Políticas

16/12/2022

La canasta básica continúa alejándose del salario de los trabajadores

En la Ciudad, una familia tipo necesitó $144.840 para no ser pobre, y $79.298 para no ser indigente.

Foto: archivo Prensa Obrera.

El monto de las canastas de pobreza y de indigencia viene aumentando al calor de la escalada inflacionaria. En la Ciudad, una familia tipo (4 personas) necesitó $144.840 para no ser pobre, un 95,6% más si se lo compara con el mismo mes del año pasado; y $79.298 para no ser indigente, un 103,6% más con respecto a noviembre 2021; en ambos casos, los aumentos estuvieron por encima de la media inflacionaria interanual. Los datos surgen de un informe realizado por la Dirección de Estadística y Censos de la Ciudad de Buenos Aires. Esto demuestra que somos los trabajadores los que pagamos los platos rotos de la suba de precios.

La realidad social en la Ciudad es un reflejo de la creciente pauperización de los trabajadores a escala general. Cabe destacar que la medición de las canastas no tiene en cuenta los precios de los alquileres. De ser así, por ejemplo, la de pobreza sería de $200.000. En contraste, en septiembre, el salario neto promedio de los trabajadores formales fue de $83.159 y el de los informales de $38.965 (Página 12, 28/9).

En este marco, la pobreza alcanza al 17,9% de los asalariados formales y al 45,2% de los informales, según la Fundación Capital. En los últimos cuatro años, casi cuatro millones y medio de personas fueron sumidas en la pobreza por los distintos gobiernos y sus políticas de ajuste.

Que se hayan disparado los montos de las canastas es una expresión de que son los trabajadores los que se hunden en la pobreza, y no los capitalistas, que a menudo se benefician de la inflación. Ledesma, Molinos Río de La Plata y Arcor son algunos ejemplos de este fenómeno. También se favorecen los grupos económicos que tienen bonos indexados a la marcha inflacionaria.

La inflación es responsabilidad, en primer lugar, del gobierno, que viene habilitando aumentos en rubros clave (transporte, combustibles, prepagas, servicios, etcétera), como volvió a hacer en diciembre. Además, le sirve como recurso para licuar el gasto público y beneficiar a la clase capitalista mediante una depreciación generalizada de los salarios.

El Ejecutivo nacional refuerza este deterioro de las condiciones de vida de los trabajadores manteniendo el salario mínimo y las jubilaciones mínimas en montos de indigencia.

La política de la burguesía y de su gobierno se encuentra en contradicción con la aspiración de las familias trabajadoras a tener una vida mejor. El camino para superar esa contradicción es la lucha.

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