Políticas
21/4/2025
Murió Francisco, un intento fallido de rescatar a una Iglesia Católica reaccionaria y en descomposición
Siguen los abusos y pederastas en las iglesias, los negocios y negociados clericales y crecen el hambre y la miseria en el mundo.

Seguir
Jorge Mario Bergoglio: Papa Francisco.
A sus 88 años, según confirmó el Vaticano, en horas de la mañana de este lunes 21 falleció Jorge Mario Bergoglio, conocido en la última década como Papa Francisco: máximo líder de la Iglesia Católica. Francisco prometió una renovación que no fue tal, en una institución atravesada por las violaciones y abusos contra menores, y la opulencia y el enriquecimiento espurio en un mundo dominado por el hambre y la pobreza. Su pose “progresista” al interior de la Iglesia tampoco sirvió para una apertura de una institución anquilosada, conservadora y reaccionaria, y su intervención política estuvo al servicio de conciliar y contener los procesos de lucha de los pueblos contra los gobiernos capitalistas.
La noticia fue dada a conocer por las autoridades del Vaticano luego de que el Papa transitara una prolongada hospitalización debido a un caso grave de neumonía, obteniendo el alta médica el pasado 23 de marzo, pero conservando un estado de salud delicado.
Francisco asumió al frente de la Iglesia Católica como Papa el 13 de marzo de 2013, hace 12 años, con el compromiso de renovar una institución desprestigiada a nivel mundial y en franco retroceso respecto al avance de otros credos, como los evangelistas, particularmente en Latinoamérica y entre la población pobre donde se encontró históricamente su fuerte.
Una cueva de pedófilos
El ascenso de Francisco fue considerado como una oportunidad para avanzar contra los curas pedófilos y terminar con los delitos sexuales contra menores que afectan a la Iglesia Católica en todo el mundo. El propio Vaticano reconoció en un informe del 2018 que la institución recibía alrededor de 600 denuncian anuales por abusos. Pese a sus promesas, y más allá de algunos encuentros y medidas superficiales, Francisco mantuvo la línea de encubrimiento de los abusadores.
Según investigaciones recientes del diario italiano Domani (2022) la línea del vaticano siguió siendo la de encubrir los escándalos por pedofilia eclesiástica, trasladando a los curas abusadores a otras diócesis o parroquias para “evitar” denunciarlos, y presionando a las víctimas para que no hagan públicos los abusos. Esta fue la conclusión a la que llevó la cumbre sobre los abusos realizada en el Vaticano, que resolvió que los casos no trasciendan los umbrales de la Iglesia Católica.
Francisco, además, promovió a agentes directos de la impunidad de los abusadores, como el arzobispo platense Víctor Manuel “Tucho” Fernández, que fue designado en un puesto del Dicasterio para la Cultura y la Educación del Vaticano. Bergoglio también encubrió al exobispo de Orán, Gustavo Zanchetta, denunciado por abusar de seminaristas; protegió al cura paranaense José Francisco Decuyper, denunciado por su sobrino por el delito de abuso sexual, incluso contra la recomendación del Papa de mantener todo bajo la alfombra; y recluyó en el Monasterio de San Isidro de Dueñas de Palencia (España) al cura abusador Carlos Miguel Buela, de la ciudad de San Rafael (Mendoza) Carlos Miguel Buela, entre algunos casos que trascendieron.
La Iglesia de la opulencia y los negocios
Si Bergoglio no saneó a la Iglesia Católica de los pederastas, tampoco limpió a la Santa Sede de los negocios turbios y la opulencia. Jesuita, proveniente de la Compañía de Jesús, Bergoglio ascendió a Francisco bajo la promesa de impulsar “una Iglesia pobre para los pobres”, en medio de la crisis de su predecesor, Benedicto XVI (Ratzinger), en cuyo gobierno salió a la luz el escándalo del lavado de dinero y negocios espurios con la mafia italiana.
Francisco no alteró en nada la estructura financiera ni la lógica mercantil del Vaticano salvo en la retórica, haciendo demagogia con la pobreza y el derecho a la vivienda mientras el Vaticano concentra un patrimonio inmobiliario de medio millón de metros cuadrados, que equivale a casi tres mil millones de dólares y alrededor de 5.000 inmuebles, con beneficios impositivos extraordinarios y un uso dedicado a negocios y favores clericales.
En 2019, salió a la luz el escándalo del destino de los fondos del Obolo de San Pedro (fondo de donaciones para los pobres) que fue utilizado para operaciones financieras en lugar de ir a parar a los “necesitados”. La Santa Sede utilizaba el dinero de la caridad para negocios inmobiliarios millonarios, adquiriendo mansiones en los mejores barrios de Europa.
Cambiar para que nada cambie
Francisco fue presentado como la “renovación” en la Iglesia Católica, quizás para marcar algún punto de inflexión con su predecesor de tinte claramente conservador, pero su lógica fue la de la preservación del orden fundamental y desigual del régimen capitalista y sus penurias, una característica a que lo acompañó durante toda su trayectoria bajo una institución comprometida con los peores crímenes contra la humanidad, incluido el terrorismo de Estado en la Argentina y Latinoamérica.
Cuando Bergoglio, Francisco se opuso a la teología de la liberación, y su responsabilidad bajo la última dictadura cívica militar en la Argentina lo ubica al menos en el bando de las complicidades silenciosas y el abandono a su suerte de sus pares combativos, cuando la estructura eclesiástica colaboraba con los genocidas.
A nivel internacional, Francisco optó por una orientación conciliadora y de contención, articulando incluso en la relación entre los Estados Unidos de Barack Obama y Raúl Castro para el avance de la restauración capitalista en Cuba y poniendo paños fríos en todos y cada uno de los levantamientos populares contra los gobiernos capitalistas en todo el mundo.
Que nada ha cambiado para bien lo demuestra el hecho de que la población católica mundial se encuentre en franco retroceso, particularmente en América Latina y en Argentina, aun con Papa local. La Iglesia Católica no da respuestas a las necesidades de la población explotada y se ha presentado como un obstáculo y enemiga de las principales aspiraciones y luchas populares.
La muerte de Francisco, Bergoglio, da fin a un intento tímido por revertir una tendencia inevitable: el hundimiento de la Iglesia Católica de la mano de la descomposición capitalista y el avance de una conciencia de clase contra quienes profesan una ideología reaccionaria, conservadora y contrarrevolucionaria.

