Políticas
12/11/2024
Festejan la desinflación… de los salarios
El IPC de octubre dio 2,7%, pero los trabajadores siguen perdiendo y vienen más tarifazos.
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Una transferencia de ingresos del trabajador al capital.
El Índice de Precios al Consumidor marcó un 2,7% en octubre. El dato fue festejado desde los despachos oficiales como un éxito del plan económico y un indicio de que lo peor ya pasó y solo queda mejorar, según insiste Milei en sus últimas apariciones (que, claro, fueron todas en eventos con empresarios). ¿Es así? ¿Por qué los laburantes no sentimos ninguna mejora y el consumo sigue derrumbándose?
De entrada subrayemos que no existe ninguna recuperación de los salarios. Que hayan dejado de caer respecto de la inflación mensual no quiere decir que se hayan recompuesto del masazo que siguió a la devaluación de diciembre, tras años de desvalorización. El Indec publicó en simultáneo al índice de precios el de la variación salarial de septiembre: 181,9% interanual, contra un 209% de la inflación en los mismos doce meses. El salario real está en niveles tan bajos que solo puede compararse con la situación posterior a la megadevaluación de 2002, según un cálculo de Alfonso Prat-Gay, de quien nadie sospecharía simpatía por los trabajadores.
El rubro que encabezó los aumentos fue, otra vez, el que agrupa los gastos de vivienda y servicios básicos, con un aumento mensual de 5,4%. Es una muestra de que quien lidera la inflación es el propio gobierno, mediante tarifazos. De hecho, en el Gran Buenos Aires la categoría “Electricidad, gas y otros combustibles” acumula en el año un encarecimiento brutal de 393,7%. El informe del Indec también registra que en octubre la suba en “Alquiler de vivienda” fue de 9,7% en el GBA, del 14,5% en la región Pampeana y del 15,3% en la Patagonia.
Son ítems que tienen un fuerte impacto en la economía de las familias trabajadoras. Como se trata de gastos poco elásticos, los incrementos en las facturas de servicios públicos y gastos de vivienda dejan cada vez menos margen de ingresos para compras… de alimentos. Por eso el consumo masivo sigue cayendo en picada, al punto que lo más destacado del CyberMonday fueron las compras de supermercado aprovechando descuentos ocasionales y pagos en cuotas.
¿Por qué el IPC no refleja esto? Por una distorsión estadística que según versiones periodísticas incluso está produciendo tensiones del titular del Indec con el gobierno nacional, que se resiste a actualizar el cálculo de la incidencia de cada rubro. En concreto, el índice sobrestima el impacto de los alimentos y subestima el de los servicios públicos en la canasta de consumos. Así, según la consultora Vectorial, si para calcular el IPC en lugar de usar la Encuesta Nacional de Gasto de los Hogares de 2004-2005 se tomara la más reciente de 2017-2018 la pérdida de poder adquisitivo de los salarios registrados en los primeros ocho meses del año salta del 1,8 al 6,9%.
La desvalorización de los salarios hace que los grandes capitalistas estén más que compensados por la caída del consumo. Energéticas, petroleras, alimenticias, farmacéuticas, multiplicaron sus ganancias en un cuadro de recesión. Una estimación de Mate calcula en 18,6 billones de pesos la transferencia de ingresos desde el bolsillo de los trabajadores al de los empresarios. Esa es la economía que le importa a Milei y la banda de delincuentes que lo acompaña, que lideran el ataque salarial imponiendo a los empleados públicos una caída de 15 puntos en lo que va de 2024.
Sin embargo, el verso desinflacionario no es solamente propaganda electoral. El gobierno realmente necesita aplacar el aumento de precios para contener la presión devaluatoria, redoblada estos días entre las quejas de la Sociedad Rural y el triunfo de Trump. Así las cosas, para la clase obrera el panorama se presenta como una encerrona: si a Milei le va bien es a costa de una licuación de los salarios y caída del consumo; y si le va mal vamos a tener una nueva devaluación y con eso un nuevo sacudón a las condiciones de vida del pueblo.
Como sea, en lo inmediato sigue la agenda de tarifazos. Noviembre arrancó con subas en gas y electricidad, cuando todavía está pendiente el esquema para recortar subsidios; o sea que lo fuerte todavía no paso. En octubre las naftas y el gasoil habían tenido una pequeña baja -acompañando los precios internacionales-, pero este mes ya volvieron las subas; y los combustibles impactan en toda la cadena de comercialización. Tampoco se calman los aranceles de la medicina privada y las telecomunicaciones, entre otros gastos ineludibles.
Las necesidades populares son incompatibles con este gobierno. La única salida pasa por enfrentarlo en las calles, barriendo con la burocracia sindical entregadora y la política cómplice del peronismo. La pelea es ahora. A organizar la bronca. ¡Fuera Milei!