Luego de la jornada de salvaje represión en Jujuy, ordenada por Gerardo Morales para garantizar la jura de la reforma reaccionaria de la constitución provincial, la CGT realizó una conferencia de prensa en la que cuestionó los hechos pero se abstuvo de convocar a medida de lucha alguna. La conducción de la central obrera vuelve a darle la espalda al pueblo jujeño cuando está librando una dura pelea con huelgas, movilizaciones y cortes de ruta, y a todos los trabajadores del país que reclaman un paro nacional en apoyo a la rebelión en Jujuy y para que caiga la reforma represiva de Morales.

Mientras gremios docentes, organizaciones sociales y políticas marchaban hacia la Casa de Jujuy, en el marco de una jornada con paros como el convocado por Ademys y los Suteba combativos, los dirigentes de la central brindaron una conferencia de prensa desde la sede de la calle Azopardo en la que Héctor Daer declaró que la CGT tomará “todas las medidas necesarias de acuerdo a como se vayan desenvolviendo las situaciones”… para limitarse a decir que se mantienen en “estado de alerta” mientras se niegan a convocar a un paro nacional.

Para el triunviro, hubo en Jujuy “un proceso donde quienes tienen la responsabilidad de la provincia no tomaron recaudos ni abrieron el diálogo ante temas sociales y políticos como una reforma constitucional”, pero nada dijo sobre la prohibición del derecho a la protesta que es una parte troncal de la reforma. Tras su insistencia en que “es un proceso de falta de diálogo” y referirse a los reclamos salariales de la docencia jujeña, evitó comprometer a la central en medidas de lucha para exigir que se caiga la constitución trucha y apoyar la pulseada por el salario.

La CGT tiene que convocar un paro nacional contra la represión en Jujuy, la libertad de todos los detenidos y en contra la reforma constitucional de Gerardo Morales.

— Gabriel Solano (@Solanopo) June 20, 2023

También tomó la palabra Pablo Moyano para decir que el presidente Alberto Fernández, como titular del Partido Justicialista nacional, debería intervenir para “echar a patadas en el culo a los convencionales” peronistas que aprobaron la reforma de Morales, “por traicionar al pueblo jujeño”. Es una burda maniobra para despegar al PJ del resto del país del vergonzoso apoyo que brindaron unánimemente a este atropello, cuando se trata de la fuerza política que gobierna la Argentina ajustando y reprimiendo al pueblo, como sufrieron las comunidades mapuche de parte de Aníbal Fernández, las familias sin techo de Guernica por la Bonaerense de Berni y Kicillof, o cuando el massista Sáenz impulsa en Salta una ley antipiquetes.

Finalmente, al peronismo los une un mismo interés de clase, su carácter de políticos capitalistas, como se demuestra en el viaje que Wado de Pedro compartió con Gerardo Morales a Estados Unidos para promocionar la explotación del litio por las mineras multinacionales. Claro que esta complicidad es extensiva a la propia burocracia sindical peronista, que tuvo amistosos encuentros con el embajador yanqui Marc Stanley.

Lo que pasa en Jujuy es un anticipo de lo que se viene en toda Argentina, y por eso es vital apoyar la rebelión de los trabajadores jujeños para que triunfen. En lugar de la formalidad de cuestionar la represión en una conferencia de prensa, la CGT debería convocar a un paro nacional y un plan de lucha hasta que se imponga la consigna: “abajo la reforma, arriba los salarios”. Pero, claro, para eso hay que romper con el gobierno nacional fondomonetarista.

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