En medio de una inflación que no da tregua, el gobierno decide echarle nafta autorizando aumentos en la boleta de gas para el mes de mayo. Así, encender la calefacción en invierno se volverá más caro, condenando al frío a los sectores de menos ingresos.

En esta oportunidad, el incremento será en los componentes de distribución y transporte de gas y será de entre el 20% y el 37% en los hogares residenciales.

La suba prevista se posa sobre ingresos derrumbados, fruto del alza inflacionaria y los salarios a la baja. Este nuevo golpe al bolsillo popular tiene por objetivo beneficiar a las empresas que están a cargo de la distribución (Natrugy, Metrogas, Camuzzi, etc.) y el transporte (TGN y TGS) de gas, pero sin abrir los libros de las mismas para evaluar los costos reales y pasando por alto el grado de desinversión al que han llegado.

Finalmente, no se sabe qué han hecho estas compañías con el dinero embolsado a través del tarifazo del 1.900% otorgado por el macrismo. A su vez, el actual gobierno les permitió frenar su plan de inversiones en 2021 para compensarlas por el “retraso” tarifario. Como vemos, el trato complaciente del oficialismo hacia las patronales contrasta con el que recibimos los trabajadores, quienes tendremos que pensar dos veces si prendemos la estufa durante el invierno.

Una de las vías que utilizaron las distribuidoras de gas para presionar por aumentos en su eslabón fue dejando de pagar algunas de sus compras en el Punto de Ingreso al Sistema de Transporte (PIST) -la oferta mayorista. De este modo, acumularon una deuda con la estatal Enarsa que alcanzó los $46.000 millones a fines de enero 2023, mostrando un incremento interanual del 50%. El gobierno, con la suba concedida en marzo y ahora con la de mayo cede en parte ante esa exigencia.

Cabe señalar la hipocresía del kirchnerismo, que mientras Cristina Kirchner vocifera contra las políticas inflacionarias, los funcionarios cristinistas Federico Bernal y Osvaldo Felipe Pitrau, subsecretario de Hidrocarburos e interventor de Energas, respectivamente, ejecutan el cronograma de aumentos en la factura de gas, acicateando el índice de inflación.

Por otro lado, debemos estar alertas frente a las consecuencias que las tensiones cambiarias tendrán sobre las tarifas. Producto de la corrida, el Banco Central aceleró el ritmo devaluatorio llevándolo al 8% mensual, lo cual encarece el precio dolarizado del gas en boca de pozo y del importado. El gobierno, en momentos donde busca reducir los subsidios energéticos a pedido del FMI, intentará trasladar este alza a los usuarios, estableciendo nuevos aumentos del componente PIST dentro de la boleta de gas.

El panorama de tarifazos permanentes muestra la urgencia de luchar por aumentos salariales indexados a la inflación mensual. A su vez, es necesario abrir los libros de la cadena energética a fin de evaluar los costos reales y fijar tarifas acordes a las necesidades del pueblo, en el camino de nacionalizar bajo control obrero toda la industria hidrocarburífera en función de destinar este recurso estratégico al desarrollo del país bajo el interés de las mayorías. Abajo el pacto inflacionario con el FMI.

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