Políticas

16/2/2022

Inflación: la canasta básica de una familia tipo es de $128.800

En este monto la estimó la Junta Interna de ATE del Indec.

En el día de ayer se publicaron las cifras del Indec con respecto a la inflación de enero. La misma da cuenta de un aumento general de precios de por sí bastante elevado: 3,9%. Así, mientras el ministro de Trabajo Moroni planteó públicamente un techo a las paritarias del 40%, la inflación interanual acumuló un 50,7%. En base a ello, la Junta Interna de ATE en el Indec estimó que la canasta básica, contemplando las necesidades de una familia tipo al mes en alimentos, vestimenta, servicios y alquileres se ubica actualmente en $128.832. Este monto es más del doble de lo que gana el asalariado promedio, $50.489, casi el cuádruple del salario mínimo vital y móvil fijado por el gobierno en $33.000, y casi el quíntuple de un salario informal promedio de $27.000, según Indec.

El Índice General de Precios del organismo muestra que las subas son especialmente una confiscación al bolsillo popular, en rubros de consumo masivo. Basta solo con mencionar que los alimentos quebraron el promedio en enero y subieron hasta un 4,9%. Dentro de los alimentos frescos se encuentran aumentos estacionales siderales en frutas y verduras como la del tomate (82,2%), la lechuga (51,1%), el limón (30,2%), la naranja (15,2%), la papa (14,2%) y la cebolla (11,3%); e incluso otros como el salto del 11,8% en el pan. En tanto, se esperan mayores aumentos en algunos productos: la carne, cuyo consumo se continúa desplomando, podría subir entre un 5 y un 7% en las próximas semanas, y las panaderías alertan que se vienen subas en torno al 25%.

El desmadre inflacionario se corrobora todavía más en los almacenes de barrio, donde la población trabajadora hace la mayor parte de sus compras. Los productos alimenticios de primera necesidad llegan a costar entre un 50% y un 60% más caros que en las cadenas de supermercados donde rigen los Precios Cuidados (Infobae, 15/2), aunque en estos grandes centros las alimenticias retacean los artículos enlistados a cambio de otros fuera de regulación.

A modo de ejemplo de la pérdida del poder adquisitivo en alimentación, un informe reciente de la Fundación Agropecuaria para el Desarrollo Argentino (Fada) compara en una recta de tiempo los precios necesarios para hacer una picada, y asevera que gracias a la inflación los salarios perdieron en los últimos cinco años al menos un 20% de su valor. En algunos productos las estadísticas son temibles: lo que entonces costaba comprar cuatro kilos de queso pategrás hoy basta para 700 gramos. Lo mismo para el jamón cocido y el salame, cuando $1.000 entonces permitían hacerse de cuatro kilos a más y hoy no alcanzan ni para uno. Otro aumento preocupante se corrobora en algo tan básico como el pan, cuando en aquel entonces un billete del hornero bastaba para hacerse de 24 kilos y medio, y hoy alcanza ¡para cuatro!.

Otro de los ítems que registra un aumento cuantitativo son las prendas de ropa, que según el IPC acumulan un alza interanual del 66,3%. Relevamientos indican que aquellas que en 2017 costaban $1.000 hoy valen aproximadamente $5.453. Estos elementos son una radiografía de cómo los aumentos golpean a los rubros de consumo esencial, pauperizando ante todo a la población laboriosa. Situación similar se da con los alquileres, que en el año en curso podrían aumentar hasta un 70% en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, y donde en enero para los monoambientes saltaron un 6,3%, afectando particularmente a la población más empobrecida y echando leña a la crisis habitacional (iProfesional, 16/2).

Por delante queda también, claro, el sendero de los tarifazos. De hecho, el índice del Indec revela que fue la comunicación quien lideró el aumento, con un 7,5%, que llega al 8,8% en las telecomunicaciones e internet. En las próximas semanas están planteadas también la suba de las tarifas de las privatizadas de la luz y el gas así como del agua, al tiempo en que la política de poda y redistribución de subsidios reclamada por el Fondo habilitará nuevos tarifazos también en el transporte.

Mientras anuncia esta catarata de aumentos, muchos de ellos como el naftazo de impacto generalizado en los precios, el gobierno además acelera el ritmo de la devaluación. La explosión de los precios tiene como telón de fondo toda la orientación económica al servicio del pago de la deuda externa. A la par, intenta utilizar como ancla inflacionaria los topes salariales y el ajuste del gasto público, es decir que los platos rotos los paguemos los trabajadores. Organicemos la pelea por un salario inicial de $128.000 y por terminar con la carestía, el hambre y la miseria.