Políticas

16/8/2022

La inflación sigue alta en agosto empujada por el gobierno

El 80% de los argentinos tuvo que modificar sus hábitos de consumo.

La inflación en alimentos varió 208,2% desde enero 2020.

Luego de la inflación récord de julio, todo indica que seguirá siendo alta en agosto, a pesar de que tendrá menor influencia el factor estacionalidad. Las consultoras privadas estiman que el mes cerrará con un índice de precios de alrededor del 6% e impactarán de lleno los aumentos fijados por el propio gobierno, tanto en el transporte del Amba (40%) como en las prepagas (11,34%).

A todas luces, es el oficialismo el principal formador de precios. Debemos agregar que en la inflación de julio tuvo una enorme incidencia el incremento del 20% en la factura del agua y la suba del 9,5% autorizada para el internet, TV y telefonía. Como si fuera poco, se esperan nuevos aumentos a lo largo del año en todos los servicios públicos por medio de la segmentación tarifaria.

Es cierto también que el rubro alimentos viene liderando la escalada inflacionaria desde que asumió Alberto Fernández. Mientras que en ese período el índice general varió un 189,9%, la inflación en alimentos lo hizo en un 208,2%, llegando al 236,3% en el caso del pan. Un mazazo a la “mesa de los argentinos” que provoca que millones de habitantes se vean obligados a saltear comidas en un país donde se producen alimentos como para cubrir las necesidades calóricas de 60 millones de personas (descontando lo que se exporta y lo que se utiliza para consumo animal).

Según la entidad de consumidores Deuco, los alimentos que más aumentaron en lo que va del año fueron la lechuga (225%), el azúcar (112%), los huevos de gallina (91%), la harina de trigo (80%), los fideos secos (77,9%), la papa (70%), las hamburguesas (69,2%), el filet de merluza (65,9%) y el pan de mesa (65,4%). A su turno, los aceites, según el Indec, poseen una inflación aucumulada en los primeros siete meses del 2022 del 51,8% (cuando el índice general fue del 46,2%). Se suponía que los fideicomisos debían servir para amainar los precios de los derivados del trigo  y de los aceites, pero a la luz de los resultados salta a la vista que no sirvieron para nada.

Las principales empresas del rubro (Mastellone, Unilever, Arcor, Molinos Río de La Plata y Mondelez) renovaron sus listas de precios con remarcaciones de entre el 9% y el 12%. Las mismas vienen amasando fortunas por esa vía: a modo de ejemplo, “Molinos Ríos de la Plata, de la familia Pérez Companc, obtuvo una rentabilidad neta en los últimos seis meses de 5.195 millones de pesos, un incremento del 217% en comparación con el mismo período del año pasado” (El Cohete a la Luna, 14/8). Frente a ello, el gobierno insiste en avanzar en un acuerdo de precios y salarios con el único objetivo de maniatar las paritarias mientras las patronales tienen vía libre.

En ese sentido, un relevamiento realizado por la consultora Management & Fit entre el 29 de julio y el 11 de agosto sobre 2.000 encuestados muestra que el 80% de los argentinos tuvo que modificar sus hábitos de consumo debido a la estampida inflacionaria y más de un 50% lo hizo en sus compras de alimentos. De estos últimos, un 37% comenzó a buscar “más promociones y descuentos”, un 29,3% se “adaptó a consumir menos que antes” y un 20,5%, a “consumir segundas marcas”. La carestía llega a tal extremo que los hogares terminan achicando el gasto en algo tan esencial como alimentarse.

Asimismo, una encuesta de 800 casos del Amba llevada a cabo por la Unsam refleja el malestar que genera el desmadre inflacionario al interior de las familias y hasta qué punto altera la subjetividad de las personas y los vínculos interpersonales. El 82,3% manifiesta preocupación por el futuro de los precios, el 78,6% siente que es muy difícil organizarse con los gastos diarios, el 70,7% dedica más tiempo que antes a la búsqueda de precios, el 82,6% señala que se habla mucho en familia sobre los aumentos de precios y el 68% admite que la falta de dinero es un motivo de discusión con sus convivientes.

A su vez, el 62% responde que directamente no puede pensar en el futuro y el 69% cree que va a bajar de clase social en unos meses. En cuanto a cómo se vio afectada concretamente su economía, el 48% tuvo que dejar de pagar cuentas, el 46% apeló a un préstamo, el 47% comenzó a comprar segundas marcas y el 42% debió reducir sus consumos.

Hasta acá, un panorama de cómo los tarifazos del gobierno en pos de complacer al FMI y la defensa de las ganancias de los capitalistas que “remarcan precios todos los días” ocasionan un sinfín de dificultades en la vida cotidiana de la población trabajadora. Por lo tanto, es urgente organizarse y pelear por una recomposición salarial, que ubique el salario inicial en $180 mil y establezca aumentos mensuales indexados a la inflación. La necesidad de un paro nacional seguido de un plan de lucha es total y en esa perspectiva movilizamos a la Plaza de Mayo este 17 de agosto.