Políticas
24/7/2025
Editorial
Las elecciones en el centro de la crisis
Fuera Milei y el ajuste de Kicillof. Votemos al Frente de Izquierda Unidad.

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Collage de Prensa Obrera
En la Argentina, el proceso electoral de este año –que mostró cada vez menos inscriptos en el padrón dispuestos a ir a votar–sumó la preocupación explícita de representantes del establishment radicado en Estados Unidos.
Ya en abril fue la mandamás del FMI, Kristalina Georgieva, la que llamó a “votar bien”, entendido esto como un apoyo a Millei, y el FMI le tiró una soga firmando un acuerdo cuando la precariedad del plan económico de Milei-Caputo acercaba al gobierno al borde del precipicio.
Hace unos días fue el JP Morgan –el mismo que hace unas semanas recomendó a sus clientes “tomarse un respiro” y no invertir en Argentina- que a través de un informe hizo conocer un pronóstico con diversos escenarios de acuerdo cómo le vaya al gobierno en octubre. El JP Morgan fue preciso: La Libertad Avanza (LLA) tiene que sacar como mínimo el 45% de los votos para que tenga vía libre para darle nafta a la motosierra y el ajuste. Ahora se sumaron las declaraciones del embajador designado por Trump en la Argentina, el protovirrey Lamelas.
Milei hizo un acto de sectas –Derecha Fest- en Córdoba para dejar ver que el resultado electoral de octubre lo obsesiona.
Crisis en la “tía” de las batallas
La preocupación en torno a las elecciones está concentrada en si Milei tendrá las condiciones de gobernabilidad para imponer un ataque en regla a los trabajadores sin que esto termine desestabilizándolo y volvamos a la Argentina de 2001 -que tanto preocupa a Lamelas-, sobre todo en una región que se vio no hace mucho dominada por rebeliones populares. Lamelas lo dice crudamente cuando señala que el problema no es solo el peronismo (y la vuelta a un régimen de regulaciones que contemple intereses capitalistas locales) sino la izquierda.
Es por esto que elecciones “menores”, limitadas a “negocios locales”, como fue la de CABA y es ahora la de la legislatura bonaerense y los concejos deliberantes, parecen definir el futuro del gobierno nacional. El despliegue de candidatos de “peso” como sucedió en CABA y como sucede ahora en las de la provincia de Buenos Aires donde intendentes, ministros, una vicegobernadora, etc. pelean por una banca en una legislatura anodina o para ser concejales, revelan que a través de esta elección se están dando batallas con mayor proyección política.
El cierre de listas, además de esas consideraciones, puso de manifiesto una mayor disgregación de las fuerzas políticas patronales, que un “proverbial” corte de luz salvó se hiciera más explícita. La crisis del peronismo llegó al exabrupto de que Kicillof presentará una lista “gemela” por las dudas –que luego bajó-; la crisis incluso golpeó al engendro de las “viudas” del PRO y de Juntos por el Cambio (y un sector del peronismo) llamado “Somos Buenos Aires”, que quiere presentarse como una salida alternativa al peronismo ante un derrumbe del mileísmo, debutando con renuncias y portazos y que no presenta lista en la segunda sección donde votarán al armado de los los intendentes de San Nicolás y Pergamino (Hechos).
En el caso del acuerdo de LLA y el PRO la conformación de la lista abrió una crisis de mayor envergadura. Por un lado en el macrismo, que quedó prácticamente fagocitado por la lapicera de Karina y el servicio de Ritondo y Santilli que pretenden pegar el salto e integrarse al gobierno dejando a Macri colgado de un pincel. Pero lo más importante es el blanqueo de la división en el seno del "triángulo de hierro", que no pudo ser ocultado tras las insultos contra Villarruel, y es la pelea entre “el jefe” Karina y el “asesor” Santiago Caputo y su banda de trolls, a los cuales les pagaron los servicios prestados con un diputado provincial y 4 concejales (de 135 municipios) expectables, es decir, los ningunearon en forma.
Repentinamente una elección que se armó como parte de la pelea dentro del peronismo y sobre todo en el kirchnerismo, puso sobre el tapete una crisis de consecuencias aún no establecidas. Las áreas del gobierno que maneja “Santiaguito” le dan el poder para un daño mayor, entre los cuales se avizoran carpetazos, como el del negocio de los Menem en el Banco Nación. En la “Argentina de Milei” la casta, los punteros y hasta las formas de la “vieja” política están más vigentes que nunca.

Y… es la economía
Es claro que el telón de fondo –o el principal- de esta crisis es la evidencia que al gobierno le cuesta cada vez más llegar a octubre sin que la precariedad del plan económico estalle. El gobierno coloca todos sus esfuerzos en impedir una disparada del dólar que no solo lo complique electoralmente por su repercusión sobre los precios, sino que le dé un golpe mortal a la bicicleta financiera dejando el tendal y que agrave aún más las dificultades para acceder al mercado de capitales y seguir el endeudamiento. El riesgo país sigue subiendo, 775 puntos, mostrando la escasa confianza en la capacidad de pago de la Argentina.
El dólar está más cerca del techo (1.400) que del piso que había pronosticado Milei, sin que dispongan de los dólares para intervenir en el mercado como lo autoriza el acuerdo con el FMI, que -agreguemos- volvió a alertar sobre el derrumbe de las reservas (el JP Morgan oficializó que las reservas netas están 7.500 millones de dólares en rojo).
Para impedir que el dólar se dispare y acumular reservas, el gobierno decidió secar de pesos la economía elevando las tasas de interés –que llegaron a tocar los 3 dígitos en un día- con lo cual agravó las tendencias al parate de la economía, la caída del consumo, la morosidad, etc. es decir, todos síntomas de una economía que lejos de calentarse se enfría. También apostó a intervenir fuertemente en el mercado de futuro –hay acuerdos por 6.500 millones de dólares a fin de año- que son una hipoteca ilevantable si se dispara el dólar.
En este cuadro la negociación con los gobernadores que quieren fondos de la Nación –acompañados por todo un sector de la clase capitalista-, más los reclamos específicos del capital agrario y otros sectores empresariales encuentran a un gobierno con poco margen de maniobra. Una falta de salida a esta situación puede manifestarse no solo en una derrota parlamentaria en torno a las leyes y vetos, sino en la conformación del panorama electoral que aleje a LLA del 45% que le puso el JP Morgan como condición de gobernabilidad.

Lamelas aprieta
Lamelas, el embajador designado por Trump para la Argentina, no solo declaró su apoyo a Milei, lo consideró vital para su misión de colonizar a Argentina en función de los intereses estratégicos de Estados Unidos y de la política de Trump, en el marco de la pelea con China y el copamiento de sectores clave como es el Atlántico Sur y la Antártida. La brutalidad de Lamelas sacudió a la oposición colaboracionista que es más partidaria de los eufemismos propios de la diplomacia.
La pretensión de Lamelas de recorrer las provincias para garantizar los intereses yanquis coloca en las mira negocios vitales como la minería, obras públicas (represas), etc. en las cuales China está metida. Por otro lado la exigencia de ruptura de relaciones comerciales con China que pretende Lamelas –y que ya Claver Carone había reclamado como condición para un apoyo más explícito a Milei- más que una ayuda es una condena a una crisis segura.
Milei ha dado pasos en función de las exigencias “globales” de Estados Unidos. Ya bajo el gobierno de Biden pidió que Argentina sea considerada “socia global” de la Otan. Ahora se hizo pública a través de The Economist que Argentina estaría dispuesta a resignar su reclamo de soberanía sobre Malvinas a cambio de ingresar a la Otan y garantizar a Gran Bretaña y a Estados Unidos soberanía sobre el Atlántico Sur. La gravedad de esta información -que el gobierno no desmintió- alcanza no solo para echarlo a Lamelas, sino sobre todo a Milei y mandarlos a él y a sus ministros Petri y Werthein en cana.

Votar al Frente de Izquierda, impulsar las luchas
Para los trabajadores tampoco es menor el resultado electoral. La presión que hace el establishment para que Milei gane sin atenuantes tiene que ver con un mandato claro: ir a fondo en el ataque a los trabajadores. Quieren “gobernabilidad” para avanzar con la motosierra, para anular leyes que rozan apenas reivindicaciones populares, para avanzar sobre los convenios colectivos de trabajo, terminar con las indemnizaciones y la organización obrera en los lugares de trabajo, quieren gobernabilidad para ir por la reforma previsional que establezca una jubilación asistencial, la vuelta de las AFJP y el aumento de la edad jubilatoria. Quieren menos impuestos a los capitalistas a cambio de más impuestos a los trabajadores. Quieren que se afirme el derrumbe de los salarios y los acuerdos del 1% mensual. Junto a esto la entrega del país, de sus recursos, de un mayor sometimiento al imperialismo y sus tendencias a la guerra.
La oposición de los gobernadores no tiene que ver con el carácter profundamente anitobrero y antipopular de Milei, han sido cómplices y facilitadores su gobierno. Pretenderán establecer una falsa polarización. Lamelas les dio la oportunidad: Cristina Fernández de Kirchner y Kicillof coincidieron en el rechazo al designado embajador, al cual quieren declarar persona no grata. “Argentina o Lamelas” dice Cristina cuando fueron ellos los que metieron a Chevron en la Patagonia. El gobernador de Tierra del Fuego, el kirchnerista Melella, recordaba estos días que él no recibió a la jefa militar del Comando Sur de Estados Unidos cuando fue a su provincia, cosa que sí hizo CFK cuando era vicepresidenta, Laura Richardson tenía el mismo propósito que Lamelas.
Para un pueblo que se esfuerza en defender un hospital como el Garrahan, que sale a enfrentar la represión a los jubilados y a los que luchan, que trata de sortear las trabas que le pone la burocracia sindical peronista –que negocia con Milei la reforma laboral-, el camino es otro: es salir con sus reclamos, ir a la lucha, organizarse para que triunfen y fortalecer todo esto votando en consecuencia, es decir votando al Frente de Izquierda.
Con esta concepción lanzamos la campaña electoral hacia el 7 de setiembre en Buenos Aires, con Romina Del Plá, Nicolás del Caño, Néstor Pitrola, Pablo Giachello, Mónica Schlotthauer, Alejandro Bodart y los cientos de candidatos de una lista de luchadores. La campaña tiene que ser un factor de organización y estructuración política en torno a un programa y una salida obrera y socialista, necesarias para terminar con los Milei, con los ajustadores y entregadores de todos los signos políticos, con los Lamelas y el imperialismo.
Con esta misma concepción vamos a fondo en la defensa de las luchas en curso, en el impulso y organización de las que van surgiendo, y en el apoyo al plenario obrero que convocan sindicatos y organizaciones combativas el próximo 16 de agosto para forjar un agrupamiento que enfrente a las patronales, al Estado y a la burocracia cómplice.