Políticas

15/11/2023

Editorial

Un final abierto

Sergio Massa y Javier Milei en el debate.

El debate realizado el domingo pasado sirvió para echar luz sobre el verdadero contenido del balotaje del 19 de noviembre. La paliza propinada por Sergio Massa a Javier Milei fue de tal magnitud que dejó en un absurdo a quienes afirman que el “libertario” sería la encarnación en nuestras pampas de un Hitler o un Mussolini. Varios de los periodistas acreditados en la Facultad de Derecho comentaron que los asesores del ministro de Economía le aconsejaron que modere el ataque en la segunda parte del debate. Querían evitar que la “campaña del miedo” termine en su contrario: la campaña del voto lástima para Milei. Las excusas posteriores ofrecidas por el candidato de la Libertad Avanza para explicar su pobre desempeño (la tos de parte del público) no hicieron más que agrandar el bochorno hasta el infinito.

Choque entre capitalistas

El contenido de la polémica permitió confirmar nuestra caracterización sobre el balotaje. No estamos ante la disyuntiva de “democracia o fascismo”, como dicen los laderos de Massa, ni entre “cambio o continuidad”, como gritan en el campamento “libertario”. Lejos de estas presentaciones interesadas, el debate del domingo expuso un choque de intereses capitalistas, que Massa pudo explotar con mayor capacidad y audacia. En ese sentido, retomó buena parte del libreto que Melconian y Bullrich desarrollaron entre las Paso y las elecciones generales, en nombre de los intereses generales de la clase capitalista local e internacional. La derrota de Juntos por el Cambio abrió una crisis y replanteó el proceso electoral. Macri selló un pacto precario con Milei para viabilizar esos mismos intereses que no prosperaron mediante la candidatura de Bullrich. Y Massa se reunió con Melconian para hacer propio la parte sustancial del programa de la Fundación Mediterránea.

Los ataques de Massa a Milei en torno a si pensaba cerrar o no el Banco Central, aplicar la dolarización, romper relaciones comerciales con China y Brasil o privatizar Vaca Muerta fueron inspirados en esos intereses capitalistas. El ministro de Economía sabe perfectamente que los bancos, tantos los de capital nacional como extranjero, rechazan el cierre del Banco Central porque eso equivaldría a declarar su propia bancarrota. Con un stock de Leliq que ya supera largamente los 20 billones de pesos, el cierre del Banco Central implicaría generar una crisis bancaria inmediata. Esto explica que días antes de las elecciones del 22 de octubre las tres asociaciones de bancos existentes sacaran un comunicado conjunto cuestionando a Milei. Lo mismo sucede con la dolarización de la economía. La mayor parte de la clase capitalista rechaza eliminar el peso, no como una manifestación tardía de fe nacionalista sino porque quiere valerse del recurso de desvalorizar la fuerza de trabajo por medio de las devaluaciones monetarias.

La cuestión referida al comercio exterior expuso peleas similares. El planteo de Milei de romper relaciones con China y Brasil, dos de los principales socios comerciales de la Argentina, puso en alerta a grupos económicos enteros. Y puede explicar el fuerte involucramiento de Lula en la campaña de Massa, pues para la burguesía paulista mantener el Mercosur es clave para su supervivencia. La conciencia del choque que implican estas medidas para la burguesía nacional llevó a Milei a relativizar su propia posición, aclarando que el comercio entre privados no sería afectado. Un absurdo completo que ignora que ese comercio se hace mediante la participación de los propios Estados, sea mediante medidas aduaneras, sanitarias, etc.

Para refutar a Milei y ganarse el apoyo del “círculo rojo” Massa no tuvo empacho en recurrir a una hipocresía alevosa que Milei no pudo refutar. Habló de defender al Banco Central cuando su gobierno lo ha llevado a una situación de quiebra alarmante, con pasivos que superan largamente los activos y con reservas internacionales negativas. Su defensa de la moneda nacional superó todos los absurdos, ya que la inflación galopante la ha reducido a papel basura. Al mismo nivel hay que colocar el cuestionamiento a Milei por querer privatizar Vaca Muerta cuando es justamente lo que ha hecho el kirchnerismo, habilitando los pactos secretos con Chevron y convirtiendo a la propia YPF en una sociedad anónima que cotiza en la bolsa de Nueva York.

Rudolph Giuliani, presente

Los que quieren presentar este balotaje como una lucha entre “fascismo o democracia” quedaron en offside ante la reivindicación de ambos candidatos de Rudolph Giuliani, el exalcalde de Nueva York que aplicó la llamada “tolerancia cero” y que en la actualidad oficia de abogado defensor de Trump por el putsch golpista sobre el Capitolio. Para que el absurdo sea aun más notorio, quien debería representar el bando de la “democracia” se jactó de sus contactos con el facho Giuliani. En este punto Massa no mintió ya que llegó a ser el representante de la ONG del abogado de Trump en toda América Latina.

La agenda represiva fue asumida integralmente por Massa, dejando a Milei a la defensiva. Detrás de la llamada “lucha contra la inseguridad” Massa desplegó un programa represivo de fondo, que llevó a Milei a advertirle que no debía violar la autonomía de las provincias en esa materia. Massa retrucó que incrementará la cantidad de personal de las fuerzas de seguridad, como si no fuesen éstos quienes regentean el narcotráfico, la trata de personas, la piratería del asfalto, etc.

Los que esperaban al Massa “demócrata” que luche contra el fascismo se quedaron con las ganas. Ni siquiera les dio el gusto de atacar a la nefasta Victoria Villarruel, la candidata a vicepresidenta de Milei que encabeza una campaña negacionista en materia de derechos humanos y más específicamente sobre los crímenes de la dictadura. Como diría la Biblia, “es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja” que Sergio Massa haga una alusión a los 30.000 compañeros y compañeras detenidos-desaparecidos.

Final abierto

El triunfo de Massa en el debate está lejos de asegurarle un triunfo en el balotaje. Es que el derrumbe de Milei en la contienda se da en paralelo al derrumbe económico y sobre todo de las condiciones de vida del pueblo trabajador que tiene como a uno de sus responsables directos al candidato de Unión por la Patria. Solo esta situación desesperante a la que ha sido llevada una parte importante de nuestro pueblo puede explicar que un personaje como Javier Milei llegue con chances reales al balotaje del domingo y pueda convertirse eventualmente en el presidente de la Nación.

La función de la izquierda no es salvar de la crisis al peronismo decadente, como hacen quienes con distintos argumentos y posiciones se han sumado al voto a Massa, sino preparar a los trabajadores para la crisis que se avecina. Es que gane Massa o Milei su función será descargar la crisis sobre las espaldas de los trabajadores. En el horizonte cercano están nuevas devaluaciones, tarifazos, impuestazos que sacudirán la contención establecida por la burocracia sindical, la de las organizaciones sociales cooptadas y de la juventud y la mujer y modificarán la percepción que tienen los trabajadores sobre la situación que les toca enfrentar y reforzarán su disposición de lucha.

Esas jornadas que se vienen serán el verdadero balotaje entre los capitalistas y los trabajadores.

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