Políticas

29/1/2025

Murió Enrique Eskenazi, un burgués “nacional”

El empresario se hizo conocido por haber hecho importantes negocios como accionista de YPF.

Cristina y Eskenazi.

Enrique Eskenazi, fundador del Grupo Petersen, murió a sus 99 años. Fue un exponente de la clase capitalista nativa, conocido por haber hecho importantes negocios como accionista de YPF gracias al gobierno de los Kirchner. Su familia podría beneficiarse si la Justicia norteamericana falla a favor de los buitres que litigan contra la Argentina en la causa por la “estatización” de YPF. Eskenazi es el retrato fiel de una burguesía criolla explotadora, parásita y subordinada al capital imperialista.

Su carrera empresarial comenzó en el Grupo Bunge y Born, donde se mantuvo hasta el año 1980. Más tarde se convirtió en gerente general de la constructora Petersen, Thiele & Cruz SA. En los 90 conformó el Grupo Petersen, que incursionó en sectores como la infraestructura urbana, la agroindustria, la energía y el sector financiero. Eskenazi, asimismo, adquirió una serie de bancos provinciales; el antaño gobernador de Santa Cruz, Néstor Kirchner, le entregó el banco de la provincia.

Uno de los capítulos más importantes de la historia de la familia Eskenazi tuvo lugar en 2008, cuando su empresa debutó en la industria petrolera. Gracias a los Kirchner, el Grupo Petersen adquirió el 25% de las acciones de YPF. Lo hizo utilizando dinero de créditos que fue pagando más tarde con las ganancias que obtenía al participar en el negocio del petróleo como socio menor de la empresa española Repsol –la contracara de esto era la no inversión en la economía “real”. El kirchnerismo presentó su política como la “argentinización” de YPF, ocultando que solo sirvió para beneficiar a un sector de la clase capitalista.

Entretanto, en el país se desarrollaba un saqueo de grandes magnitudes. Es que, entre 1993 y 2012, tanto la producción como las reservas de gas y petróleo cayeron. YPF, además, quedó sobreendeudada. A la par que se desplomaba la inversión, el gobierno K subsidiaba a las empresas. En este contexto, la huelga de inversiones capitalista se profundizó y el oficialismo tuvo que empezar a importar energía. En 2012, finalmente, Cristina Kirchner y su ministro de Economía, Axel Kicillof, avanzaron en la "estatización" de YPF.

El Partido Obrero denunció la movida como una reprivatización ya que se expropió (abonando una indemnización de 6.000 millones de dólares) a Repsol y se le entregó el negocio a la empresa norteamericana Chevron, que luego se vería beneficiada de prebendas impositivas y de la posibilidad de girar utilidades al exterior. Además, YPF continuó cotizando en la bolsa de Nueva York con la posibilidad de que el Estado argentino sea juzgado en tribunales internacionales. Luego de la expropiación, el gobierno “nac&pop” ejecutó un naftazo que alcanzó el 230% -entre 2012 y 2015.

Al “estatizar” YPF, el gobierno no hizo una oferta por las acciones que tenía el Grupo Petersen. Empresas del holding de Eskenazi se declararon en quiebra (no pudieron afrontar sus deudas con los bancos extranjeros) y su derecho a litigar fue comprado en 2015 por Burford Capital, un hedge fund que se dedica a comprar derechos de litigio de compañías quebradas para después iniciar juicios por sumas mucho mayores. Los Eskenazi recibieron 15 millones de dólares por esa operación. Entonces, la Justicia norteamericana dictaminó que el gobierno K perjudicó al Grupo Petersen al no comprar esas acciones e inició un juicio contra el Estado argentino.

La jueza Loretta Preska, que está a cargo del caso en el Tribunal del Distrito Sur de Nueva York, condenó a la Argentina a pagar 16 mil millones de dólares –incluyendo intereses u honorarios legales– a Burford. Si todo sale bien para los buitres, los Eskenazi cobrarían un 30% de la indemnización. Preska viene de ordenar al país que entregue información requerida por los litigantes, por ejemplo la ubicación del oro argentino; advirtió que lo podría declarar embargable si fue usado con fines comerciales.

La movilización de una parte de las reservas de oro hacia el extranjero ordenada por Milei y Caputo colocó a la Argentina en una situación más delicada. Los buitres van por todo, buscan beneficiarse de embargos o eventualmente quedarse con las acciones de YPF que están en manos del Estado. Milei también colaboró con los Eskenazi y con Burford colocando a un abogado de lazos con la familia del fenecido empresario para “defender” al Estado argentino de los mismos Eskenazi. Los ladrones quedaron de los dos lados del mostrador.

Bajo Milei, un sector de la burguesía argentina sigue enriqueciéndose interviniendo en el negocio petrolero. El Eskenazi de Milei es Paolo Rocca, dueño del Grupo Techint, que hasta se ha dado el lujo de colocar funcionarios en el gobierno libertario.

Hay que desconocer el juicio y colocar YPF bajo control de los trabajadores (expropiándola sin pago). Eso, que representa una salida real al problema en cuestión, solo puede ser realizado por un gobierno de trabajadores.

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