Aniversarios
18/12/2024
A 20 años de la masacre de Cromañón
Un crimen de los capitalistas y su Estado contra los trabajadores y la juventud.
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Los pibes de Cromañón presentes, ahora y siempre.
El 30 de diciembre de 2004 un incendio en el boliche República de Cromañón, donde el grupo de rock Callejeros se encontraba realizando un show, provocó la muerte de 194 personas y miles de heridos. Al igual que muchísimos otros establecimientos, Cromañón no contaba con habilitación para funcionar; un pacto entre el entonces jefe de gobierno kirchnerista, Aníbal Ibarra, y Omar Chabán, el capo del boliche, hizo que sus puertas se abrieran.
La masacre de Cromañón desató una reacción popular que terminó por provocar una crisis política de alto voltaje y la destitución de Ibarra. Tras la tragedia, Ibarra, de la mano del otrora presidente Néstor Kirchner, intentó por múltiples vías montar un operativo de encubrimiento. Kirchner, que envió sus condolencias a las familias de las víctimas 15 días después de los hechos, le encargó a su jefe de Gabinete, Alberto Fernández, organizar la protección de Ibarra. Desde la cúpula gubernamental porteña y los medios afines al kirchnerismo se trató de responsabilizar a los jóvenes por lo ocurrido; otra de las maniobras pergeñadas consistió en trasladar la responsabilidad a la banda de música.
La lucha de las familias y los sobrevivientes recogió un gran apoyo popular. Y se abrió paso frente a la tentativa del kirchnerismo de derrotarla. El oficialismo le encomendó a sus militantes la tarea de emplazarse en Once con un objetivo en extremo reaccionario: evitar que la movilización apunte contra los responsables políticos de la masacre. Asimismo, ordenó la represión de familiares, desplegó servicios que se infiltraban en las acciones de lucha y usó a los medios de comunicación adictos para presentar como locos y macristas a quienes se organizaban para obtener justicia. Para poner en caja las manifestaciones en la Ciudad, Ibarra designó como secretario de Seguridad a Juan José Álvarez, hombre de la Side bajo la dictadura y uno de los responsables de la masacre del Puente Pueyrredón. Su nombramiento fue aprobado por Kirchner.
El incendio terminó con la vida de 194 personas, y, con el paso del tiempo, 17 sobrevivientes terminaron por suicidarse. Incluso murieron niños, que estaban dentro de la discoteca a pesar de que las normas vigentes prohibían su ingreso en horario nocturno. El gobierno no hizo cumplir ninguna ley, convirtió la Ciudad en una gran zona liberada para que los bolicheros capitalistas maximizaran sus ganancias a como dé lugar. Cromañón contaba con capacidad para aproximadamente 1.000 personas; esa noche, los organizadores del evento permitieron la entrada de unas 3.000. El establecimiento era una verdadera trampa mortal; una puerta de salida se encontraba bloqueada, los matafuegos no funcionaban y el sistema eléctrico había ingresado en un colapso.
La Defensoría del Pueblo elaboró, entre 1999 y 2003, 19 informes que dieron cuenta de la situación calamitosa en la que se encontraban Cromañón y otros boliches porteños. Uno de ellos indicó que 35 boliches de “primera línea” carecían de habilitación municipal. Aníbal Ibarra los desestimó todos. Incluso, el jefe de gobierno ajustó el organismo encargado de revisar las habilitaciones. Tras la tragedia, además, se demostró que Chabán coimeó a la Comisaría 7°. En su momento, la Defensoría del Pueblo denunció la existencia de “una estructura (en el Estado comunal) que parece tener un orden de cosas ilegítimo e ilegal”. A esto, claro, se sumaba la existencia de prostíbulos y del juego clandestino; grandes negocios capitalistas. Lo que reinaba era un régimen mafioso liderado por Ibarra, que generó las condiciones necesarias para que los empresarios obtengan ganancias mayúsculas reduciendo “costos”, evadiendo impuestos y metiéndose en movidas espurias.
La evacuación de quienes asistieron a Cromañón fue caótica. La zona de Once está rodeada de al menos 10 hospitales privados y públicos, pero las víctimas fueron amontonadas en el Hospital Ramos Mejía; mucho más tarde se permitió el ingreso de víctimas al Hospital de Clínicas. Los respiradores eran pasados de hospital en hospital. Muchos de los jóvenes que fueron al recital se vieron forzados a realizar tareas de rescate; algunos de ellos murieron en el intento. En vez de organizar un plan para salvar vidas, el gobierno de Ibarra se dedicó a intentar evitar que se filtraran filmaciones e imágenes que sensibilizaran la opinión pública y alimentaran la bronca social.
Ibarra fue señalado como el principal responsable del crimen por ser el impulsor de negociados bolicheros a costa de la juventud. En el marco de una lucha creciente, el jefe de gobierno fue suspendido. El día en que eso ocurrió, el local del Partido Obrero –que apoyó la lucha de los familiares desde el primer día y desenvolvió una campaña con la consigna “Fuera Ibarra”– fue incendiado; el PO fue atacado por el oficialismo por acompañar la pelea callejera y legislativa que condujo a la suspensión del jefe de gobierno. Al año siguiente, en marzo de 2006, en un contexto de importantes movilizaciones, Ibarra fue destituido. El corsé político para protegerlo, confeccionado por todos los partidos patronales, fue roto por la lucha popular; los familiares llegaron a dirigirse a las casas de legisladores macristas y radicales para reclamarles que voten a favor de la dimisión de Ibarra, quien fue reemplazado por Jorge Telerman, otro lobista de los empresarios de boliches.
Sin embargo, la Justicia eximió a Ibarra de cargos y responsabilidad. El kirchnerismo traería nuevamente a ese personaje a la vida política en 2015, tras postularlo como precandidato a jefe de Gobierno en las Paso. Primó la impunidad. Chabán, por su parte, murió en prisión a fines de 2014, y algunos funcionarios cumplieron penas menores. Rafael Levy, dueño de Cromañón –y de prostíbulos y talleres clandestinos ubicados en la Ciudad– y socio de Chabán, también fue apresado. Responsables de bomberos y de control de la Ciudad, por otro lado, fueron imputados y condenados con penas bajas. Asimismo, se ha condenado a músicos y policías.
La experiencia del centroizquierda K en la Ciudad terminó así en un desastre para la juventud trabajadora. En 2007, Mauricio Macri se impuso holgadamente frente a Daniel Filmus en la segunda vuelta de las elecciones generales. El PRO recibió una ciudad de las que le gustan a los capitalistas para los cuales gobierna. Es que Ibarra permitió la introducción de los callcenters en los que se superexplota a la juventud, la instalación del casino flotante y la proliferación de talleres clandestinos y otros negocios capitalistas. Los problemas persistieron con los amarillos en el poder. Bajo Macri, en 2010, se produjo la tragedia del boliche Beara, donde murieron dos chicas tras la caída de un piso; en ese caso también fueron absueltos los funcionarios implicados. Bajo Larreta, en 2016, tuvo lugar el desastre de la fiesta Time Warp, en la que murieron 5 jóvenes por ingesta de drogas; allí, los narcos operaban con total impunidad mientras los organizadores del evento garantizaban la escasez de agua para obligar a los jóvenes a comprarla a un precio alto, habilitando un negoción.
Los gobiernos siempre han priorizado los intereses de la clase capitalista en detrimento de la vida de trabajadores y la juventud. Lo demuestran el fallecimiento de mineros en Río Turbio (2004), la Masacre de Once (2012), el incendio de Iron Mountain (2014) y el (reciente) derrumbe del hotel Dubrovnik en Villa Gesell. Y estos son solo algunos ejemplos. Milei, al igual que los peronistas y los macristas, no se propone de ninguna manera terminar con este entramado de negocios entre el Estado y los capitalistas. Los trabajadores tenemos que salir a pelear por lo nuestro y en defensa de nuestras vidas, se trata de una lucha que hay que librar contra los capitalistas y sus gobiernos. El camino lo marcan los familiares de las víctimas de Cromañón, que conquistaron este viernes la aprobación de un proyecto que transformó en vitalicia la asistencia económica a sobrevivientes y familiares. Este 30 de diciembre, sumémonos a la movilización por justicia y memoria. Los pibes de Cromañón presentes, ahora y siempre.