Políticas
18/12/2024
Milei hizo un ajuste comparable al de Alfonsín con el Plan Austral… que terminó en hiperinflación
Uno de cada cuatro pesos recortados proviene de las jubilaciones.
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Saqueos durante la hiperinflación de 1989.
Javier Milei, quien prometió en campaña electoral que el ajuste lo iba a pagar la casta, finaliza el primer año de gobierno habiendo hecho recortes feroces en partidas vinculadas a las necesidades sociales. Una estafa completa a sus votantes y, por sobre todo, una gestión que se ha demostrado incompatible con el bienestar del pueblo trabajador.
El gobierno de La Libertad Avanza finalizó noviembre con un superávit fiscal acumulado de $1,3 billones. El mismo no proviene de los ingresos, los cuales cayeron 7% interanual en términos reales como resultado de la recesión económica y la rebaja en las alícuotas de Bienes Personales, sino que se debe a la caída estrepitosa del gasto, del orden del 24,5% en el mismo período.
Como vemos, en el 2024 las personas de mejor poder adquisitivo pagaron menos impuestos mientras que las mayorías populares sufrimos las consecuencias del plan motosierra. El ajuste trepó al 4,4% del PBI, el equivalente a $36,5 billones. Asimismo, de $100 recortados, $24 fueron quitados de la inversión en obra pública y $22 del presupuesto devengado en jubilaciones. A todas luces, un superávit fiscal sostenido a costa de los adultos mayores y de los derechos más elementales de la población.
Vale remarcar que el recorte del presupuesto destinado a la obra pública (-76%) afectó particularmente a las partidas dirigidas a la construcción de planes de vivienda (-84%) y extensión del servicio de agua potable y alcantarillado (-69%), perjudicando a los sectores más vulnerables. Por su parte, la ejecución presupuestaria para infraestructura escolar mostró un retroceso del 60%, agravando la crisis edilicia de las instituciones educativas.
La motosierra oficial también se ensañó con las transferencias a las universidades, la cuales sufrieron una caída del 27%; con el presupuesto destinado a programas sociales (como el Potenciar Trabajo y el Programa Acompañar), que se desplomó 55%; y con las transferencias a las provincias, que disminuyeron 68% (desfinanciando así, por ejemplo, a las escuelas y centros de salud que dependen de esas jurisdicciones). A su vez, el presupuesto destinado a gastos de funcionamiento cayó 23%, fruto del despido masivo y pérdida salarial de los trabajadores estatales.
En paralelo a esta masacre social, quienes estuvieron de parabienes fueron los bancos y fondos de inversión que especularon con la deuda del Tesoro. Estos recibieron $1,02 billones de pesos en concepto de intereses, sin contar los que están capitalizando a través de instrumentos financieros como las Lefi y las Lecaps. Cabe destacar que el pago de estos últimos echaría por tierra el superávit financiero del cual se jacta el gobierno.
La magnitud del ajuste de Milei solo se compara con el ejecutado bajo la presidencia de Raúl Alfonsín durante el Plan Austral, el cual llegó al 4,6% del PBI. Lo anterior debería bastar para despejar el optimismo de los liberfachos, teniendo en cuenta que la austeridad fiscal de 1985 no impidió que cuatro años después se desatara una hiperinflación sin precedentes. Como en aquel entonces, el peso de la deuda externa y la crisis de reservas acorrala al gobierno actual; a fin de cuentas, lo único que contiene al tipo de cambio es la bicicleta financiera, la cual puede desarmarse en cualquier momento provocando una corrida.
Finalmente, es falsa la afirmación gubernamental de que la motosierra sea el remedio para la inflación y nos lleve a buen puerto. La misma solo empeora las condiciones de vida de los trabajadores y por eso tenemos que enfrentarla en las calles para que se vaya el gobierno que la impulsa. Este 20 de diciembre llenemos la Plaza de Mayo contra la ofensiva antiobrera en curso.
