Políticas

28/10/2022

El PTS también se ausentó para aprobar la tasa para la policía aeroportuaria 

La sesión de Diputados del último martes fue una nueva muestra de adaptación política al kirchnerismo.

La Cámara en sesión para votar el presupuesto.

La aprobación del Presupuesto en Diputados dejó mucha tela para cortar. Mientras que la votación en general contó con 180 votos favorables y una oposición que se pudo dividir (UCR a favor, PRO abstención y CC en contra) sin afectar el pasaje al Senado, el tratamiento en particular contó con diversos debates de máxima trascendencia.

En este caso, el proyecto de ley de presupuesto contaba con 140 artículos, muchos de los cuales se incluyeron recién el lunes para que sean votados el martes, o, por la longitud de la sesión, el miércoles a la madrugada. Esta inclusión tardía es ilustrativa, porque no se trata exclusivamente de una improvisación, sino que es la cristalización del poder de lobby de los distintos sectores a lo largo de todo el proceso de debate en la comisión.

Así fue que entre los 140 artículos se colaron cuestiones como el pago de Ganancias del Poder Judicial, donde el kirchnerismo se negó a excluir a los trabajadores del gremio; la entrega de la potestad al Poder Ejecutivo de modificar las retenciones sin pasar por el Congreso, que terminaron retirando luego de intentar sumar votos hasta último momento, y la generación de una tasa sobre los pasajes aéreos para financiar a la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA), entre muchas otras cosas.

Esta última tiene una importancia por diversos motivos. Por empezar, se trató de la votación más pareja de toda la jornada, aprobándose por tan solo un voto, 125 a 124. Luego, tomó vuelo mediático a partir de que los diputados del bloque de Milei se fueron de la sesión posterior al voto en general, debilitando las fuerzas opositoras y fortaleciendo relativamente al gobierno. En tercer lugar, pero fundamental para un debate dentro de la izquierda, también fue un artículo que contó con el aval del PTS que facilitó su aprobación a partir del ausentamiento parcial -solo para ese artículo- de Alejandro Vilca y Nicolás Del Caño.

La norma es lo suficientemente explícita como para aducir cualquier tipo de confusión, al punto de que Myriam Bregman –y por supuesto Romina Del Plá- votaron en contra de un artículo cuyo único objetivo pasa por el fortalecimiento de una fuerza represiva del Estado. Para colmo, a costa de un impuesto a los pasajeros sin distinción de categoría ni destinos.

Se trata entonces de un “gesto” de la bancada del PTS hacia el gobierno, particularmente en un tema tan sensible como el fortalecimiento represivo. Se trata además de un impuesto a los pasajeros de toda condición para financiar la seguridad de los aeropuertos regenteados por Eurnekian y para un servicio de seguridad general para el cual se aplican múltiples impuestos que paga toda la población. Incluso si hacemos abstracción de qué se estaba votando, el hecho político no reviste menos gravedad. Estamos en presencia de un capítulo más en el coqueteo permanente del PTS con el nacionalismo burgués que lo llevó a actuar de manera reñida con los intereses de la clase trabajadora, que en nada se beneficia de la formación de esta nueva tasa para fortalecer la PSA.

La presencia de los revolucionarios en el parlamento está siempre sujeta a diversas presiones de la burguesía y de sus lobbies para condicionar las votaciones. En este caso, la maniobra del PTS en favor del kirchnerismo tiene un carácter pérfido, ya que no se trata de una posición política determinada que se aborda a partir de un debate -hemos tenido diferencias en muchas oportunidades y explicitarlas puede clarificar-, sino que la diputada presente votó en contra y otros dos diputados de la misma fuerza se ausentaron para permitir la aprobación del artículo.

La pregunta que nos hacemos una y otra vez “¿Qué frente de izquierda necesitamos?” vale doblemente frente a este tipo de sucesos. En medio de un agravamiento de la crisis política, económica y social, el franeleo con el nacionalismo no es una estrategia acertada. Por el contrario, cuando un sector del propio gobierno busca desligarse de los resultados de sus políticas, la izquierda no puede actuar al rescate de la aprobación de sus proyectos.

Es evidente que estamos frente a estrategias divergentes del abordaje de la crisis. Si a los diversos acercamientos con los K le sumamos la premura por establecer candidaturas y entrar directo al terreno electoral 14 meses antes de la votación nacional, el panorama se agrava aún más.

Desde el Partido Obrero planteamos que la independencia política de la clase obrera respecto de los capitalistas y sus partidos es un principio innegociable. Somos conscientes de que el desarrollo del FIT-U, la conquista de diversos cargos parlamentarios y una influencia creciente nos somete a una presión cada vez mayor, pero solamente la delimitación permanente de los intereses de la burguesía -incluso (o especialmente) de sus variantes más progres o radicalizadas- nos permitirán potenciar ese crecimiento e intervenir con mayor vigor en la lucha de clases.

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