Sindicales
27/10/2025
El clasismo gráfico ante otra gran batalla
Con cerca de 90 candidatos de una decena de talleres y más 450 avales se presentó el Frente Naranja-Bordó.
Foto: archivo.
Como desde hace 41 años de forma ininterrumpida, la Naranja Gráfica se presenta en las elecciones de la Federación Gráfica Bonaerense; esta vez, en un frente con la agrupación Bordó que se realizarán el 19 de diciembre. La Naranja-Bordó reúne cerca de 90 candidatos de una decena de talleres y es acompañada por más de 450 avales.
La Naranja-Bordó está encabezada por Sebastián Rodríguez, secretario general de la comisión interna de Morvillo y, como secretaria adjunta va Vanina Mancuso, de Madygraf bajo gestión obrera. La integran otros destacados dirigentes y activistas de Morvillo, Madygraf, Impresores, Barrier, Aluex, Pesout y Cooperativa Chilavert; entre ellos Miguel Bravetti, en lucha por su reinstalación tras el cierre y ocupación de Interpack en 2019, y, por supuesto, Néstor Pitrola, fundador de la Naranja.
Esta presentación se da en el marco de una brutal ofensiva sobre la clase obrera que golpea de lleno en nuestro gremio. El mérito adquiere mayor relevancia si tenemos en cuenta que el clasismo no quedó al margen de esa ofensiva, como lo demuestra el cierre de Anselmo Morvillo. El contraste con la burocracia sindical es que los gráficos de Morvillo, pilares de la lista opositora, mantienen nueve meses de ocupación y siguen luchando por la continuidad productiva, mientras los cierres de Casa de la Moneda, Russ Citanova, Mariano Mas, por nombrar algunos, pasaron sin pena ni gloria en ese mismo período. Allí la dirección del sindicato no impulsó ninguna iniciativa para defender los centenares de puestos de trabajos que se perdieron.
La Verde, más devaluada que el peso
La conformación final de la lista Verde es aún una incógnita. El oficialismo está atravesado por una disputa interna entre varios grupos que, hasta último momento, seguían negociando el reparto de lugares. Lo único que trascendió oficialmente es que Héctor Amichetti, actual secretario general del sindicato (ungido por Ongaro), dejará su lugar en la lista en favor de Matías Velázquez, un ignoto para la mayoría de los gráficos; sobre el resto de la directiva sonaron algunos nombres aún más desconocidos para la base gráfica.
La división es un producto de la parálisis de la directiva frente a los cierres y despidos; el hundimiento de la escala salarial, integralmente bajo la línea de la pobreza; la degradación de las condiciones de trabajo y el pisoteo del convenio colectivo en la inmensa mayoría de los talleres. Así fue durante el macrismo y se profundizó en la pandemia bajo el desastroso gobierno de los Fernández, que la FGB apoyó sin fisuras.
Una fracción de los delegados de base, agrupados en la Juventud Gráfica, expresó de forma distorsionada el malestar contra la directiva. Los Velázquez y compañía, que hoy estarían acaparando los principales cargos, no levantan un programa de ruptura con la Verde si no que, al contrario, se reivindican como “línea histórica”. Ninguno de sus referentes ha sido protagonista de lucha alguna y sus credenciales se reducen a criticar por lo bajo, sin emitir un solo voto disidente en los contados plenarios delegados que se realizaron. Las críticas le sirvieron para escalar en el aparato recostándose en un sector contra otro. No ofrecen salida al problema político; en el mejor de los casos, encarnan una renovación generacional, continuadora de la corriente responsable del vaciamiento del sindicato.
El alineamiento político de este sector “Amichetti-Juventud Gráfica” con Kicillof espera capitalizar el triunfo electoral del gobernador bonaerense y subirse al carro del “hay 2027”; pero la Verde no dirige el gremio explotando una autoridad política sino apoyándose en el control que tienen las patronales que manejan los talleres como zonas liberadas. La juventud gráfica, precarizada y empobrecida, que en 2023 votó circunstancialmente a Milei, sigue sin respuesta; el día a día en los talleres es cada vez más difícil y para las presidenciales falta una eternidad.
En las variadas medidas de lucha realizadas desde la ocupación de Morvillo, con piquetes en el Puente Pueyrredón, movilizaciones importantes organizadas en plenarios de los sectores sindicales combativos, en unidad con el movimiento piquetero de lucha, unidad con los jubilados, el Garrahan o las Universidades, festivales solidarios, etc., se puso a prueba al gobierno de la Provincia exigiendo la continuidad productiva con movilizaciones a La Plata y hasta arrancando reuniones con el gabinete de Kicillof. La consecuencia fue que Walter Correa, el ministro de Trabajo provincial, ignoró todos los planteos de continuidad productiva que podrían haber abaratado los costos de impresión de la Provincia y dado continuidad a las 234 familias despedidas bajo la quiebra. La Corriente Federal que hasta ahora tuvo a Héctor Amichetti como un referente central, solo jugó para enterrar la lucha de la mano del gobierno, tan privatista como todos los anteriores y empeñado en enterrar las experiencias de lucha.
El frente Naranja-Bordó se opone por el vértice a la burocracia por su composición y por su programa. Es una lista de lucha, de independencia política de las variantes patronales y entre sus candidatos se encuentran los dirigentes de algunas de las principales gestas de la historia del gremio.
La defensa de todos los puestos de trabajo, del convenio, de un salario que cubra la canasta familiar, de una obra social gratuita e integral, requiere reorganizar al gremio desde cada taller y unificarlo en plenarios y asambleas generales. Esa batalla es parte de la lucha general contra el gobierno de Milei. No cabe duda que si el gobierno y las patronales avanzaron sobre los trabajadores es porque las centrales obreras y los sindicatos burocráticos fueron cómplices, pactando leyes y aislando cada lucha. Es lo que hacen ahora con la reforma laboral que se viene.
La composición del padrón de empresas que abarca más de 11.000 afiliados es un enigma, porque han cerrado carradas de ellas y los despidos han sido masivos en el gremio. Para la Agrupación Naranja, columna vertebral de esta lista, se abre un desafío militante para verificar la realidad del gremio y ofrecer un rumbo a sus delegados y activistas.
El clasismo está en las calles desde el primer día. La Naranja-Bordó es parte de esa resistencia y una demostración de las reservas que anidan en el movimiento obrero. Vamos por su oficialización y por una gran campaña.




