Sindicales

22/9/2022

En el año, los salarios informales perderían casi un tercio de su valor por la inflación

La complicidad del gobierno y la burocracia sindical.

La urgencia de la recomposición salarial es impostergable.

El empleo fuera de convenio es lo único que crece en este país. Según un reciente informe del Indec sobre el mercado de trabajo, este pasó de representar el 31% de los asalariados a más del 37%. Además de carecer de derechos laborales -como obra social, jubilación, estabilidad o la posibilidad de sindicalizarse en su actividad-, estos perciben salarios muy inferiores a los registrados, y la brecha es creciente. En 2022 estos aumentarían aproximadamente un 71% frente a una inflación que el propio gobierno reconoce que no bajará del 95%, según se desprende de una encuesta realizada por la consultora Mercer, que pone en números la debacle salarial que sufrirá la enorme masa de trabajadores informales y no encuadrados.

Las patronales se valen de la condición de informalidad para pagar salarios mucho más miserables, pero también toman como referencia el mínimo vital y móvil para determinar las remuneraciones y sus aumentos. Cuando vemos que el gobierno nacional y la conducción de la CGT le pusieron la firma en el Consejo del Salario Mínimo a un aumento del 75% sumando todas las cuotas en el año, tomamos dimensión de la complicidad oficial en esta pauperización. Recordemos que la cifra será de menos de $60.000 para noviembre, mientras la línea de pobreza rondó ya en agosto los $120.000 según el último informe del Indec.

Esto se corrobora aún más si atendemos que esta realidad se refleja también dentro de la planta laboral del Estado en sus distintos estratos, que hicieron del monotributo, el trabajo a destajo, las pasantías o los contratos basura una norma para pagar salarios de miseria. La inflación que pulveriza el bolsillo de los trabajadores es, de hecho, un mecanismo de transferencia de recursos de los estos últimos a las patronales. Pero no solo hablamos de los capitalistas, sino incluso también del Estado, que licúa el sueldo de sus empleados en términos reales, por un lado, y aumenta la recaudación a través de los impuestos al consumo por otro.

Este derrumbe viene sostenido en el tiempo. Si se calcula en base a las estadísticas del Indec sobre variación salarial de los los privados no registrados y el índice de precios al consumidor, los sueldos informales crecieron desde junio de 2017 a junio de 2022 un 160,1%, en tanto la inflación en el lapso fue del 247,6%.

Sigamos impulsando la lucha por el paro nacional y el plan de lucha, sin dilaciones ni postergaciones. El derrumbe de las condiciones de vida de los trabajadores, sin precedentes, no puede esperar más. El Plenario Piquetero Nacional trazará una perspectiva para esta enorme masa de trabajadores, a la que la burocracia sindical le da la espalda.