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29/8/2022

Massa prepara el viaje a Estados Unidos con nuevos beneficios a las mineras y ¿al agro?

No recomponen las arcas del Central y ni siquiera despejan las presiones por una mayor devaluación.

Sergio Massa

Sergio Massa quiere llegar a Estados Unidos con herramientas para tentar al gran capital y mostrarle al FMI un plan de recaudación de divisas. En ese sentido, luego del fracaso del dólar soja para que el agro liquide la divisas, ahora anticipó que presentará en septiembre un decreto con fuertes incentivos cambiarios para el sector minero, muy similar también a los últimos impulsados para las petroleras, pero que tampoco destraban la huelga de inversiones hasta el momento. Estos beneficios al gran capital no recomponen las arcas del Central y, por lo tanto, ni siquiera despejan las presiones por una mayor devaluación.

Según esta agenda, las empresas mineras tendrán acceso libre al dólar por hasta un 25% de sus exportaciones, a cambio de cumplir requisitos de inversiones y agregado de valor en un programa de desarrollo de proveedores, y podrían sumarse algunos beneficios fiscales. Con esto, el gobierno espera un aumento de las inversiones en litio y del nivel de exportaciones. En esa misma línea es que Massa se reunirá en USA con mineras como Livent, que explota el Salar el Hombre Muerto en Catamarca en busca de litio y fue denunciada por subfacturar exportaciones por debajo del 20% de su valor real y de los registrados en la provincia de Jujuy, y a la cual le ofrecerá beneficios impositivos. Esto demuestra que poco le importa al gobierno penar la evasión fiscal y la fuga de divisas. La contracara de estas exenciones impositivas es el recorte presupuestario que anunció el ministro de Economía en esferas vitales para la población como es la salud, la educación, la vivienda y obras hídricas, entre otras. Queda claro que el déficit fiscal que impone el Fondo será pagado por los trabajadores con sus condiciones de vida.

Beneficios similares se promovieron para los hidrocarburos, como el llamado “Régimen de Acceso a Divisas para la producción incremental de petróleo” y que, lejos de reportar los resultados esperados, solo impulsó un aumento en el precio de los alimentos, acrecentó la fuga de divisas por parte de las multinacionales, en un marco de récord de exportaciones de gas. Otro caso similar es el dólar soja, un desdoblamiento cambiario que se configuró como una devaluación camuflada y tenía como objetivo el ingreso de divisas por parte de las patronales agrarias. El mismo prometía un ingreso de 5 mil millones de dólares pero no cumplió con el objetivo, la liquidación de agosto de este año fue mucho menor a la del mismo mes del año anterior.

Los pulpos del agro prefieren seguir presionando por una devaluación en regla, al igual que el resto de las patronales, lo que les sería mucho más redituable, o una rebaja en las retenciones. Esto último sería contrario al camino de ajuste fiscal que demanda el FMI. El gobierno, por su parte busca otra alternativa que incluya mayores beneficios para el sector con el fin de impulsar la liquidación de divisas, puesto que una devaluación amenazaría con una corrida cambiaria que el Central no podrá contener por la escasez de reservas y no se sabe donde terminaría. Además encarecería los costos de obras como el gasoducto, claves para la rama energética (otro sector en el que el imperialismo tiene puesto el ojo) y acrecentaría la ya impagable deuda en dólares.

Mientras tanto, se restringe el acceso a dólares para todos aquellos que perciban una tarifa social dentro de la segmentación tarifaria, atentando contra la capacidad de ahorro de las familias, al tiempo que refuerza el control sobre los dólares para la importación, lo que contribuye a la aguda tendencia recesiva y no termina de impedir que las empresas se beneficien con la brecha cambiaria mediante diferentes maniobras. La presión por una devaluación es cada vez mayor y la encerrona en la que se encuentra el gobierno la posiciona como el único rumbo. A su vez, un desdoblamiento cambiario impactará de lleno en los costos de toda la rama productiva, lo que se trasladará a los precios. Esto impactará de lleno en los ingresos de los trabajadores y en su capacidad de consumo, alejando a los salarios cada vez más de la canasta básica y echando leña al fuego inflacionario.

En esa línea es que se encuentra el documento difundido el domingo pasado, atribuido al viceministro de Economía, Gabriel Rubinstein, con un supuesto programa de estabilización para arrancar cuánto antes que propone un desdoblamiento cambiario y una devaluación del dólar oficial del 50%, además de una suba promedio del 100% de las tarifas de gas, luz y transporte y sólo subsidios para la población muy vulnerable (tarifa social), la eliminación de transferencias discrecionales a las provincias y recortes lisos y llanos en inversión pública. Un ajustazo aún más brutal.

Es necesario colocar el ahorro nacional al servicio de los intereses de la mayoría de la población, para eso la nacionalización de la banca y del comercio exterior, bajo control de quienes viven de su trabajo y no de los que especulan y se enriquecen del trabajo ajeno, son pasos claves en esa dirección.