Políticas
29/10/2025
Las reformas laborales noventistas que ampliaron la desocupación y el hambre
Promesas de trabajo formal para aplicar modificaciones patronales que facilitaron despidos, precarización y flexibilización laboral.

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Menem y De la Rúa.
La reforma laboral que tiene en agenda Javier Milei, con el pretexto de una supuesta generación de empleo formal, tuvo su fracaso en los '90 y los años siguientes, con las sucesivas modificaciones al régimen laboral, que introdujeron mayor precarización y flexibilización y culminaron con el estallido social de diciembre del 2001, y un crecimiento exponencial de la desocupación y la pobreza.
El primer antecedente al respecto del menemismo vino con la reforma laboral con la sanción de la Ley de Empleo 24.013, a fines de 1991, cuyo propósito fue flexibilizar el trabajo y los contratos laborales para adaptarlos a las necesidades del mercado y las patronales. Con esta reforma, se incorporaban una multiplicidad de modalidades precarias de empleo, más conocidas como “contratos basura”, generando una división adicional entre los trabajadores, entre permanentes y contratados.
Como Milei, el argumento de Menem para vulnerar los derechos de los trabajadores, satisfaciendo los reclamos del FMI y las patronales, fue la supuesta creación de puestos de trabajo y la formalización de los existentes, cosa que nunca sucedió –las patronales prefirieron pagar las indemnizaciones creadas a tal fin (derogadas recientemente por Milei) antes que regularizar trabajadores, para bajar costos. Los capitalistas se valieron de estas reformas para perjudicar a los trabajadores, continuando con el trabajo informal, ampliando sus ganancias y el número de desempleados, haciendo creer las filas de los desocupados.
Ademas, el menemismo redujo las contribuciones aptronales a la seguridad social, vaciando la caja de la Anses y las jubilaciones: en un beneficvio extraordinario que nunca se retrotrajo y que es uno de los pilares de las jubilacioens de indigencia que paga actualmente el Estado.
A mediados de los '90 incluso avanzaron más allá, con el convenio del Smata y Fiat, aplicando la política de convenios específicos que luego serían replicados en la industria, donde se redujeron los salarios un 40%, se descalificó a los trabajadores a la condición de “aprendices” y se atacó la jornada de 8 horas, la estabilidad laboral y el régimen de vacaciones, todo bajo la condición de creación de 5.000 empleos formales que nunca existieron.
Ya a fines de la década y del segundo gobierno de Menem, en 1998, se sancionó la Ley 25.013, que introduciría reducciones en las indemnizaciones y facultades discrecionales para las patronales y los sindicatos para reformar las condiciones laborales de los convenios. Esta ley derogó la mayor parte de los contratos basuras de la Ley de Empleo, pero solo porque el régimen laboral ya había sido degradado a la misma situación de vulnerabilidad.
Lo que vino después de estas reformas antiobreras fue aún peor, con la conocida Ley Banelco (Ley 25.250) bajo el gobierno de Fernando de la Rúa, con el escándalo de las coimas en el Senado como agregado. Esta reforma planteaba la extensión del periodo a prueba (algo que hizo Milei recientemente con la Ley Bases), el ataque a la ultraactividad de los convenios, la habilitación de los convenios por empresa incluso por sobre convenios de mayor jerarquía (rama o industria) y beneficios para los capitalistas con la disminución de las contribuciones patronales y subsidios, entre otras cosas.
Todo este proceso, lejos de llevar a un crecimiento del trabajo gracias a las facilidades a las patronales y la flexibilización de las condiciones laborales, solo conllevó un aumento de la desocupación y una caída general de los salarios, con los capitalistas explotando una mayor rentabilidad.
Milei ahora pretende que volvamos a profundizar esta orientación, que siguen sucesivamente los gobiernos capitalistas para defender los negocios patronales, con el mismo latiguillo del trabajo, cuando la economía sigue hundiéndose y con el antecedente que todo ataque contra los trabajadores siempre vino de la mano de más despidos, desocupación, ajuste y pobreza.
Hay que derrotar eta ofensiva del gobierno y sus colaboradores, rompiendo con la política criminal de la burocracia cegetistas y el peronismo colaborador, con la movilización popular y la lucha de clases, deteniendo cualquier intento de una nueva reforma laboral antiobera en los términos en los que la población trabajadora le dijo que no a la reforma jubilatoria de Macri en 2017 y paró así la reforma laboral en carpeta del macrismo.




