la politiquería mediocre adjudicaba al accionar de los heterogéneos grupos de familiares “intencionalidad política” y “el uso político de la tragedia”, como si un hecho con responsabilidad gubernamental pudiera no ser un hecho político. Lo mismo que hace la derecha, hablando falsamente contra la política mientras hacen política, lo hacía la progresía para salvar a de su “niño mimado”. No importaban los contundentes informes que iban encontrando los familiares de las víctimas que mostraban cuánto sabía Ibarra sobre lo que ocurría ni tampoco el escandaloso cambio de esquema de control comunal armado para ser corrompido, con pocos trabajadores y un sistema de habilitaciones a la carta. 16 alertas sobre el boliche Cromañón y otros establecimientos partieron de la Defensoría del Pueblo y el jefe de Gobierno los tuvo frente a él. Otras 20 alertas se produjeron en informes de otros organismos. El rearme del sector de control y habilitación era ostensiblemente inservible para controlar y solo estaba armado para coimear. Nada de esto importaba, había que defender lo indefendible.

Del lado de Ibarra se uniformaron la CTA y todas las expresiones progresistas. La Revista Barcelona de entonces fue cruel hasta el límite, una línea de complicidad con el poder político que disfrazaba de derecho a ejercer el humor negro, lo que fue una operación de colaboración política con el Estado y sus mandantes de turno, práctica que se extendió al caso de Mariano Ferreyra cinco años después, cuando también la conducción de entonces del libelo progresista a cargo de Pablo Marchetti absolvió al poder del Estado y culpó a las víctimas.

El posicionamiento de los organismos de DDHH en favor de Ibarra destruyó a familiares que militaban en ellos o a aquellos que desde el 83, e incluso durante la dictadura, habían acompañado todos sus pasos.

Esta presión había llegado también a la izquierda que por entonces integraba la legislatura, que era Noemí Olivetto de Autodeterminación y Libertad, que estuvo a punto de no votar la suspensión de Ibarra en nombre de que todos los gobiernos capitalistas privilegian el interés de lucro. El psicólogo Jorge Garaventa, recientemente fallecido, quien colaborara enormemente con las víctimas, dijo en una reunión de familiares que se hacía en la Facultad de Sociales de la UBA en 2005 que por la acción del kirchnerismo ante esta masacre había dejado de serlo. Me impactó su intervención y escribí sobre esto en una nota de aquel entonces. Muchos vivirían este hecho de la misma manera. En Jorge vale un homenaje a muchas y muchos que ayudaron durante años y que también sacaron las mismas conclusiones políticas porque pusieron por delante el interés en favor de lxs pibes.

El episcopado argentino dirigido por Bergoglio actuó através de Monseñor Lozano y jugó fuertemente en la masacre con enorme influencia sobre algunos grupos de familiares. En este periodo Bergoglio fue aliado de la estrategia de Macri. Esa “amistad” se terminó en 2017 cuando desde el papado de Roma Jorge Bergoglio se dispuso avanzar con el armado del reagrupamiento peronista que terminaría colocando a Alberto Fernández a la cabeza del gobierno en 2019. Esta iniciativa llevó a Macri en 2018 a hablar de legalizar el aborto como forma de colocar en agenda un tema ríspido para la Iglesia Católica. La jugada le salió mal. El no reeligió y la ola verde conquistó el aborto a fuerza de movilización y acción callejera.

Callejeros y su responsabilidad fue parte de un enorme debate que aún hoy se perpetúa. Lo que es claro es que nadie debe ni puede creer que la seguridad de nuestros hijos pueda depender de una banda de rock. Y este tema merece otro capítulo en la historia del arte y de las bandas de rock y del sistema en el que se asimilan para poder llegar a ser conocidos y seguidos. Hoy alcanza con “pegarla” en las redes, si lo que hacés no resulta lo suficientemente molesto para el poder que maneja el algoritmo. Antes no eras nadie si no pasabas por Cemento, Obras y demás mecas del rock.

Anibal Ibarra fue, finalmente, un “cadáver político”, como lo definió una de las madres que murió muy tempranamente, Mariana Marquez. En 2005 fue suspendido y en 2006 destituido. Su pertenencia a la casta política y judicial le permitió eludir sus responsabilidades penales. Nunca fue citado siquiera a declaración indagatoria y fue sobreseído de culpa y cargo sin haber siquiera llegado a la puerta de un tribunal nunca.

Los gobiernos que siguieron a él mostraron que para todos el lucro privado está antes que la vida: en Beara bajo el gobierno de Macri en 2010 murieron 2 chicas y hubo 50 heridos. En 2014 en Iron Mountain, ante un posible atentado para encubrir datos empresariales murieron 8 bomberos y dos rescatistas y aquí tampoco pagaron los responsables políticos. En 2016 bajo el gobierno de Larreta se produjeron las muertes en Time Warp, detrás de las cuales se develó una negociado auspiciado por altos funcionarios del PRO, motivo por el cual todo quedó en la nada. En el año 2012 se produjo el gran Cromañón de Cristina Kirchner, otra masacre en Once, esta vez por el impacto del abandonado ferrocarril Sarmiento que terminó con la vida de 52 trabajadores que viajaban en él. De un lado y otro de la grieta todos actuaron para tapar, nunca para mejorar y sanar. La defensa del negocio está en la matriz de los gobiernos capitalistas.

Las condiciones de vida del pueblo que necesita trabajar y divertirse se han agravado desde hace 20 años y más aún bajo el gobierno de Milei. La precarización laboral se incrementa y con ella la reducción de las inversiones capitalistas terminan en colectivos con estribos que se derrumban o trabajadores como Matías Di Muro que mueren por la negativa de grandes empresas (en este caso de Telecomunicaciones) a invertir en seguridad y por los espacios políticos gobernantes que acceden a la flexibilización de las exigencias de empresarios que terminan con la vida de trabajadores o de pibes que quieren divertirse.

Los logros de este movimiento corren por cuenta de familiares y sobrevivientes que aun hoy luchan y se organizan. A 20 años de Cromañon nuestro mayor homenaje a las y los pibes que merecen escuchar a sus bandas y divertirse es poner en pie una construcción política que luche por terminar con este régimen Cromañon, que ponga a las personas por delante y que abra paso a una verdadero mundo en el que la juventud sea feliz, disfrute y no muera en el intento.

¡Los pibes de Cromañon, presentes!

Una solicitada con cientos de firmas contra la persecución al Polo Obrero y el movimiento piquetero
Entre ellos Adolfo Pérez Esquivel, Elia Espen, miembros y dirigentes de organizaciones de derechos humanos, sindicales, intelectuales, artistas, diputados nacionales, legisladores, organizaciones piqueteras, estudiantiles, etc. –
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A 20 años de la masacre de Cromañón
Un crimen de los capitalistas y su Estado contra los trabajadores y la juventud. –
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