Políticas

11/5/2023

¿Provincias feudales? Son los capitalistas los que sostienen a los gobernadores y sus regímenes fraudulentos

Sobre los dichos con que Macri celebró el fallo de la Corte Suprema.

El verso de una "modernización" capitalista.

Macri salió a celebrar la suspensión de las elecciones a gobernador en Tucumán y San Juan por parte de la Corte Suprema como “un límite a los gobiernos feudales”. Pretende venderle a la población que la solución para terminar con los mandatarios enquistados en las provincias es una “modernización” capitalista, ocultando que quienes sostienen a esos gobiernos -y sus regímenes fraudulentos- son los intereses de los grandes capitales que explotan las riquezas del país. Para ahondar: esta es la democracia capitalista realmente existente.

El calificativo de feudal ya había sido usado por el fundador del PRO al referirse a los turnos electorales del último fin de semana. Eso incluso despertó rencores dentro de Juntos por el Cambio y suscitó una respuesta del radical Gerardo Morales, a pesar que después desde el entorno del expresidente dijeron que solo se refería a La Rioja y Misiones, y no a Jujuy. Como sea, es clara la vinculación entre la eternización de los mismos mandatarios o la alternación con sus acólitos y todo el repertorio de recursos antidemocráticos como la ley de lemas o los acoples, por no hablar de las irregularidades en los comicios (robos de boletas, impedir la fiscalización), una marca registrada tanto de peronistas y kirchneristas (Santa Cruz) como de los “provincianos” o los cambiemitas.

Indudablemente esto es parte del “fracaso de esta democracia”, como analiza Gabriel Solano en su reciente libro sobre los 40 años de su reinstauración en el país tras la dictadura genocida, de la cual heredó no solo buena parte de su andamiaje legal sino también de su personal político. Pero los gobiernos “oligárquicos” no son resabios feudales o precapitalistas, sino el resultado de gestionar los Estados provinciales a merced de los intereses capitalistas, antes que de los suyos personales. Por eso semanas atrás tuvimos a todo el elenco de presidenciables del peronismo, el macrismo y los supuestos libertarios rindiendo cuentas a los popes de negocios en el Llao Llao de Bariloche, y recientemente tomando nota de los reclamos de las empresas norteamericanas en el cónclave de la AmCham.

Bastan algunos ejemplos claros. Morales ha devenido en uno de los garantes de la entrega del litio, mineral estratégico, a grandes mineras multinacionales; que se suman así a las tabacaleras y los ingenios azucareros, entre otros grandes ganadores de un régimen para el cual sacar a la población jujeña de la pobreza no está entre sus horizontes. Del otro lado de la grieta, sucede lo mismo con los mandatarios “suspendidos” por la Corte: Sergio Uñac es un agente de la Barrick Gold y las mineras que saquean el oro y otros metales envenenando los cursos de agua en una provincia que sufre un agudo estrés hídrico; mientras Juan Manzur preserva el dominio de los plantadores del citrus, arándanos y caña de azúcar que explotan una mano de obra agrícola en condiciones de superexplotación (al punto, por ejemplo, de haber protagonizado un fuerte lobby contra la ley de etiquetado frontal para no afectar los negocios de la producción azucarera).

Lo mismo vale a una escala general, y no solo en aquellos distritos donde se perpetúan mandamases como si fueran patrones de estancia, como el caso de Gildo Insfrán en Formosa. El gobernador electo de Neuquén, Rolando Figueroa -que por lo demás es un desprendimiento del mismo MPN- no dejó pasar ni una semana de las elecciones que le dieron el triunfo antes de acudir al coloquio de Idea Energía para prometer a las petroleras que seguirán teniendo carta blanca para sus negocios exportando el petróleo de Vaca Muerta, por el cual amasan ganancias extraordinarias sin que ello muestre algún progreso para la mayor parte de la provincia. Lo mismo puede decirse de la hegemonía del Frente Renovador en Misiones, copada por las yerbateras, los ganaderos y otros pulpos agrarios.

El propio “señor” Morales viajó, al día siguiente de los comicios jujeños, hacia el otro extremo del país para defender en Tierra del Fuego el régimen de exenciones impositivas que beneficia a las empresas de productos tecnológicos, el cual es cuestionado por miembros de la propia coalición opositora que él integra y que están en la lupa del FMI, cuyo programa también defiende Morales. Los choques que caracterizan hoy la crisis política tienen como trasfondo una disputa por quién paga los costos del brutal ajuste que exige el acuerdo con el Fondo: hay consenso en aplicar tarifazos y recortar en jubilaciones o salarios, pero no en qué sectores patronales se quedarán sin sus privilegios fiscales.

En definitiva, no hay cruzada alguna contra regímenes feudales en función de una democratización que vendría de la mano de una “modernización” republicana. Estamos ante disputas de poder entre agentes que muy claramente responden a intereses capitalistas. Puede verse lo mismo en el antidemocrático régimen electoral de Santa Cruz, donde desde los ’90 gobierna el kirchnerismo en favor de los pulpos petroleros y mineros; al igual que en la vecina Chubut donde Mariano Arcioni criminaliza a las asambleas vecinales que batallan contra la megaminería contaminante y a los trabajadores estatales que sufren el ajuste mientras las (mínimas) regalías petroleras van a parar al pago de la deuda externa.

A riesgo de ser redundantes, agreguemos una mención a la barbarie que sufre la población de Santa Fe tras años de un régimen narcosojero, que hoy gestiona el peronismo pero antes tuvo al Partido Socialista a la cabeza. El moderno capitalismo de las multinacionales con puertos privados sobre el Paraná decantó en que, luego de décadas en que embolsaron los negocios más importantes de la historia nacional, hoy la gente sufre la descomposición policial, judicial y política del narcotráfico que opera como correlato, con la gran banca como socia para el lavado de dinero. Ese es el capital agrario que tanto enaltecen Juntos por el Cambio y Milei, y que el Frente de Todos premia con un desdoblamiento cambiario.

Por lo demás, los gobiernos porteños del PRO en la Ciudad de Buenos Aires se nutrieron del aparato de punteros peronistas, que hoy regentean los barrios y villas de la capital con el mismo estilo que lo hacen los que responden a los barones del PJ en el conurbano bonaerense. También Macri y Larreta se valieron de la manipulación de los procesos electorales, y un ejemplo es la última resolución del actual jefe de gobierno para fijar la votación simultánea no concurrente en CABA respecto de las nacionales.

El carácter “feudal” que denuncia Macri es propio del saqueo capitalista y la pobreza que genera. Un reciente informe de Idesa demuestra que el superávit fiscal de las provincias se logró a fuerza de una depreciación sostenida de los salarios de los estatales durante los últimos cinco años. En este cuadro es evidente que el fallo de la Corte es una maniobra de bajo vuelo, ya que seguirá convalidando esos métodos, y viene de parte de jueces vitalicios que solo fueron electos por los acuerdos lúgubres de las fuerzas políticas mayoritarias en el Senado.

Serán los trabajadores los que, reorganizando el país en función de las necesidades sociales de las mayorías, instauren un gobierno realmente democrático. Por eso mismo desde el Partido Obrero en el Frente de Izquierda centramos la campaña electoral en explicar la necesidad vital de echar a todos los políticos capitalistas.

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