El diputado libertario Ramiro Marra organizó, en el Salón Dorado de la Legislatura porteña, una charla en la que se presentará el libro “Los ’90: la Argentina de Menem”, la cual contará con la participación de personajes como los exfuncionarios Carlos Corach y Eduardo Menem, compiladores del escrito, y el exministro de Economía Domingo Cavallo. Habida cuenta el prontuario de los invitados, estamos ante otra muestra de que el planteo “anticasta” de Milei y su alfil no es más que una farsa.

Corach detentó varios puestos en el Estado bajo el gobierno de Menem, entre ellos el de ministro del Interior. Desde ese lugar mandó tropas para reprimir luchas obreras, como la de los gráficos de Atlántida, y además se hizo famoso por el manejo discrecional de la justicia, en lo que se conoció como los jueces de la “servilleta de Corach”. Eduardo Menem, hermano del fenecido expresidente, ha sido senador nacional (1983-2005) por el menemismo y presidente previsional del Senado. Asimismo, presidió la Constituyente que parió la Constitución reaccionaria de 1994, la cual le entregó más prebendas a la casta política, como la reelección presidencial o superpoderes al Ejecutivo.

Los libertarios reivindican a un gobierno que aplicó el nepotismo, un mecanismo para ejercer el poder clásico de la casta. No tienen autoridad para criticar a los Kirchner y al peronismo en general, toda vez que, por un lado, Menem era peronista, y, por el otro, los personeros del PJ que cobraron una mayor relevancia en la política argentina luego de la década de 1990, como el otrora mandatario Néstor Kirchner, la actual vice Cristina Fernández o el presidente Alberto Fernández, son elementos reciclados del menemismo.

Esto último también aplica, por ejemplo, para la novel ministra de Trabajo, Raquel “Kelly” Olmos, quien fue concejala y legisladora porteña por el gobierno Menem entre los años 1997 y 2000. Claudio Moroni, a quien Olmos reemplazó en la cartera, sucedió a Alberto Fernández en el puesto de superintendente de Seguros en 1995. Son todos menemistas y forman parte de la misma casta. Milei y Marra no escapan a esto.

La concepción idealista del gobierno de Carlos Menem, al que los diputados libertarios vinculan a una época de prosperidad para la Argentina y de progreso para los trabajadores, esconde la reivindicación de una política de ataque contra la clase obrera que terminó quebrando al país. Domingo Cavallo fue el artífice de la Convertibilidad, un plan que barrió con gran parte del parque productivo nacional, dejó una deuda externa fenomenal y una pesificación ruinosa para los trabajadores, y terminó llevando a Argentina al default.

Como fruto de esta política, los índices de desocupación y de pobreza se dispararon, lo que se agravó con la aplicación de una reforma laboral como la que reclama Milei. Las contradicciones de la política económica de Menem explotaron en las manos de De la Rúa y del mismo Cavallo, que siguieron con la orientación menemista, en diciembre de 2001 en medio de una crisis económico-social de características mayúsculas y de una rebelión popular que volteó al gobierno.

Los libertarios son fascistas tributarios de un régimen que condujo a que Argentina ingrese en un proceso de descomposición y decadencia. Los trabajadores y la juventud debemos organizarnos de forma independiente para luchar por nuestros propios intereses.

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