El martes 15, las trabajadoras y trabajadores del Instituto de Vivienda de la Ciudad (IVC), presidida por Juan Maquieyra, se anoticiaron de la muerte de Emiliano Jesús García, trabajador del instituto, a causa de Covid-19.

Emiliano se encontraba dentro de los grupos de riesgo que desde el comienzo de la pandemia estaban eximidos de trabajar y contaban con licencias, e incluso presentó su declaración a su coordinación para no ser expuesto: un pedido al cual la patronal respondió negativamente y presionó para que debiera presentarse al menos cada 15 días, para realizar entrega de bolsones de comida en los barrios. Es decir, no solo hicieron caso omiso al pedido, sino que le encomendaron tareas riesgosas por encontrarse altamente expuestas a contagio.

Pero esto, lamentablemente, no es una novedad. Las y los trabajadores del instituto, desde el comienzo de la pandemia, vienen presentando reclamos a las coordinaciones y al propio Juan Maquieyra por las condiciones precarias en las que deben desarrollar las tareas, sin elementos de seguridad suficientes, jornadas laborales extenuantes y ausencia de protocolos frente a los posibles casos de Covid.

A ello debe sumarse que el trabajo se ha flexibilizado aún más, dado que se ha enviado a trabajadores a realizar tareas para las cuales no fueron contratados ni preparados, en el marco del dictado de tareas esenciales del Ministerio de Desarrollo Humano y Hábitat (MDHyH), organismo al cual pertenece el IVC, para la entrega de bolsones y operativos del plan Detectar, entre otros. En junio de este año debimos lamentar la muerte de Víctor, residente de la Villa 31 y trabajador del Programa Juegotecas Barriales de la Dirección General de Niñez y Adolescencia del MDHyH.

Los funcionarios se valen de las propias contrataciones precarias que le dan a sus empleados para manejarlos a su antojo y exponerlos a condiciones de trabajo insalubres, caso contrario, pierden sus empleos.

Emiliano era uno de los más de 600 trabajadores monotributistas que tiene el IVC, precarizado, sin obra social ni ART. Hoy su familia siquiera tiene una pensión frente a la dura situación que debe atravesar. Porque Emiliano también era único sostén de familia. Además debía tener dos y hasta tres trabajos para poder completar la canasta familiar, ya que los salarios que se pagan son de miseria y hambre.

La muerte de Emiliano saca a la luz los atropellos que viven las y los precarizados del Gobierno de la Ciudad, que superan las 18.000 personas, en condiciones absolutamente precarias de contratación y desarrollo de tareas. Asi como los magrísimos salarios que, frente al costo de vida en CABA, los coloca en la pobreza.

Desde Tribuna Municipal pedimos justicia por Emiliano, y acompañamos a su familia, amigues y compañeres en este difícil momento. Asimismo, remarcamos la necesidad de desarrollar una asamblea que organice a las y los trabajadores, y que ponga en pie un plan de lucha para poner fin a estas situaciones que ponen en riesgo nuestras vidas. Reclamamos el pase a planta permanente de los más de 18.000 precarizades de la Ciudad, la reapertura de la paritaria, la defensa del salario y la mejora en las condiciones de trabajo de todas y todos los municipales.

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