Salud

29/12/2021

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Covid: crecen los casos pero reducen testeos y aislamiento

Concentran la presión en la vacunación, que ya es alta en Argentina.

El crecimiento exponencial de los contagios (entre el 25 diciembre y el 28 casi se quintuplicaron) producidos como resultado de una combinación entre la “tercera ola” (variante delta) y la ómicron puso al Covid de nuevo en el centro de las preocupaciones.

En principio quedó a la luz que todos los gobiernos (tanto el nacional como los provinciales) aprovecharon la caída de los contagios para desmantelar los servicios que habían sido montados durante la primera fase de la pandemia. Las denuncias del personal de salud de todos los centros de atención sobre la falta de personal e incluso de insumos lo confirman.

Todo esto cuando la evidencia de que la tercera ola podía llegar y cuando la variante ómicron, caracterizada por la alta contagiosidad, hacía estragos en Europa y llegaba a América. Bien visto, el crecimiento luego de las bajas cifras de los primeros días de octubre fue sostenido y persistente, es decir, que dio lugar a prepararse para lo que se venía. Entre los datos externos y los internos había suficientes elementos para no desmantelar ningún servicio y sobre todo los centros de testeo. Las consecuencias son las imágenes y testimonios de largas colas bajo el sol de quienes durante horas esperan ser testeados, muchos de ellos con síntomas, y la agresión al personal de salud que aparece como la cara visible. A esta situación no se llegó como resultado de ninguna consideración “médica”, es la expresión descarnada del ajuste que se lleva adelante. Así se hace la reducción del déficit fiscal que los capitalistas y el FMI reclaman.

Pases sanitarios, autotest y otras medidas

Han jugado todas sus cartas a la vacunación, que en Argentina alcanza niveles altos (casi 73% con el esquema completo, y 85% iniciados). Los beneficios de las vacunas parecen estar confirmados, aquellos que siendo vacunados se contagian no evolucionan hacia formas graves de la enfermedad, lo cual no es poco. La mortalidad es muy baja comparada con las primeras etapas de la pandemia y la ocupación de camas de terapia intensiva, aunque en crecimiento, no sigue los ritmos de los contagios: “en provincia de Buenos Aires, el 82% de los internados en terapia intensiva no están vacunados” (Infobae, 29/12).

La presión para la vacunación ha llevado a establecer disposiciones especiales. Algunas extremas, como la decisión de la provincia de Catamarca de establecer que “quienes no lo completaron (el esquema de vacunación) y se contagien, deberán abonar las prestaciones médicas que les soliciten en el sector privado” (Página12, 29/12) en beneficio del bolsillo de los capitalistas de la salud, el gobernador Jalil es uno de ellos. En otras provincias, y desde el 1° de enero a nivel nacional, se estableció el llamado pase sanitario por el cual se requiere tener las dos dosis para participar de determinados eventos (locales bailables, discotecas o similares que se realicen en espacios cerrados; salones de fiestas para bailes, bailes o similares que se realicen en espacios cerrados; viajes grupales de egresadas y egresados, de estudiantes, jubiladas y jubilados o similares; eventos masivos organizados de más de mil personas que se realicen en espacios abiertos y cerrados o al aire libre).

La medida ha recibido el rechazo público de un sector de la derecha que argumenta que es una intromisión en la vida privada de las personas, y lo ha catalogado como un “terrorismo sanitario” en una posición antivacunas. La campaña no ha calado porque existe una consideración mayoritaria de que la vacuna es útil, lo que está confirmado por el alto nivel de vacunados; Argentina es uno de los países con mayor cantidad de ellos (número 11 con 1 dosis, número 29 con dos dosis) a pesar de haber empezado tardíamente.

Quienes se quejan por la intromisión del Estado debieran reparar en que es exactamente al revés: el Estado está tomando medidas para encubrir su retirada de compromisos y responsabilidades. No otra cosa es un pase sanitario que no tiene condiciones de obligatoriedad (ni hablar en escuelas o lugares de trabajo) cuando la propia vacuna no es obligatoria. La vacuna, incluso con sus tres dosis aplicadas, no impide contagiarse o contagiar, más aun cuando muchos de los vacunados son asintomáticos.

Los testeos son la clave para tener la real dimensión de cuál es la población alcanzada, pero lejos de ser impulsados se los está desalentando (ya no serían necesarios para contactos estrechos); por otro lado se están reduciendo los tiempos de aislamiento de los contagiados o quienes son contactos estrechos. Córdoba, donde el número de contagiados bate récords, hizo punta y Vizzotti anunció este miércoles la nacionalización de esta decisión. A su vez se impulsan los autotests. Este es el resultado de una presión muy grande de las patronales porque las ausencias justificadas se estiran: en Córdoba debieron cerrar desde dependencias públicas, servicios hasta supermercados por la cantidad de empleados contagiados o con contactos estrechos.

Todas estas medidas y la falta de otras lo que harán es facilitar la propagación de los contagios, sobre todo con cepas de alta contagiosidad como es el caso de ómicron (Córdoba está bajo esta variante que es seis veces más contagiosa que la Delta), que independientemente de su posterior evolución no deja de ser una enfermedad con consecuencias aún no claramente confirmadas.

Corresponde entonces incentivar los testeos, mejorar los servicios, continuar con la campaña de vacunación y el refuerzo (tercera dosis) y mantener el aislamiento de quienes estén contagiados y puedan contagiar. Todo esto se opone al ajuste en marcha que es lo que dictan las resoluciones oficiales desde el presidente de la Nación a cada uno de los mandatarios provinciales.