La campaña financiera del PO, entre los ataques patronales y los aportes de los trabajadores
Sobre la operación macartista de Luis Majul en LN+.
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Reprodujo al aire un audio de WhatsApp de una compañera del PO
Los ataques mediáticos contra el Polo Obrero y el Partido Obrero por su rol en la lucha contra el ajuste, intentando presentarlo como una asociación criminal, terminan en realidad mostrando un método de financiamiento a partir del aporte consciente y voluntario de trabajadores que sustentan una organización políticamente independiente. Muestra de ello es lo sucedido esta semana en un programa televisivo de LN+, cuando el conductor Luis Majul reprodujo un audio de WhatsApp de una compañera del PO en que explica el carácter y el contenido de la campaña financiera que realiza el partido.
Dicho audio, enviado hace unos años por una militante de la Zona Norte del Gran Buenos Aires a sus compañeros del Polo Obrero, intentó maliciosamente ser presentado por el periodista como si fuera una prueba de delito. Para Majul, el audio desmiente la explicación que hemos dado hasta el cansancio, de que los aportes al Polo Obrero van a atender las necesidades de las actividades locales de las asambleas, los merenderos, comedores, emprendimientos, actividades comunitarias, etc.
Por supuesto que no es así. El Partido Obrero se financia con aportes voluntarios de su militancia y periferia, de los barrios, el movimiento obrero y la juventud. Esos aportes financian una actividad política y no tienen nada que ver con los aportes que realizan las asambleas del Polo Obrero para sostener sus gastos. Ambos tipos de aportes son voluntarios, y la diferencia entre aportar para una asamblea en función de sostener un comedor y aportar para una organización política es totalmente clara. La campaña financiera del Partido Obrero es pública desde su fundación, muy anterior a la existencia del Polo Obrero.
Las palabras de la compañera son desde su propia presentación una explicación política de la campaña financiera del PO: “el Partido Obrero, que es la organización que colabora y orienta al Polo Obrero, para poder ser una gran organización política que enfrenta el ajuste que sufrimos todos los días, se financia con el aporte de sus militantes todos los meses y cada seis meses con una campaña pública de aportes económicos”. Agrega luego que se pide la colaboración a quienes están de acuerdo con esta militancia, en los barrios, a la juventud, a los ocupados y desocupados, a las mujeres; y que con ello se solventan los gastos de la actividad cotidiana, desde banderas, un sonido o la difusión de contenidos, “para construir esta alternativa política”.
Es un alegato de clase. Un partido que se financia con una campaña pública dirigida a conquistar el aporte consciente y voluntario de los trabajadores, para desenvolver una política de lucha por sus reivindicaciones y contra los gobiernos que descargan la crisis sobre el pueblo. El contraste con las fuerzas políticas que nos gobiernan es alevoso: los partidos que integran el Frente de Todos o Juntos por el Cambio son los salpicados por las coimas de los cuadernos de Centeno o de Odebrecht en la obra pública, los de las causas por aportes truchos o las cenas con grandes empresarios. Otro caso es el de Milei, que rifa su dieta de diputado porque vive de la guita de capitalistas como Eurnekian, del cual es asesor financiero, que amasa fortunas… gracias a las concesiones del Estado. Los diputados del Frente de Izquierda, en cambio, cobran un sueldo equivalente al de un asalariado calificado y aportan el resto a las luchas populares. Como decimos en el Partido Obrero, “dime quién te financia y te diré qué intereses defiendes”.
Es por esto que estas formaciones, que se precian de ser dos bandos de una grieta de fondo, pactan en el Congreso la aprobación de un rumbo antipopular, como el acuerdo con el FMI, los presupuestos de ajuste todos los años, las reformas previsionales que hunden a los jubilados en la indigencia, y bloquean tantas leyes con aspectos progresivos por el lobby de distintos pulpos capitalistas. Lo mismo sucede en las provincias, como revela la promoción de la megaminería contaminante, masivamente rechazada por la población pero incentivada por las multinacionales que financian las campañas de los gobernadores. Si el Partido Obrero nunca levanta las manos para votar medidas contra los trabajadores es por su independencia política de todos los sectores patronales.
Todo este ataque mediático apunta explícitamente contra el proceso de organización de los desocupados y precarizados, que están liderando una lucha popular contra el ajuste. Este periodismo propatronal, de hecho, defiende después protestas como las del capital agrario que no quiere pagar impuestos.
La difamación a la militancia del Polo Obrero por aportar voluntariamente un 2% de sus ingresos para gastos de comedores y merenderos, que cualquier compañero entiende que son necesarios, es una arista de una campaña que tiene a Cristina Kirchner entre sus principales voceras y que reclama eliminar los planes sociales, con la mira puesta en desarmar al movimiento piquetero que lucha contra el hambre.
Estos ataques van más allá de la necesidad de quebrar a una vanguardia del movimiento obrero para imponer un ajuste fenomenal. Lo que no pueden tolerar los capitalistas y los gobiernos es que, a la par que progresa en los barrios la lucha reivindicativa por trabajo y asistencia social, avance conjuntamente la organización política de los trabajadores de manera independiente para darle una salida propia a la crisis, tras décadas de fracasos de peronistas, macristas, radicales y kirchneristas que quebraron el país perpetuando un régimen de saqueo por el pago de la deuda fraudulenta y la fuga de capitales. Redoblemos la apuesta, con una gran campaña financiera para abrir paso en Argentina a un nuevo movimiento popular con banderas socialistas.
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