Políticas

7/11/2022

La receta de Cerruti: se desploma el consumo, pero la inflación no afloja

Octubre registró una baja del 3,2% interanual en las ventas, incluso a pesar del día de la madre, el Cyber Monday y otros incentivos.

Cae el poder adquisitivo y la capacidad de endeudamiento.

Según el informe de la Cámara Argentina de la Mediana Empresa (Came), se cumplieron en octubre cuatro meses de bajas interanuales consecutivas en las ventas, incluso a pesar de haberse incluído el día de la madre, las vísperas del Mundial de Fútbol y Halloween, entre otros eventos. Esta caída del consumo conforma otro botón de muestra sobre la pérdida del poder adquisitivo de los salarios frente a la estampida inflacionaria.

Octubre registró una baja del 3,2% interanual en las ventas, mientras que en rubros como Textil e Indumentaria la retracción llegó al 19,2% y ya acumula seis registros interanuales en negativo, sobre todo por el enorme incremento de los precios que registra el sector. Si bien en la comparación mensual las ventas subieron 0,3% y acumularon un alza de 1,8% en los primeros diez meses del año, lo hicieron muy por debajo de la inflación.

Esto sucede incluso a pesar de la enorme cantidad de factores que debería atizar el consumo, como el día de la madre y el inicio de la temporada de eventos privados, entre otros festejos, donde el impacto en las ventas fue de moderado a bajo. Además también vino incluído el Cyber Monday, una semana de descuentos y ofertas de un amplio abanico de productos donde las ventas crecieron un 47% más que la edición del año pasado, también muy por debajo de la inflación para el período (hasta septiembre el IPC del Indec había crecido 83% interanual).

Además, se destacó el rubro Alimentos y Bebidas como el que más unidades vendió esa semana, lo que significa que los ingresos de los trabajadores han perdido una enorme capacidad de compra, puesto que quienes antes aprovechaban el Cyber Monday para comprar electrodomésticos ahora lo utilizan para comprar comida con descuento o en cuotas.

A su vez, también da cuenta que la capacidad de endeudamiento de los consumidores ha disminuido estrepitosamente, considerando que ni la financiación estimula el crecimiento de las ventas, como lo ha mostrado la caída mensual en octubre de 19,9% para compras con tarjeta y el frío arranque del Ahora 30, producto de la pulverización de los salarios que además conduce a que los bancos no aumenten los topes en las tarjetas de crédito.  A esto se agrega también el “dólar Qatar”, que encareció en un 25% los gastos en dólares en el exterior, lo que llevó a una disminución de casi el 20% en las operaciones con tarjetas de crédito en moneda extranjera.

El gobierno, por su parte, es el que viene atizando esta situación de corrida inflacionaria y depresión del poder adquisitivo de los trabajadores, interviniendo contra ellos en las discusiones paritarias, como lo hizo con el Sutna, habilitando aumentos en los precios regulados por el Estado, incluso los que encarecen a todo el resto de la actividad productiva como es el caso de los combustibles, y aumentando la tasa de interés de referencia, lo cual representa un gran negocio para la banca pero viene deprimiendo el consumo y atizando la recesión.

A su vez, sobreactúa una pulseada con las grandes empresas de consumo masivo, especialmente las alimenticias, con medidas que fracasaron antes y ya están fracasando ahora, porque previo a la fijación de los “Precios Justos” las patronales están remarcando por adelantado y amenazan con desabastecimientos si son multadas. Es el único resultado al que pueden llegar estas negociaciones a libro cerrado, intentando a tentar a los capitalistas con beneficios crediticios y cambiarios.

Queda claro entonces que el gobierno es uno de los grandes promotores de la inflación, la cual utiliza en simultáneo para licuar salarios y jubilaciones, y aumentar la recaudación del Estado en pos de cumplir con la meta de déficit fiscal impuesta por el Fondo, lo que desnuda el carácter capitalista de su política.

Es necesario combatir esta orientación peleando por un paro nacional y un plan de lucha que ponga en el centro de la escena la defensa del poder de adquisitivo de los trabajadores. Debemos exigir un salario mínimo igual a la canasta básica y aumentos salariales y previsionales indexados a la inflación.