En el acto que le organizó la CGT, el candidato presidencial de Unión por la Patria, Sergio Massa, reconoció que los salarios vienen perdiendo frente a la inflación e intentó cubrirse diciendo que “los subsidios en el transporte y la energía representan un salario indirecto y no un gasto”. Se trata de la defensa de una política que alimenta el parasitismo empresarial, que, como veremos, beneficia a la clase capitalista tomada de conjunto.

“No es lo mismo que un trabajador pague $70 el boleto de colectivo a que lo pague $600. No es lo mismo que pague $3.000 o $4.000 la boleta de luz, a que la tenga que pagar $12.000”, señaló el ministro de Economía. Estamos ante una presentación interesada de la realidad.

Sucede que los precios subvencionados, al bajar relativamente el costo de la canasta básica, permiten a la clase capitalista toda pagar menores salarios. El menor gasto en tarifas funcionó durante las últimas décadas como un subsidio indirecto a los empresarios. Asimismo, los subsidios van a parar a los bolsillos de los empresarios, no al de los trabajadores.

Estos fondos se giran a libro cerrado mientras las patronales mantienen una huelga de inversiones. Además, el dinero del Estado ha sido utilizado por las empresas para avanzar en procesos de concentración empresarial (por ejemplo, los grupos capitalistas que están en manos de Eduardo Eurnekian y Paolo Rocca) y para orquestar regímenes de corruptela, en los que también se han visto involucrados varios dirigentes políticos de los partidos del establishment.

Massa oculta también que, para cumplir con las pretensiones del FMI, viene recortando los subsidios que se le otorgan a las empresas de servicios públicos y dando luz verde a la aplicación de tarifazos y aumentos para proteger la tasa de ganancia capitalista. Por ejemplo, en junio aumentó un 24% la boleta de luz del Amba, un 4% el precio de los combustibles y un 8,6% el precio del transporte. Y este mes aumentó un 8% el precio del transporte y un 4,5% el del combustible.

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El candidato de Cristina Kirchner dijo que con él como presidente se vendría una “Argentina de la producción y el trabajo” y se recompondrían los salarios. Un revival de la campaña menemista del “salariazo” y la “revolución productiva”. ¿Por qué no ocurre eso ahora, si junto a CFK gobierna el país? El 50% de los trabajadores está inmerso en la informalidad, hay alrededor de un 12% de desocupación real (la propaganda oficial marca una desocupación más baja porque el gobierno toma como ocupados a quienes laboran al menos una hora por semana y a los beneficiarios del Potenciar Trabajo), el 80% de los asalariados percibe salarios cuyos montos se encuentran por debajo de la línea de pobreza y la producción industrial se está desacelerando.

De paso, aprovechó para intentar polarizar con la derecha de Juntos por el Cambio; afirmó que busca “quitar derechos, cortar las indemnizaciones y bajar las jubilaciones”. Sin embargo, el programa de gobierno que propone Massa no difiere en lo sustancial del que plantea JxC. Larreta y Bullrich quieren implementar esas políticas y respetar el acuerdo con el Fondo, pero Massa está implementando parte de esa agenda en la actualidad; más de la mitad de los jubilados cobra apenas $70.000 y el avance de la precarización laboral terminó por excluir a una porción significativa de los asalariados del derecho a la indemnización por despido. Es que Massa es un lobista de los capitanes de la industria, de la banca, del capital financiero internacional y del FMI.

Sergio Massa gobierna para los dueños del poder, los capitalistas. Estos son los responsables de la bancarrota nacional. Los trabajadores debemos votar por Solano-Ripoll, cuya lista está compuesta por luchadores de todo el país. Es la fórmula que le duele a la burguesía y sus políticos.

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