Políticas

12/12/2020

debate

Sobre las Tesis del PTS y la crítica de Altamira

En las últimas semanas se ha desarrollado un debate tras la publicación, por parte del PTS, de su Tesis sobre la situación política nacional y su Proyecto de resoluciones para la actividad política del PTS. Estos textos enmarcarán el debate de la Conferencia Nacional que el PTS realizará en diciembre. Jorge Altamira, por su parte, ha hecho una crítica a la Tesis que ha motivado una respuesta del PTS. La polémica podría haber echado luz sobre aspectos importantes de caracterización de la etapa, sobre problemas de estrategia y tácticas políticas, y sobre cuáles son las tareas de los partidos de la izquierda obrera y socialista. Sin embargo, más que aclarar, la polémica oscurece, no solo por lo que se dice sino por sobre todo por lo que se omite. Veamos.

Crisis mundial

La caracterización fundamental que traza la Tesis del PTS es que Argentina se encuentra en una “incipiente situación prerrevolucionaria”. Esta tesis, sin embargo, no se sustenta en un desarrollo y en una comprensión acabada de los elementos objetivos de la situación económica, social y política -es decir en la caracterización del desarrollo y las perspectivas abiertas por la crisis capitalista internacional y su impacto en Argentina. Pero tampoco se sustenta en la evolución política del movimiento obrero y el movimiento de masas en general.

En referencia al cuadro internacional, el documento comienza señalando que los pronósticos más optimistas prevén una “recuperación limitada luego de la gran caída”, y que se auguran “mayores tendencias a los choques entre las clases y los Estados”. De conjunto, la caracterización del PTS no rompe con los moldes de su vieja concepción teórica anticatastrofista, que pondera los “equilibrios inestables” y las supuestas “tendencias contrarrestantes” del capital para pilotear su tendencia al colapso1. Lo demuestra el hecho de que en toda la Tesis, que cuenta con una extensión de 44 mil caracteres, ni siquiera figuren los conceptos “crisis capitalista”, “bancarrota capitalista” y “guerra comercial”, ni tampoco las palabras “depresión” y “guerra”. Es una verdadera hazaña literaria que en la Tesis de un partido que se reivindica del marxismo revolucionario se pase por alto que asistimos a la mayor crisis del capitalismo en toda su historia, solo comparable a la crisis de la década del ’30. Como se sabe, aquella crisis fue la causa última de los numerosos procesos revolucionarios que tuvieron lugar durante esa década y, a su turno, de la Segunda Guerra Mundial. La comparación con la actualidad no es antojadiza. En la presente crisis se está poniendo en evidencia el fracaso de los paquetes de estímulos, el cuadro de extenuación en el que se encuentran las arcas fiscales, el crecimiento sin precedentes del endeudamiento público y privado, lo que redunda en una depuración masiva de capitales con sus respectivos despidos en masa y cierres de empresas, la intensificación de la guerra comercial y monetaria entre los Estados con el consecuente recrudecimiento de las tendencias belicistas, la incapacidad actual de China de jugar el papel de locomotora que desempeñó en 2008, y la extensión de la crisis a los países emergentes. Todo esto le otorga a la caracterización de que atravesamos una “época de crisis, guerras y revoluciones” una renovada actualidad. Así lo refleja el recrudecimiento de los choques entre EE.UU y China, que se refuerza con la aparición del histórico acuerdo de libre comercio impulsado por el gigante asiático, el RCEP. En esa misma región es que emergen las masivas rebeliones obreras y populares, como las de Indonesia y Tailandia. En Medio Oriente se han recalentado los conflictos entre los distintos Estados y potencias con el asesinato del científico iraní. El conflicto bélico por el control de Nagorno Karabaj ha dado lugar recientemente a masivas manifestaciones que piden la renuncia del primer ministro armenio. América Latina, asediada por las pandemias capitalistas y del coronavirus, empieza retomar el hilo de las rebeliones populares, de la mano de los pueblos de Guatemala, Perú y Chile.

La crisis en curso cuenta, a su vez, con dos peculiaridades. Una de ellas es la interrelación que guarda con la crisis pandémica, pues la incapacidad de los Estados capitalistas de ofrecer una respuesta conjunta a la pandemia del Covid ha terminado por agravar la propia crisis capitalista. Su otra peculiaridad es el momento histórico en el que se desarrolla; tiene lugar pocas décadas después de iniciada la restauración capitalista en los ex Estados obreros, confirmando que ese proceso lejos de abrir paso a un cuadro de estabilidad y desarrollo capitalista se transformó en un factor de agravamiento de la crisis mundial. La caracterización del proceso nacional aislada de las tendencias en desarrollo del proceso internacional en su conjunto le marca un límite infranqueable a la Tesis del PTS. El Partido Obrero, en cambio, inauguró sus debates precongresales presentando públicamente en marzo un documento internacional que reflejó las tendencias generales de la crisis mundial y fijó un programa y una estrategia política revolucionaria2.

https://prensaobrera.com/hacia-el-xxvii-congreso/

Es claro, por todos los elementos arriba señalados, que el documento del PTS está muy lejos de representar una Tesis “objetivista” -como lo plantea concesivamente Altamira en su crítica. Por el contrario, el PTS no se ha movido de su concepción anticatastrofista. Sin embargo, es evidente que tampoco aporta los elementos subjetivos que darían cuenta del ingreso de la Argentina a una “incipiente situación prerrevolucionaria”. Pues los índices de movilización de las masas, la cantidad de huelguistas del último período, los procesos de recuperación de juntas internas y sindicatos de parte de sectores clasistas o independientes, la afluencia de contingentes obreros a los partidos revolucionarias, etc., son elementos que no ocupan, en el análisis del PTS, el lugar que merecerían para que la caracterización de la “incipiente situación prerrevolucionaria” pueda ser sustentada. En realidad, dicha caracterización parecería no ser más que un giro impresionista, que apunta a evitar reproducir en Argentina el gigantesco desacierto cometido por su corriente en Chile, donde a días del estallido de la rebelión popular de 2019, en una Conferencia Nacional del PTR (FT-CI), declararon que lo que reinaba en el país trasandino era una “estabilidad relativa” y que el escenario electoral tomaba “cada vez más peso, no solo hacia las municipales de 2020, sino también sobre las figuras presidenciales de 2021”3. Colocaron, de esa manera, todo el eje de su intervención en el terreno electoral, en la víspera de la rebelión popular.

Caracterización

En su Tesis, el PTS plantea como una de sus caracterizaciones centrales que “el gobierno de los Fernández no es considerado por la gran burguesía como su gobierno directo”. Se trata de un enfoque equívoco y peligroso. Porque es claro que la burguesía preferiría contar con un gobierno que proclame abiertamente su disposición de llevar adelante, sin rodeos, todas las ofensivas antiobreras necesarias para apuntalar la tasa de beneficio del capital. Pero es necesario tener en cuenta, para no caer en apreciaciones unilaterales, la valoración integral que la burguesía hace del actual gobierno. Actualmente, para la burguesía, el de los Fernández es el único gobierno capaz de viabilizar la ofensiva contra la clase obrera. Y esta valoración se asienta, en primer lugar, en el fracaso reciente de la experiencia macrista y, por sobre todo, en la capacidad que se le reconoce al actual gobierno para contener, por el momento y hasta cierto punto, al movimiento obrero y popular. La burguesía es consciente de que la búsqueda de lo que el PTS llama “un gobierno directo” socavaría los instrumentos de contención y podría desatar una rebelión popular. Y es por eso que no se vuelca a propiciar un golpe de Estado. Asimismo, la clase capitalista valora significativamente el canje de deuda que el gobierno de los Fernández cerró con los bonistas y el acuerdo que prepara con el FMI. Es que con el canje de deuda, independientemente de la incapacidad de este de sacar al Estado argentino de su cuadro de insolvencia, el capital financiero confirmó la sumisión del nuevo gobierno a los preceptos del imperialismo, y la burguesía nacional, ella misma fuertemente endeudada, se entusiasmó con la posibilidad de retornar al mercado de créditos internacional. Con la política de acuerdo con el Fondo, la burguesía valora un nuevo esfuerzo del gobierno por evitar la bancarrota fiscal. Pero el acuerdo que se prepara con el Fondo no solo plantea un ajuste contra las masas. Pone en cuestión también los subsidios estatales (como los ATP) y limita la capacidad del Estado de reducir aún más la carga tributaria que recae sobre el capital, lo que plantea nuevos roces o choques del gobierno con sectores de la burguesía nacional. Es lo que transforma al de los Fernández en un gobierno de tinte bonapartista, es decir de arbitraje, que puede afectar parcialmente algún interés empresarial pero siempre en aras del rescate del Estado, en tanto garante general del régimen capitalista de producción. Esto se evidenció con el “aporte solidario” del banquero Carlos Heller, que para colmo se aprobó en la misma sesión en la que se votaba el presupuesto fondomonetarista de 2021. Al mismo tiempo, aunque sin proclamarlo abiertamente, el gobierno está ejecutando y habilitando toda una ofensiva antiobrera en regla, como lo refleja la nueva confiscación a los jubilados, las paritarias a la baja (empezando en el propio Estado) y el progreso de la polifuncionalidad. Es por todo esto que, con independencia de ciertos roces o choques, la burguesía y el imperialismo brindan, en términos generales, su apoyo al gobierno. Finalmente, lo mejor es enemigo de lo bueno.

En definitiva, la caracterización de que el gobierno de los Fernández “no es el gobierno de la gran burguesía” lleva a una práctica política equivocada. Es la caracterización en la que se apoyan los grupos o partidos provenientes de la izquierda pero que se han integrado al gobierno. Esa caracterización, llevada hasta el final, le plantea a la izquierda desenvolver una línea de apoyo político a los Fernández o, en el mejor de los casos, a criticar la inconsecuencia del gobierno a la hora de enfrentar a la gran burguesía y a la reacción política. Aunque el PTS no levanta esa orientación, los límites de su caracterización se expresan en la política con la que interviene en el escenario nacional, donde propicia que el FIT-U se diluya en un conjunto de movimientos reivindicativos, evitando que intervenga con sus propias consignas y programa “a banderas desplegadas” (como lo hemos reclamado desde el PO en sucesivas cartas). Esta orientación es la que explica la negativa del PTS a realizar un acto del Frente de Izquierda en la Plaza de Mayo, en el preciso momento donde los gobiernos de Kicillof y Fernández quedaban expuestos por su política represiva en Guernica y la izquierda quedaba abiertamente identificada con el reclamo y la lucha popular.

Silencio sonoro

Es evidente que existe un hilo conductor entre los problemas de caracterización de la etapa y las cuestiones de estrategia. Pues, hasta cierto punto, la forma organizativa que adopta un partido revolucionario y su estrategia política son el resultante de la caracterización del período y la etapa política abierta. Probablemente sea por eso que tanto la Tesis política como el Proyecto de resoluciones sobre la actividad política del PTS, y lo mismo vale para la crítica de Altamira, pasan por alto el problema de estrategia política más candente que hoy enfrenta la izquierda revolucionaria a nivel internacional: su actitud ante los partidos de tendencias y los frentes amplios. Se trata del problema fundamental porque en nombre de la “táctica del entrismo” en este tipo de agrupamientos las fuerzas que se reclaman de la izquierda obrera y socialista terminan tributando a una estrategia centroizquierdista y de colaboración de clases.

Las pruebas abundan. En Francia, la integración de la corriente del partido hermano del PTS (la CCR) al NPA tuvo en Burdeos su expresión más negativa. Allí, el NPA cerró un frente con Francia Insumisa, la fuerza centroizquierdista nacionalista que tiene como referente nacional a Jean-Luc Mélenchon. Que la CCR-FT haya participado en un frente a la cola de una fuerza nacionalista en un país imperialista no es un dato menor. La experiencia de Burdeos es significativa, por un lado, por haberse producido a los pocos meses de que haya tenido lugar el proceso huelguístico más importante en Francia desde mayo del ’68, y, por otro lado, por haber sido la prueba piloto de la que se quiere valer la derecha del NPA para amagar con un giro derechista pronunciado y de largo aliento hacia un frente a escala nacional con la centroizquierda nacionalista. En Brasil, todas las corrientes internacionales de los partidos del FIT-U, con la excepción del PO, tributan al PSOL. Este ha llevado en las elecciones municipales recientes a candidatos abiertamente derechistas, como el excomandante de la Policía militar que fue parte de la lista en Río de Janeiro. En Sao Paulo, las listas del PSOL fueron lideradas por Boulous y Erundina, que cuenta, esta última, con una larga tradición de participación en gobiernos capitalistas y represores. En Perú, el Frente Amplio, del cual era parte la corriente internacional de IS (la UIT-CI) hasta hace un mes atrás, acaba de formar un gobierno de unidad nacional con Sagasti, luego que una rebelión popular terminara con el de Merino.

Así como la caracterización de la situación nacional no puede realizarse correctamente en forma disociada de las tendencias generales de la crisis mundial, la estrategia de la izquierda en la Argentina no puede ajustarse prescindiendo de las tendencias que operan al interior de la izquierda a escala internacional. Desde el ¿Qué Hacer? de Lenin a esta parte, los debates en el seno del movimiento socialista -en torno a la estrategia, la táctica y los métodos de construcción política revolucionaria- tienen un alcance internacional. Justamente, el MST viene de proponer que el FIT-U se constituya en un partido de tendencias, apoyándose en otras experiencias internacionales4. El PTS, en su Proyecto de resoluciones, aboga por el surgimiento en la Argentina de “un poderoso partido de las y los trabajadores, socialista y revolucionario”. Este “poderoso partido” sería el resultante de la confluencia de distintas corrientes, donde el PTS “apuesta a ser un factor clave en su surgimiento”. Atendiendo a la política internacional del PTS, a su orientación disolutoria del FIT-U, y a la ausencia de una crítica a la propuesta del MST, cabe preguntarse: ¿el PTS impulsa la emergencia de un partido de tendencias para la Argentina al estilo NPA? Se trata de una polémica valida que merece una clarificación política.

La omisión de Altamira en torno a este aspecto nodal de la estrategia política de la izquierda, en su artículo referido a la Tesis del PTS, no solo representa una nueva concesión. Entraña un problema de fondo. Vale rescatar, en este punto, las enseñanzas aportadas por el fallecido revolucionario boliviano Guillermo Lora, cuando en la víspera de un congreso del Corci (Comité de Organización por la Reconstitución de la Cuarta Internacional) rechazó sin miramientos el documento referido a la situación latinoamericana, presentado por la OCI francesa, por no fijar una delimitación política y estratégica con el Secretariado Unificado y el SWP. A Guillermo Lora le bastó una rápida ojeada de un extensísimo documento para detectar una maniobra política de alcance y declarar su oposición política al mismo. La ausencia en el texto de Altamira de un abordaje de la adaptación del PTS al SU (en este caso al NPA de Francia) y a la política de los partidos de tendencias devalúa la “crítica”, que se pierde en lo accesorio y evita realizar una delimitación en torno a los problemas estratégicos y principistas. Esta omisión de Altamira termina por descalificarla de conjunto.

Consignas y concesiones

Uno de los principales déficit de la Tesis del PTS es la ausencia de una consigna central que oriente su intervención en la próxima etapa. Lo mismo vale para el grupo de Altamira, que no aporta ninguna consigna en los textos de convocatoria a su segunda Conferencia. En el 27º Congreso del Partido Obrero, en cambio, resolvimos impulsar la consigna “Abajo el régimen de hambre y saqueo de los que gobernaron las últimas décadas”, “Ningún pacto con el FMI”, “Por una alternativa obrera y socialista”. Con estas consignas precisamos un cuestionamiento inmediato al gobierno y a la oposición, ya que ambos buscan un acuerdo con el FMI. Al mismo tiempo, con esta consigna planteamos un cuestionamiento de fondo a la clase social dirigente del país y a sus representantes políticos, y apuntamos a darle una expresión política a un sentimiento popular de frustración y fracaso del país. Atendemos, finalmente, al fenómeno de crecimiento de una reacción política liberal autocatalogada “antisistema”, que pretende canalizar por derecha el descontento creciente de las masas, cuestionando a los dos principales bloques políticos ante la decadencia crónica del país y el empobrecimiento generalizado.

En su crítica, Altamira rechaza la denuncia al “régimen del FMI” que el PTS plantea en su Tesis. Christian Castillo, con razón, le señala a Altamira que ese rechazo ha sido acompañado de significativas defecciones políticas de parte de su grupo, que se ausentó de todas las movilizaciones que ha impulsado el FIT-U en repudio a la llegada de comitivas del FMI a la Argentina. Altamira rechaza que en la agitación y la propaganda socialista se deba desenvolver un programa que plantee la nacionalización sin indemnización del sistema bancario, del comercio exterior, de la gran industria, de los grandes terratenientes y el control obrero general, como parte de un plan económico y político de los trabajadores, alternativo al derrumbe capitalista en curso. Para él, la agitación debería limitarse a plantear la pelea por el aumento de salarios y jubilaciones. Ha hecho una reinterpretación del Programa de Transición y se ha volcado al trade-unionismo. Sin embargo, Altamira sí se ha detenido nuevamente a reivindicar la consigna “Fuera Macri”, que su grupo levantó durante la mayor parte de 2019. Pretende pasar por alto que, así planteada, fue una consigna que tributó al recambio peronista. Pues, en tanto se había impuesto un cuadro de contención en el movimiento de masas, por el papel de la burocracia sindical y por sobre todo por la fuerza que adquirió la estrategia política patronal sintetizada en la consigna “hay 2019”, era evidente que el rechazo a la experiencia macrista se canalizaría mediante el proceso electoral. Era claro que necesitábamos una consigna que nos delimite del conjunto del arco político patronal. Fue así que desde el PO levantamos la consigna “Fuera el régimen del FMI, que la crisis la paguen los capitalistas, por una salida de los trabajadores”. Muy tardíamente el propio Altamira, en forma vergonzante, debió reconocer esta situación, y su declaración electoral pasó a titularse “Fuera el FMI”. Pero no solo importa registrar el bandazo de Altamira. Es importante tomar nota de los límites de su reacomodamiento. Pues la consigna “Fuera el FMI” guarda una diferencia sustancial con “Fuera el régimen del FMI”. Bajo el gobierno macrista, la consigna “Fuera el FMI” solo apuntaba a criticar al oficialismo, mientras que “Fuera el régimen del FMI” colaboraba a desenmascarar las complicidades de la oposición peronista. Incluso hoy, bajo el actual gobierno de los Fernández, la consigna “Fuera el FMI” es particularmente enarbolada por la izquierda kirchnerista, que de esa forma pretenden encubrir al gobierno disociándolo del ajuste fondomonetarista. Por eso la clave pasa por plantear “Ningún acuerdo con el FMI”, para colocar el eje en la denuncia del compromiso del gobierno con el imperialismo.

En su Tesis, el PTS procede a confirmar que descarta colocar como un eje de su agitación política en el terreno de la lucha antirrepresiva y democrática la consigna “Fuera Berni”. Ya antes, en un artículo de LID, donde el PTS pretendía demostrar que sí levantaba la consigna confirmaba lo contrario. Allí se preguntaba retóricamente “¿Por qué la izquierda debería apuntar únicamente a Berni y el gobierno provincial cuando esta violencia institucional tiene también otros impulsores en diferentes provincias?”5. Es claro que se equivoca el PTS al despreciar la centralidad y la importancia de la consigna. Por un lado, porque una eventual renuncia/destitución de Berni, en el marco del auge de la lucha por la aparición con vida de Facundo Castro y, posteriormente, por el juicio y castigo a los responsables de su desaparición seguida de muerte, hubiera significado un golpe al conjunto de las instituciones represivas del Estado y al conjunto del gobierno. Asimismo, hubiera significado un impulso para todas las luchas democráticas contra la represión policial e institucional que se desarrollan contra la totalidad de las policías provinciales, amparadas por los gobiernos de todos los colores. La represión en Guernica, finalmente, terminó por otorgarle a la consigna “Fuera Berni” una mayor actualidad. A su vez, la agitación por la caída de Berni coloca en crisis a sectores del movimiento democrático y popular que aún mantienen expectativas en el gobierno. El silencio de Altamira sobre la ausencia de esta consigna refleja otra coincidencia política con el PTS en torno a la inconveniencia de la misma.Tienen, sin embargo, motivaciones diferentes. Pues para Altamira, a diferencia de lo que caracteriza el PTS, el gobierno no se habría valido de la cuarentena para proceder a un reforzamiento del aparato represivo del Estado. No solo eso, llegó a defender la “coerción estatal”6 (sic), no de un eventual Estado obrero sino del Estado capitalista. Como se ve, Altamira siempre renguea del mismo lado, realizando concesiones que tributan al nacionalismo.

Movimiento obrero

En su Proyecto de resoluciones, el PTS pareciera hacer público un “giro” en relación a su histórica política ante el movimiento de desocupados y subocupados. El “punto de quiebre” para el PTS parecería haber sido la relevancia y el lugar que ocupó la toma en Guernica y más en general las ocupaciones de terrenos, que se transformaron en la grieta por donde se empezó a desarrollar una crisis en el esquema de contención del régimen y que aparece hoy como el sector más dinámico de la clase trabajadora. Es significativo que el PTS, luego de haberle dado la espalda por más de 20 años al movimiento piquetero, es decir, al movimiento de trabajadores combativos más masivo del último cuarto de siglo en la Argentina, haya descubierto la importancia de la organización de los desocupados y subocupados -no sin antes haber tratado con un llamativo desprecio a dicho movimiento. Sin embargo, el “giro” arrastra consigo todos los viejos prejuicios y preconceptos del PTS. En su Proyecto de resoluciones pondera el reclamo de “tierra para vivir” por sobre el reclamo de “planes” y “subsidios”. Como si los planes y subsidios no fueran esenciales “para vivir”. Omiten también, por ejemplo, que las organizaciones integrantes del Frente de Lucha Piquetero reclaman, antes que planes asistenciales, trabajo genuino. El PTS dice rechazar la construcción de “colaterales de partidos o corrientes” y apuesta a concretar un “movimiento de desocupados (o semiocupados) autoorganizado, no clientelar, con libertad de tendencias”. Es decir, pretende desarrollarse en el movimiento de desocupados con un esquema preconcebido, en el cual se han amparado a lo largo de 20 años para justificar su no intervención en el movimiento piquetero. Altamira no le realiza ninguna de estas críticas al PTS. Y tiene sentido, pues él mismo ha sido el portavoz en el tramo final de su pertenencia al PO de una línea antipiquetera, reproduciendo en gran medida el discurso histórico del PTS.

En el plano sindical el PTS se jacta de haber “propuesto sistemáticamente acuerdos a las corrientes que se reivindican combativas y antiburocráticas, en especial a las integran el Plenario Sindical Combativo del que somos parte”. Con este simple pasaje evita balancear sus tres años de boicot al PSC y su actual política en el mismo, que apunta a transformar al PSC en una colectora sindical del Frente de Izquierda. Pero la principal perla en torno a la política de la izquierda en el movimiento sindical viene por el lado de Altamira y su grupo. En un documento titulado El movimiento obrero ante la catástrofe capitalista, que pretende caracterizar la situación del movimiento obrero argentino y fijar una orientación, no figura la palabra “Sutna”. Una hazaña literaria del mismo calibre que la realizada por el PTS al pasar por alto que asistimos a la crisis capitalista más importante de la historia del capitalismo. Es justo reconocerle al PTS, sin embargo, que su omisión está inscripta como parte de una orientación histórica. Pero no podemos decir lo mismo del grupo Altamira que, en julio de este año, reivindicaba abiertamente la lucha del sindicato del neumático y titulaba en un artículo de su periódico “lo que nos enseña un reciente comunicado del Sutna” (politicaobrera.com 17/7). ¿Qué pasó para que el Sutna pase a ser borrado de la consideración política del grupo de Altamira? Muy sencillo, el grupo de Altamira cayó en la cuenta de que el palabrerío demagógico no le sirvió para llevar agua para su molino. Han demostrado defender un método de secta: priorizan la autoconstrucción de su grupo por sobre encima del interés general de la clase. Nada más de aparato y autoproclamatorio que ignorar el rol estratégico de los sindicatos recuperados por el solo hecho de que su grupo no juega ningún papel en el proceso. Nuestro Partido en cambio ha acompañado sistemática e incondicionalmente la lucha del Sutna contra las patronales y el gobierno. Nuestra consecuencia en la defensa del interés general de la clase trabajadora se expresó en el acto que el PO realizó en la Plaza de Mayo, donde fue orador nuestro compañero Alejandro Crespo, acompañado por más de 50 de los principales dirigentes y militantes del sindicato del neumático, y distintos secretarios generales de sindicatos, seccionales y cuerpos de delegados junto a decenas de activistas de cada uno de sus gremios.

En definitiva, el ninguneo al Sutna, la conquista sindical sin lugar a dudas más importante del clasismo de nuestro país en las últimas décadas, está motivado por causas faccionales. Una “tesis” sindical que desconozca al único sindicato nacional de la industria recuperado por el clasismo no vale un peso, ni antes ni después de la devaluación en curso. Se trata de una muestra más de la ruptura de Altamira con los métodos históricos del PO.

Síntesis

La Tesis del PTS carece de los fundamentos objetivos y subjetivos para caracterizar el ingreso de la Argentina a una “incipiente situación prerrevolucionaria”. Caracteriza que el gobierno de los Fernández no es “un gobierno directo de la gran burguesía” reproduciendo, en este punto específico, la caracterización que tiene la izquierda kirchnerista. Los documentos del PTS pasan por alto y evitan realizar un balance crítico de uno de los principales problemas de estrategia que enfrenta la izquierda que se reclama revolucionaria: su actitud ante los partidos de tendencias. La Tesis del PTS carece de una consigna general que oriente su intervención y confirma su rechazo al “Fuera Berni”. Finalmente se vuelcan a desarrollarse en el movimiento de desocupados sosteniendo todos los prejuicios políticos y preconceptos organizativos que han sostenido a lo largo de los últimos 20 años.

Altamira, por su parte, le concede al PTS una tendencia objetivista, y se jacta de contemplar el lugar de las fuerzas del régimen y de las masas luego de haber teorizado en el revisionismo antitrotskista, al desconocer la capacidad de la burguesía de emprender iniciativas estratégicas contrarrevolucionarias. No nos olvidemos que mientras Altamira critica al PTS por colocar el aditamento de “incipiente”, que no ayuda a definir la realidad de una “situación prerrevolucionaria”, él hizo lo mismo –en su momento- hablando de la iniciativa “potencial” de la izquierda para ocultar la crisis política-programática de esta. Guarda silencio sobre los documentos públicos del Partido Obrero mientras le achaca que no los hace públicos7. En su crítica al PTS omite referirse a los partidos de tendencias. Reinterpreta el programa de transición y se pasa al trade-unionismo. Reclama un Congreso del FIT-U luego de haberse automarginado de la Conferencia virtual latinoamericana y de los EE.UU. y haberlo denostado desde hace año y medio, boicoteando todas sus iniciativas de lucha. Acusa de electoralismo al FIT-U mientras se borra de la escena de la lucha de clases para buscar su personería legal y ensayar cooperativas electorales al mejor postor. De conjunto, las críticas de Altamira y las elaboraciones hacia la segunda Conferencia del grupo se caracterizan por el bandazo permanente, su falta de método y rigurosidad, o directamente de seriedad8.

1 La crítica desarrollada a esta concepción se puede consultar en el artículo “La izquierda frente a la crisis mundial. A propósito de la Conferencia de la FT-CI” de Pablo Heller de 2016, que figura en el libro El renacimiento de la Internacional. También en el artículo de Pablo Rieznik “Catastrofismo, forma y contenido” de 2008, que figura en la revista En Defensa del Marxismo Nº 35.

2 Informe Internacional al 27º Congreso del Partido Obrero: de la crisis mundial a las guerras y rebeliones. https://revistaedm.com/verNotaRevistaTeorica/737/informe-internacional-al-27-congreso-del-partido-obrero-de-la-crisis-mundial-a-las-guerras-y-rebeliones

3 Conferencia Nacional del PTR de Chile: las tareas de la izquierda revolucionaria http://www.laizquierdadiario.com/Conferencia-Nacional-del-PTR-de-Chile-las-tareas-de-la-izquierda-revolucionaria

4 Sobre esto se puede ver el artículo de Néstor Pitrola “El MST propone suplantar al FIT-U por un partido amplio de tendencias” https://prensaobrera.com/politicas/el-mst-propone-suplantar-al-fit-u-por-un-partido-amplio-de-tendencias/

5 Ver: https://laizquierdadiario.com/Discusion-con-el-PO-una-gran-campana-por-la-aparicion-de-Facundo

6 Ver: https://prensaobrera.com/politicas/altamira-apologia-de-la-militarizacion-y-apoyo-a-la-unidad-nacional/

7 Informe Internacional al 27º Congreso del Partido Obrero: de la crisis mundial a las guerras y rebeliones. https://revistaedm.com/verNotaRevistaTeorica/737/informe-internacional-al-27-congreso-del-partido-obrero-de-la-crisis-mundial-a-las-guerras-y-rebeliones . Y un programa y una estrategia revolucionaria para la intervención en América Latina y EE.UU. https://prensaobrera.com/internacionales/un-programa-y-una-estrategia-revolucionaria-para-la-intervencion-en-america-latina-y-ee-uu/

8 Seguramente, el ladero de Altamira, el profesor Osvaldo Coggiola, producirá un extenso artículo con pretensiones catedráticas, plagado de expresiones escatológicas (desconocemos las causas de este tipo de inclinaciones literarias), e intentará nuevamente dar lecciones de marxismo revolucionario. Naturalmente, evitará explicar por qué no ha logrado construir nada en 40 años de “militancia” en Brasil o por qué impulsó, recientemente, un pronunciamiento político en pos de un Frente de “Izquierda” que incluía al PT brasileño y que planteaba que “en el parlamento burgués, hay que presionar a los reformistas para que asuman la defensa intransigente de los intereses de los trabajadores”.