Políticas
10/9/2024
La carta de Cristina y el cruce con Milei
Editorial de la edición de "14 Toneladas" del 9 de septiembre.
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Intereses de clase muy similares.
Queremos dedicar este programa de 14 Toneladas al análisis de las posiciones que elaboró Cristina Kirchner en su carta y el debate que suscitó, tanto con el gobierno nacional como dentro del peronismo. Aunque no dice nada muy nuevo en relación a cartas anteriores, es interesante por el contexto en el cual Cristina decide publicarla. Es un contexto en el cual hay luchas políticas y sociales importantes pero el peronismo está borrado, y eso dentro de las filas de la militancia peronista suscita muchísimo debate y muchísimas críticas.
En segundo lugar, aparece en un momento en el cual hay muchísima evidencia -y los periodistas toman nota de esa evidencia y la hacen conocer en el cual hay una negociación subterránea entre el gobierno nacional y el kirchnerismo, con el aval de Cristina, para avanzar en el Senado con la nominación de jueces importantes, empezando por los de la Corte Suprema de Justicia y uno muy controvertido como es Ariel Lijo. Esto como parte de un pacto más amplio por el cual el gobierno actual, que impulsa allanamientos contra los comedores populares (más de 100 en todo el país) y causas contra los luchadores populares, entre ellos los compañeros del Polo Obrero que están siendo procesados en una causa completamente injusta y arbitraria; pero llamativamente no aparece ningún tipo de denuncia de corrupción ni tampoco ninguna acción judicial contra el kirchnerismo.
Muchos entienden que estas negociaciones judiciales forman parte de un pacto más amplio de impunidad, y por lo tanto esta carta de Cristina es como un: “vengo a decir algo para que nadie piense que ya me pasé directamente a las filas de Javier Milei, o para que no piensen que la tregua con el gobierno nacional es absoluta”. Una especie de delimitación.
Ahora, cuando uno va a haber contenido de la propia carta creo que no exageramos nada si decimos que es una “batalla cultural” -como solía llamar el kirchnerismo en otro momento- que Cristina la pierde con Milei, porque abiertamente la carta reconoce los puntos de vista de Milei y por lo tanto es una capitulación política e ideológica frente al gobierno libertario. Esto es muy importante tenerlo en cuenta. Nosotros tenemos que explicar al conjunto de los trabajadores, aunque una parte de ellos pueda seguir al kirchnerismo, por qué a raíz del contenido reaccionario de esta carta se puede entender la actitud completamente cómplice del peronismo con el gobierno de Javier Milei. Hay una relación directa entre contenido de este texto y la posición que el peronismo ha adoptado durante todos estos meses de gobierno libertario.
Antes de ir al programa que Cristina formula como salida a la crisis del país y a lo que ella entiende por la crisis del peronismo, detengámonos un minuto sobre cuál es el diagnóstico que hace de la crisis. Ella dice que el problema de Argentina “es la economía bimonetaria, estúpido” (aludiendo a una frase de Bill Clinton en una campaña electoral norteamericana, que decía “es la economía, estúpido”). Esta afirmación nosotros no la compartimos. Es una caracterización que debe ser explicada; decir que el problema Argentina es la economía bimonetaria no explica el problema, porque es cierto que Argentina tiene una moneda devaluada que es el peso, que solamente se usa para las transacciones más inmediatas de la sociedad, y tiene otra moneda que es el dólar que se utiliza para el ahorro, para la compra de determinados bienes como puede ser un inmueble, que se utiliza como medida de valor incluso para ese tipo de mercancías. Esa bimonetariedad a la que Cristina alude existe, es mayor que la que podemos ver en Brasil, en Chile, u otros países incluso de la región. Pero, ¿por qué pasa eso? El texto no lo analiza. Es decir que la explicación que ella da no explica nada, porque debe ser explicada.
La existencia de una economía bimonetaria se debe fundamentalmente al saqueo financiero y económico que la clase capitalista realiza sobre el propio Estado argentino y sobre el conjunto de la economía. La manifestación más clara de este saqueo es la enorme fuga de capitales que Argentina tiene. De acuerdo a estadísticas del propio Indec, lo que se suele llamar “formación de activos externos” que tiene la clase capitalista en el exterior orilla menos de los 400 mil millones de dólares; estamos hablando de casi un PBI entero del país. Una parte sustancial de eso, casi 300 mil millones, es directamente dinero que está depositado en cuentas, y otros 100 mil millones son activos como propiedades, embarcaciones, inmuebles. Esto no lo tiene el laburante común. Esa formación de activos externos es directamente una política de la clase capitalista, que no reinvierte sus utilidades en el país sino que la fuga, con la consecuencia de la destrucción de la moneda nacional.
Pero también la moneda nacional se destruye porque la clase capitalista impulsa permanente y sistemáticamente en la historia argentina devaluaciones monetarias para tratar de desvalorizar el salario. Porque no es cierto que el problema de las devaluaciones permanentes que ha tenido Argentina -y como consecuencia una gran inflación- hayan sido siempre resultado de una restricción externa por una crisis en balanza comercial. No es así. Argentina ha tenido durante mucho tiempo un superávit en su bala lanza comercial. El interés de la clase capitalista por devaluar la moneda es dar un golpe a los trabajadores para desvalorizar su salario, y a la vez -mediante esa desvalorización- tratar de defender una posición de la burguesía argentina en la competencia internacional.
Eso explica el carácter capitalista de la crisis del país, que tiene que ver: 1) con la desvalorización del salario porque la clase capitalista no invierte para ganar productividad sino que busca obtenerla artificialmente desvalorizando la fuerza de trabajo, y 2) a través de esta fuga de capitales sistemática. Esto lo hemos tenido durante años y años, incluso bajo los gobiernos kirchneristas, tanto de Néstor Kirchner como los dos mandatos de Cristina Fernández de Kirchner y luego el último gobierno del Frente de Todos que tuvo a Alberto Fernández como presidente y a Cristina como vice. En ese período existió la fuga de capitales y tuvimos devaluaciones que fueron un golpe a los trabajadores porque desvalorizaron su salario.
Ahora vemos esta situación en la cual la economía argentina está quebrada. Cristina acá no descubre la pólvora. Dice que los números que muestra Milei como favorables son artificiales: que no tenemos realmente un superávit fiscal, porque ha sido logrado a través de la postergación de determinados pagos, y tampoco la posibilidad de pagar la deuda como está previsto para los meses siguientes, especialmente para los vencimientos de 2025. De hecho, que al riesgo país le cueste bajar de los 1.500 puntos se debe justamente que Argentina no asegura el pago de la deuda para el próximo período. Eso es una constatación de la realidad. Pero el problema que Cristina plantea es: ¿con qué programa salimos de esta situación? Y adopta de una manera muy clara un programa muy parecido al de Javier Milei.
Ella dice que el peronismo “se torció” porque no se dio cuenta de que lo que dice Milei tiene razón. Por ejemplo, porque no se da cuenta que las relaciones laborales se han modificado sustancialmente. De esa manera termina acercándose de una manera muy clara a la reforma laboral que el gobierno de Javier Milei primero impuso en el decreto que sacó al inicio de su mandato y luego la Ley de Bases.
Ella dice, y es falsa esa información, que tenemos una clase obrera que se ha debilitado estructuralmente porque no ocupa el lugar de la producción que ocupaba en el pasado. ¿Quién produce las cosas? Sigue siendo la clase obrera. En la Argentina que tiene unos 13 millones de trabajadores casi 11 millones directamente son asalariados y 2 millones son monotributistas, una parte de los cuales también son asalariados y el monotributo es un fraude laboral que esconde esa relación -y el capitalista trata de convertirlo en monotributista para evadir aportes patronales. Pero en la clase obrera argentina sigue siendo muy importante. Si se ha debilitado no es por un problema sociológico de la economía argentina sino por el avance capitalista en la tercerización, en la flexibilidad laboral, en el trabajo no registrado, en el cual todos los gobiernos -incluidos los gobiernos de Cristina Kirchner, de Néstor Kirchner y de Alberto Fernández- fueron responsables.
Y si el sindicalismo se debilitó, como dice ella, se debe a la complicidad que tuvo la burocracia sindical con todo ese proceso. Nosotros tenemos memoria y tenemos muy en cuenta cuando Cristina Kirchner se ponía el gorrito de Pedraza diciendo que era “el sindicalismo que construye”, y lo presentaba como ejemplo. Pero Pedraza era el artífice de la gran tercerización laboral en el ferrocarril, como resultado de la cual los trabajadores se levantaron, se organizaron, pelearon y esa burocracia no tuvo ningún problema en asesinar a Mariano Ferreyra el 20 de octubre de 2010 cuando Cristina Kirchner era presidenta. No es un proceso sociológico inevitable. Lo que tenemos acá es un proceso de ofensiva capitalista con la complicidad de los gobiernos y la burocracia sindical. La burocracia se ha debilitado como resultado de eso. Entonces cuando Cristina dice “hay nuevas relaciones laborales, tenemos que discutirlas y no dejárselo a Milei”, capitula frente a Milei.
Dice también que hay que revisar el papel del Estado. Nosotros no somos estatistas como es el kirchnerismo, pero Cristina lo dice no como una crítica al estatismo capitalista -que tiene mucho de parasitismo, de corrupción- sino para avalar las privatizaciones que Javier Milei está llevando adelante. Esto también es una capitulación y un triunfo de la batalla cultural de Milei.
Luego se mete con el tema de la educación y dice que hace falta una amplia reforma educativa. No dice en qué consiste esa reforma, pero si vemos lo que está pasando en las provincias donde gobierna kirchnerismo tenemos que mostrar que son todas reformas que tienden a la descalificación, a la destrucción de la calidad educativa y a orientar al proceso pedagógico en relación a los intereses directos que tiene la empresa en la prestación de los trabajadores. Esto vale para todas las provincias sin excepción, no importa si gobierna el peronismo, el macrismo o el radicalismo. Todas sus reformas educativas se caracterizan por la tendencia a la descalificación pedagógica y a imponer la presión capitalista sobre la escuela pública. Cristina también ataca a la docencia, a la cual responsabiliza por la crisis de la educación.
También se mete en el tema de los planes sociales, y dice que el peronismo se equivocó en no hacerlos universales. Pero eso es resultado también de su política. No los ha hecho universales por un motivo muy simple: porque es tal el crecimiento de la pobreza y de tal envergadura la crisis que se ha generado en relación al trabajo no registrado que si se universalizan los planes sociales llegamos al número que tuvimos con la IFE en la pandemia con casi 10 millones de personas, y el Estado argentino quebraría.
Entonces Cristina termina de alguna manera allanando el discurso de Javier Milei. ¿Por qué hace esto? Evidentemente Cristina ve la crisis del peronismo y le dice a la clase capitalista: “ojo, que yo también estoy con ustedes. Ojo, que yo no soy una oposición desde un punto de vista de los trabajadores, sino que estoy dispuesta a continuar los logros de Milei: reforma laboral, ataque a la educación pública, ataque a la asistencia social, privatizaciones, el Rigi”. Cristina avala el Rigi diciendo que bajo su gobierno comenzó todo lo que fue la entrega de Vaca Muerta a los monopolios internacionales. ¿Qué otra cosa que esto es el Rigi? Entonces es una carta de derecha, una carta reaccionaria, con la cual Cristina busca presentarse ante los capitalistas como un posible reemplazo a Javier Milei en el caso de que haya una crisis política.
Esto nos lleva a otro tema que también es importante, y es un debate dentro del peronismo. Cristina ha dicho en diferentes ocasiones que no hay que salir a la calle contra Javier Milei, que no hay que enfrentarlo, que hay que ganarle por los votos; pero esto pero esto significa dejar hacer al gobierno y obviamente fortalecerlo, porque un gobierno que logra imponer su programa contra los trabajadores termina fortaleciéndose frente a la clase obrera. En la relación de fuerzas entre las clases sociales, que es lo que luego una elección termina constatando, el gobierno se puede fortalecer si no se lo enfrenta. Ella dice “no vamos a hacer nada, no tenemos que movilizarnos y pelear”. Y aparece otra voz, que es la de Guillermo Moreno, que ha tenido elecciones marginales pero en los últimos meses ha tenido mucho recorrido en el peronismo, diciendo que hay que impulsar un juicio político y critica a Cristina porque no tiene ese punto de vista.
Él dice que una parte muy considerable de la dirigencia peronista se ha pronunciado por el juicio político contra Javier Milei. Dice que esto termina mal -en ese punto podemos acordar mucho-, y que el juicio político debe llevarse adelante para evitar que la crisis de gobierno se termine resolviendo en la calle. ¿Cómo sería en la calle? Él dice que la calle sería la insurrección que pregonan los trotskistas. Y cuando dice esto uno diría, ¿no está exagerando? Pero Argentina es la de las jornadas de diciembre del 2001, y una bancarrota Argentina va a llevar a eso. Argentina es la lucha que derrotó al gobierno de Macri en diciembre de 2017. Entonces lo que quiere justamente Moreno con su política del juicio político es evitar que el pueblo salga a la calle y derrote al gobierno de Javier Milei. Ahora, ¿quién tiene en cuenta este punto de vista?
Los hechos represivos que estamos viviendo ahora, tan fuertes y en buena medida exagerados porque a veces son marchas pequeñas (el otro día la marcha de los jubilados no era multitudinaria pero había más policías que manifestantes), ¿por qué se hacen? Porque quien es más consciente de que esta bancarrota económica puede generar una rebelión popular es el propio gobierno. Por eso arman operativos represivos descomunales, porque es una forma de intimidar el pueblo. Han creado incluso un “comando unificado de seguridad productiva”, que es una brigada antipiquetes directa para imponer lo que dice la Ley de Bases en contra de los piquetes en puerta de fábrica y las ocupaciones de fábrica.
Es decir que el gobierno es muy consciente de que su política puede llevar una rebelión popular, y nosotros tenemos que impulsar esa salida. Porque el juicio político, ¿a qué lleva como orientación? A no hacer nada. Coincide con Cristina. Si vos no querés en la calle derrotar del gobierno, el gobierno se termina fortaleciendo; y si el gobierno se termina fortaleciendo no tenés ni una “insurrección trotskista” ni tampoco el juicio político. Entonces la orientación de Guillermo Moreno, como la de Cristina, es un dejar hacer a Milei. ¿Cómo se explica ese dejar hacer? Por estas posiciones programáticas. No es una mera capitulación, no es mera una cobardía. Son los intereses de clase que peronismo representa, que son muy similares a los intereses de Javier Milei.