Políticas

23/9/2021

La mitad de los trabajadores gasta el 50% de su salario en pagar el alquiler

Uno de cada tres inquilinos padeció aumentos de entre el 70% y el 150%. El abuso de la especulación inmobiliaria es convalidado por los gobiernos.

La mayor parte de los inquilinos gasta entre un tercio y la mitad de sus salarios para sostener el alquiler. Así lo demuestra un relevamiento impulsado por Inquilinos Agrupados, que da cuenta de otras cifras escalofriantes. Por ejemplo, que el 50% de los mismos está endeudado por los enormes gastos que les supone arrendar su vivienda.

Dentro del compendio de los inquilinos endeudados, la menor parte (el 6%) dice sostener deudas en su alquiler. El motivo, claro, es que ante el riesgo de perder la vivienda priorizan endeudarse con otras cuestiones, como la tarjeta de crédito (30,1%) o servicios como agua, luz y gas (15,2%). Esto da cuenta de un infierno que los trabajadores del país deben afrontar mes a mes, habiendo hasta ¡un 12%! que gasta el 90% de su salario en alquilar.

Otro factor de peso es la completa discrecionalidad de las inmobiliarias para aumentar el precio de los contratos. Apenas poco menos del 20% dijo tener que enfrentar subas de entre un 20 y 30%. La mitad de los inquilinos señala que tuvo que enfrentar aumentos del 60%, mientras que uno de cada tres tuvo aumentos de entre el 70% y el 150%. Esto se manifiesta también dependiendo de la zona en que se alquila. Por ejemplo, un departamento de tres ambientes cuesta unos $20.000 en San Juan, pero en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, donde un monoambiente cuesta de base $23.000, oscila los $40.000.

Estos números explican a su vez el grado de alcance de la crisis habitacional en la Ciudad y en la provincia de Buenos Aires, que concentra el 50% del mercado inmobiliario y es epicentro del déficit de vivienda. Los aumentos en estas zonas van muy en contramano de lo que venía a instaurar la Ley de Alquileres del gobierno. Tal es así que en el último año los precios aumentaron hasta un 100% en CABA, evidenciando su absoluto incumplimiento por parte de los empresarios del rubro.

El problema de fondo sigue siendo, ante todo, que hablamos de un mercado completamente liberalizado. Las inmobiliarias cobran cuándo, cómo y lo que quieren. Por eso es que una ley de tibias regulaciones no viene a suplir el problema. Otro de los factores a considerar es que, desde su sanción, las maniobras especulativas solo crecieron. Culpando al edicto gubernamental, los especuladores se lanzaron, por ejemplo, a achicar considerablemente la oferta tensionando los precios.

Si hoy los trabajadores del país miran a ambos bandos de la “grieta”, por un lado se encuentran con un gobierno que favoreció enormemente los negociados inmobiliarios (incluso a fuerza de represión, como en Guernica o el Barrio La Rivera en Lomas de Zamora), y que incluso varios de sus principales dirigentes construyeron su fortuna en este rubro. Si mira al otro, se encuentra con símil situación, cuya expresión más tenaz es la candidata de Juntos por el Cambio, María Eugenia Vidal, pujando por avanzar hacia una desregulación completa del mercado inmobiliario.

A su vez, es indudable que el problema también se expresa desde la desvalorización de los salarios, a dos días de que el Consejo del Salario haya fijado un mínimo de indigencia. Todo el arco del régimen político es garante y agente directo de la especulación inmobiliaria y los estragos que causa sobre una población trabajadora cada vez más empobrecida. Es hora de terminar con esto. Desde el Frente de Izquierda – Unidad planteamos un programa de impuestos progresivos a las viviendas ociosas, volcar el ahorro nacional a un enorme plan de urbanización y viviendas populares y la modificación de la Ley de Alquileres basándose en el alcance real de los salarios.