Políticas

10/4/2020

Vaca Muerta: más muerta que nunca

Defender la cuarentena, los salarios y los puestos de trabajo. Por una salida de fondo para la industria petrolera

Si el congelamiento de los precios de los combustibles en agosto de 2019 y el proceso de hundimiento del precio internacional del barril de petróleo, desde principios de este año, ya habían planteado una aguda crisis en las proyecciones de Vaca Muerta; la emergencia de la pandemia y el aislamiento obligatorio han planteado directamente la inviabilidad del actual esquema de explotación hidrocarburífera en la cuenca neuquina.


Los números son completamente dramáticos. La cuarentena ha redundado en una caída de un 70 por ciento de la demanda y en un excedente de 210 mil barriles de petróleo diarios en el país. Los tanques de acopio de petróleo están repletos y avanzan las restricciones a la producción. Recientemente, se cerró el 50 por ciento de la producción de Loma Campana, el área estrella explotada por la sociedad Chevron-YPF. Según dos importantes empresas refinadoras “los niveles de venta de combustible recién alcanzarán los niveles  pre-crisis en el último bimestre del año” (Econojournal 6/4).  Por el momento tampoco se ha reactivado la demanda de gas, ya que apenas han empezado a llegar los primeros días de bajas temperaturas. Todo este cuadro de parálisis de la actividad ha roto la cadena de pagos. Las distintas operadoras, imposibilitadas de colocar su producción, cancelan los contratos con las diversas empresas de servicios, las que a su turno se ven incapacitadas de cumplir con los pagos a sus proveedores y, en algunos casos, con la cancelación de los salarios a sus propios trabajadores.


Los trabajadores


A los obreros petroleros es a quienes les toca la peor parte. Pues esta situación de sobre oferta de petróleo, se da a pesar de que solo 4 mil petroleros se encuentran en actividad, mientras que los otros 20 mil se encuentran de cuarentena. Antes del desembarco de la pandemia, Guillermo Pereyra -oficiando más de gerente de recursos humanos de las empresas que de secretario general del gremio petrolero- había planteado que en la industria neuquina sobraban más de 3.000 trabajadores. Luego, ya con el decreto de aislamiento obligatorio corriendo, el dirigente petrolero adelantó que la crisis actual sería “peor que la de 2008”, cuando fueron suspendidos miles de petroleros con drásticas reducciones salariales.


Siete empresas de servicios han comenzado con el pago de salario en cuotas, afectando a más de 5.000 trabajadores. Alegan la falta de caja como consecuencia de la crisis en la que se encuentra la industria y plantean un escenario más difícil aún para el mes que viene. La Ceope, la cámara patronal de empresas de servicios especiales, amagó con suspender al personal pagando el 50 por ciento de los salarios, medida que debió ser contenida por la burocracia del sindicato para evitar una crisis mayor. Sin embargo, dos colosos internacionales de los ‘servicios especiales’, Schlumberger y Halliburton, han iniciado una política de despidos encubiertos, a través del impulso de ‘retiros voluntarios’ con plus indemnizatorios. Edvsa, una empresa de servicios que cuenta con personal bajo convenio Uocra yacimiento y convenio petrolero, ha suspendido por seis meses a 1.700 trabajadores de Neuquén  y distintos puntos de país, a los que les pagará entre el 15  y el 30 por ciento de sus salarios.


Las ‘salidas’ en danza


Las empresas plantean contar con un precio sostén del barril, es decir retornar al ‘barril criollo’ viabilizado por Axel Kicillof y Cristina Kirchner en 2015, cuando también se produjo un derrumbe internacional del precio del crudo. Existe, a este respecto, un debate en torno al precio de ese barril, entre las empresas productoras y las refinerías. Mientras las primeras pretenden un precio cercano o superior a los 50 dólares, las segundas reclaman que se ubique por debajo de los 40. Esto, mientras a nivel internacional, el costo del barril oscila alrededor de los 30 dólares. Ese precio ‘sostén’ sería el motivo por el cual los precios de los  combustibles en nuestro país, en contraste con lo sucedido en el resto del mundo, se mantendrían en los actuales niveles. Es decir, el ‘barril criollo’ será pagado por los consumidores.


Para la exportación, en cambio, habría un barril con un valor significativamente menor. Y para alentar esa vía, las empresas petroleras reclaman la eliminación de las retenciones a las exportaciones. Sin embargo, las posibilidades de exportación se presentan como muy dificultosas, dado el cuadro de sobreproducción internacional, que es el motivo por el cual se ha derrumbado la cotización del crudo.


Un programa integral


En este escenario de sobreproducción nacional e internacional de crudo, por un lado, y de alza de los contagios y muertes por coronavirus en nuestro país, por el otro; el retorno de 10 mil trabajadores petroleros a los yacimientos, previsto para el lunes próximo, representa un completo despropósito. Mientras haya stock de petróleo, es necesario defender el actual esquema de guardias mínimas, y ampliarlas sólo cuando sea necesario producir más para lograr abastecer el mercado interno. Es necesario rechazar los despidos encubiertos (retiros voluntarios), defender el pago del 100% de los salarios, reclamar la apertura de los libros de contabilidad de las empresas que alegan incapacidad de pago y proceder a la estatización sin indemnización, bajo control de sus trabajadores, de toda empresa que cierre. Para defender este programa, es necesario impulsar la puesta en pie de comités de seguridad e higiene en cada empresa, electos por sus propios trabajadores.


De conjunto, en el marco de la crisis capitalista y la crisis petrolera internacional, se plantea, como nunca, la necesidad de proceder a una nacionalización integral y sin pago del conjunto de la industria petrolera y gasífera. Solo así la industria hidrocarburífera argentina podría escaparse relativamente de los vaivenes del comercio internacional y de los intereses de los monopolios petroleros; y colocarse al servicio de abastecer con energía barata al conjunto de la industria nacional, como parte de un plan económico y político bajo la dirección de la clase obrera.