El apoyo del PTS a las Paso es un golpe al Frente de Izquierda
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En los últimos días, tanto en declaraciones públicas de Myriam Bregman, como en el debate en la mesa nacional del FIT-U, el PTS ha puesto sobre la mesa un viraje de la posición que, de conjunto, el Frente de Izquierda ha levantado respecto de las Paso desde su fundación.
Resulta que entre las posibles reformas que plantea el gobierno para los procesos electorales en la Argentina se encuentra la posibilidad que se eliminen las Paso (Primarias Abiertas Simultaneas y Obligatorias). Para pegar la voltereta y apoyar las Paso, el PTS recurre a argumentos supuestamente “democráticos” reñidos con los más básicos principios socialistas. Veamos.
Myriam Bregman señala que “el sistema de las Paso implica un proceso electoral más largo, con lo cual genera un mayor interés en la población, porque te tenés que interiorizar a quién vas a votar, etcétera. Parece que eso les molesta. Quieren ir achicando los espacios donde la población conozca los candidatos” (LID 10/12).
Como se ve, el PTS se ha puesto al hombro el embellecimiento de las elecciones democrático burguesas, argumentando que cuanto más se extienda el proceso electoral mejor para todos, ya que eso permite mayor tiempo para que cada “elector” madure en su conciencia a quien votar.
El hecho que los revolucionarios nos presentemos a las elecciones de la burguesía a realizar una agitación de nuestro programa no significa de ninguna manera que perdamos de vista que se trata de la herramienta por la cual, cada determinado plazo, “los trabajadores tienen la oportunidad de elegir a sus propios verdugos”. El PTS pasa por alto lo que es el ABC del marxismo, que siempre consideró a las elecciones del Estado burgués como unas de las formas de dominación de la clase capitalista. Esto porque la república burguesa parte de la mistificación de que todos los ciudadanos somos iguales, diluyendo las desigualdades reales y borrando las fronteras de clase.
El PTS y Bregman afirman que es beneficioso “un mayor interés en el proceso electoral” sin importarle que ese interés, por ejemplo, puede estar dictado por una ilusión en el gobierno de Milei.
El PTS y Bregman se apartan de los planteos originales del FIT, que en su declaración fundacional del 2013 señalaba que “utilizaremos la tribuna electoral para fortalecer la lucha, al servicio de las huelgas y la movilización extraparlamentaria en las calles de los trabajadores y la juventud, y como un medio más para el objetivo estratégico de derrotar a los capitalistas y su Estado mediante la revolución social. (Manifiesto político programático del FIT 2013)”. Esta afirmación se opone por el vértice a la orientación rabiosamente electoralista de “un mayor interés” de los trabajadores en el proceso electoral. Por el contrario, la intervención de los revolucionarios en los procesos electorales tiene que estar al servicio de agotar el “interés” de los trabajadores con el régimen burgués y desarrollar la conciencia y la organización socialista de los explotados.
Las elecciones democrático burguesas han sido durante toda la última etapa de crisis capitalista el método por excelencia para encauzar en ellas las insatisfacciones populares en nuevos candidatos de la burguesía. Tanto es así que las Paso vinieron de la mano de la propia crisis de los partidos de la burguesía que “ya no podían gobernar como lo venían haciendo”, ni tampoco saldar sus crisis de la forma habitual.
El Frente de Izquierda y los Trabajadores denunció las Paso desde un primer momento. Por un lado, por imponer un piso proscriptivo para poder intervenir en las elecciones generales. Pero por otro, y fundamentalmente, por la injerencia del Estado y de los partidos patronales en la vida de las organizaciones que nos consideramos de la clase obrera.
No se trata solo de un “mayor período electoral” en términos generales, se trata de exponer al conjunto de las organizaciones de izquierda a la manipulación por parte de la burguesía de sus propias decisiones. Para tomar un ejemplo, si un sector de los medios masivos de comunicación eligiera darle un espacio sobredimensionado a un candidato de la izquierda por sobre otro, se impone una masa indiferenciada de “electores” a la vanguardia socialista organizada. Cualquier revolucionario que se precie como tal señalaría que los medios de la burguesía elegirían imponer un ala conciliadora o democratizante, frente a la posibilidad de que encabece el ala revolucionaria el bloque de independencia de clase.
Bregman va más lejos en las definiciones sobre cómo deben ser las instituciones de la burguesía, y afirma que “En un orden institucional, ¿qué sería más importante? ¿Que la gente decida las internas y elija sus propios candidatos dentro de las alianzas o partidos o lo que tiene de gastos reservados la Side, que no pueden explicar mucho para qué quieren tanto dinero?”. La respuesta de cualquier transeúnte desprevenido sería ¡que se elijan los candidatos!, por supuesto. Pero sucede que para los revolucionarios no es una disyuntiva válida. Somos partidarios que los candidatos de la izquierda se definan con los métodos de la clase obrera, no con los métodos de las elecciones de la burguesía y su injerencia, ni tampoco queremos gastos reservados, ni Side para espiar a los luchadores y trabajadores.
La defensa de la “institución electoral” por parte del PTS muestra un salto al democratismo burgués, sobre la base de una adaptación pronunciada al parlamentarismo y al electoralismo febril, que, circunstancialmente puede darle un rédito determinado, pero que a este “paso”, va rumbo al abandono de posiciones socialistas.
La adaptación política se traduce en el lenguaje. ¿Nosotros queremos que la “gente” elija los candidatos de la izquierda? ¿Pero acaso la burguesía no es “gente”? ¿O los sionistas no son “gente? Nosotros queremos que sea la militancia socialista y la vanguardia obrera y popular la que determine sus candidatos. Solo ella sabe quién representa mejor su programa, sea por su formación, tradición o capacidad. ¿Cómo? Con asambleas y deliberación colectiva, por eso hemos impulsado asambleas y un Congreso del FIT-U. Detrás de esta confrontación en torno a los métodos, están en juego dos perspectivas políticas contrapuestas.
En los debates de la mesa del FIT-U el PTS negó que la ley de Paso constituya una intervención del Estado en los partidos. Como vemos, el embellecimiento llega a niveles sorprendentes. Dijo, además, que votaría en contra de eliminarlas aun cuando afirma que son proscriptivas, lo cual lo convierte en última instancia en cómplice de esa proscripción que afectó en todos estos años especialmente a la izquierda.
El PTS debería pensarlo dos veces y no dejarse cegar por un electoralismo tan feroz como irresponsable. ¿Qué pasaría mañana si un grupo de afiliados del PTS, en un giro menchevique más abrupto, decidiera desconocer la decisión de su militancia y presenta una lista en las Paso?
Hemos señalado en repetidas ocasiones que en el afán de buscar un redito electoral, el PTS ha agudizado la adaptación política a la subjetividad de una franja del nacionalismo que ve con buenos ojos que un sector de la izquierda no delimite campos sistemáticamente con el peronismo y sus diferentes variantes.
Así fue la orientación del PTS respecto de la defensa de Cristina Kirchner, donde a su entender “no hubo corrupción”, o la “levantada de diputados” para permitir que se vote de la mano del peronismo un mayor presupuesto a la policía aeroportuaria. En ese mismo sentido se han colocado de espaldas al movimiento piquetero independiente, quien enfrentó en forma sistemática a los gobiernos nacionalistas por sus reivindicaciones.
La reforma política pretendida por Milei en contubernio con el kirchnerismo pretende imponer restricciones y proscripciones de todo tipo que afectan directamente a la izquierda, como la supresión de los espacios televisivos gratuitos, el piso del 3% por elección para sostener las personerías de los partidos o la quita de fondos, abriendo paso al financiamiento exclusivo de los capitalistas a sus partidos.
La campaña contra este ataque debe ser tomado con fuerza por el Frente de Izquierda. Esto, al mismo tiempo, no puede ser el argumento para defender las Paso, por sus pisos proscriptivos, y por la injerencia del Estado en organizaciones socialistas. El PTS ha pasado de declararse partidario del “soviet” a defender la democracia de las urnas. El Partido Obrero llama a realizar una gran campaña contra la reforma política, contra cualquier tipo de restricción y por sacar las manos del Estado capitalista de las organizaciones de trabajadores. Hoy, más que nunca.