Aunque el 55% de la población argentina está por debajo de la “línea de la pobreza”, en Argentina no hay “pobres”, o sea incapacitados de trabajar, sino desocupados, o sea capaces de crear con su trabajo la riqueza social. El origen social de su miseria es el límite histórico del régimen social de explotación capitalista.

En Argentina se desarrolla una miseria social capitalista; los padres de los chicos que murieron en Tucumán no son discapacitados para el trabajo sino una fuerza productiva social desahuciada por el capitalismo. La degradación del “mundo del trabajo” es indisociable de la degradación del capitalismo. “El capital no puede dar cuenta del universo productivo que ha creado” (Pablo Rieznik, “La pobreza del Frente Nacional”, Prensa Obrera, 6/12/2001).